La Real despega en Belgrado

El partido en Serbia fue raro desde el inicio. El estadio Partizan se cae a trozos y los 109 aficionados de la Real tuvieron dificultades para acceder a su localidad, toda vez que los cacheos fueron exhaustivos obligando a algunos hinchas a bajarse los pantalones. Mal inicio.

Imanol no realizó tantas rotaciones consciente de la necesidad de ganar después de caer ante el Anderlecht y solo sumar un punto de seis. Sobre el tapete pronto se vio que la calidad técnica de unos y otros era abismal, con una Real dominando a a un rival que apenas inquietó durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

Y es que esta Real ya es otra, está en un tono físico óptimo, hecho indispensable para que se aprecie el mejor juego colectivo. Turrientes y Brais fueron indispensables para girar, conducir y lanzar a los dos extremos, toda vez que Sadiq fijaba a los dos centrales. Es lo que tiene jugar con una referencia pura y dejar las bandas a Oyarzabal y Kubo, incisivos cada vez que recibieron en los costados.

Pronto llegaron las primeras ocasiones nacidas desde las botas de Aramburu, la primera una internada desde la derecha con pase atrás sin destinatario y la segunda tras un buen robo el cuero fue a parar a Sadiq, que disparó al muñeco. Poco después vino el primer gol del partido para desatascar un choque que si no se hubiese abierto antes, el Maccabi habría disfrutado defendiendo en bloque bajo.

Para ello, como manda la teoría del fútbol, nada mejor que el balón parado. Los balcanes, tierra idónea para ello. Brais botó un córner con música para sumar una asistencia más a su palmarés gracias a un gran remate de cabeza de Pacheco, eso sí, libre de marca y con Sadiq a su espalda dispuesto a empalar el cuero. La Real metió una marcha más con el gol en busca de una sentencia que no llegó en ningún momento. Sadiq, tras una pared con Oyarzabal, y Kubo, en una buena jugada uno contra uno, pusieron en apuros a Mashpati, que salió mal a una formidable diagonal de Turrientes que dejó solo a Oyarzabal. La vaselina era el 0-2.

El Maccabi, consciente de que estaba sumando su tercera derrota, subió la línea de presión y la Real estuvo incómoda durante diez minutos, pero en cuanto volvió a jugar el balón por abajo y movió de lado a lado el cuero encontró los espacios para progresar desactivando a un Maccabi inferior y de los peores equipos de la competición en cuanto a técnica individual. En ese tramo, los israelíes tuvieron ocasiones con Madmon. Aguerd tuvo que salvar los muebles despejando un remate bajo palos de Kanichoswsky mientras que un centro cerrado desde la derecha a pierna cambiada por suerte no terminó dentro después de que Marrero decidiera quedarse sobre la línea.

La dirección de campo le funcionó a un Imanol que metió piernas frescas dando entrada a Gómez y colocando a Becker en su verdadero sitio, en la derecha, en ese costado en el que sus centros a pierna natural siempre son mucho más peligrosos que cuando juega por la izquierda. Antes, el noruego Saggi, a instancias del VAR, se equivocó claramente anulando un tanto de Sadiq, que tiene mala suerte incluso cuando juega bien. Brais volvió a ser decisivo desde el córner, Pacheco ganó el duelo en el primer palo y prolongó el cuero para que el nigeriano marcara a placer. Sin embargo, la jugada estaba siendo revisada por un fuera de juego posicional del central marroquí, que no molestó a Mishpati. No pudo hacer lo propio justo después. Becker puso en bandeja el tanto a un Gómez que entró de maravilla desde segunda línea.

El partido pareció morir, pero el Maccabi recortó distancias gracias a un remate de cabeza de Turgeman. El centro cerrado de Davida a pie cambiado sorprendió a la línea defensiva en una de las únicas ocasiones locales. No ganar ante un equipo tan inferior habría sido pecado...