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Los jugadores de la Real celebran el primer gol de Kubo. EFE

Anoeta vuelve a estallar de alegría

La Real regresa a la victoria en casa cuatro meses después con un partido redondo que le debe dar confianza para lo que viene

Beñat Barreto

San Sebastián

Sábado, 28 de septiembre 2024

Cuatro meses después, la afición de la Real volvió a abandonar Anoeta feliz con una victoria de su equipo en un partido que debe dar ... confianza a una tropa que va sobrada de calidad pero que por unos motivos u otros no ha sido capaz de empezar bien la temporada. Eso sí, ni antes éramos tan malos ni ahora somos tan buenos, mensaje que con Imanol en el banquillo quedará claro durante los próximos días. En liga se han marchado muchos puntos y los próximos rivales son Atlético de Madrid y Girona y no un Valencia que ojalá pudiese pasar por Donostia los diecinueve partidos que disputa la Real como local. El último triunfo en casa fue en mayo, también contra el Valencia de Baraja.

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Es solo la jornada 8 de Liga, pero el encuentro de este sábado en Anoeta era algo más que un partido. Se trataba de cambiar una dinámica que puede dar la vuelta a un flojo inicio de temporada. Y así saltaron al campo los pupilos de Imanol, dispuestos por fin a dar una alegría a su hinchada tras tres derrotas consecutivas en casa. El equipo salió al verde con chispa, con ímpetu, con ganas de demostrar que sigue siendo un equipo poderoso temido en la Liga y en Europa. Y lo cierto es que varios de ellos fluyeron en la primera mitad al estar con dos marchas más que un Valencia ramplón, endeble, incapaz de organizarse en el centro del campo y con un Baraja desesperado al no encontrar solución para arreglar el desastre que veía sobre el tapete.

Remate

La Real vuelve a acertar de cara a puerta con goles de Kubo y Óskarsson

Por primera vez en la temporada, la Real metió la primera que tuvo. El partido se afronta de otra manera, y más con la importancia del choque, con un 1-0 maravilloso al alcance de muy pocos equipos en el mundo. Participaron ocho realistas en una jugada iniciada al borde del área de Remiro, con saque de falta botado por Aguerd. El marroquí jugó con el de Cascante, que encontró abierto a un Aramburu que luego se apoyó en Sucic. Es aquí donde la jugada cambia gracias a un Zubimendi al que hay que dar gracias de que siga siendo futbolista de la Real. Con un control orientado se deshizo de su par para posteriormente encontrar en un costado a Barrenetxea, que habilitó a un Sergio Gómez que vio el movimiento de arrastre de Oyarzabal y puso un balón medido para que Kubo, vestido con esmoquin y pajarita, empujara el balón a la red. Una obra de arte para guardar en vídeo y visionar en Zubieta cuando el equipo no encuentre la fluidez durante algún que otro partido seguido. Ayer sí se vio esa Real de Champions. «Eh, muchachos, que sabemos jugar a esto», diría Imanol en la charla.

Valencia

Los ches apenas inquietaron y el equipo solo sufrió a balón parado

Una vez más el equipo mereció más renta al descanso al acumular cuatro córners en catorce minutos. Barrenetxea con un remate con el interior al segundo palo de Mamardashvili no encontró portería mientras que Aguerd, agarrado por Pepelu en otro envío con música de Sergio, se encontró con el larguero. El Valencia perseguía sombras en Anoeta evidenciando la asombrosa diferencia que existe entre ambas escuadras pese a que los dos equipos llegaran con cinco puntos en el casillero.

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Ongi etorri, Orri

El único peligro que generó el Valencia fue el que le dejó crear la propia Real, que no defendió bien las acciones a balón parado. Pepelu la puso con mimo y Tárrega no acertó a rematar de cabeza. Con el hombro y sin mirar tuvo el empate en el minuto 64. Hasta aquí el Valencia, que sucumbió y bajó los brazos ante una Real que continuó con el mismo ritmo tanto en defensa como en ataque porque, indudablemente, con el paso de las semanas está mucho mejor físicamente, algo que le permite jugar más rápido con balón. Lo agradecen sus extremos.

Pero si ayer alguien estuvo a un nivel superlativo ese fue Sergio, tanto como interior donde inició como en el extremo donde terminó. Regaló el primero y el tercero y se inventó de la nada el 3-0 haciendo bueno un despeje de Zubeldia en área propia con un control de mago. Vio caer la pelota del cielo y la pinchó para matar el partido en un contragolpe sensacional culminado por Óskarsson, que marcó sus dos primeros goles como realista. Cierto es que los dos remates son de empujar, pero es lo que se le pide a un delantero centro. Pisar área y hacerlo en el momento exacto, algo que no siempre es fácil. La Real vuelve a ganar en casa, una sensación que ya tenía olvidada. El triunfo debe servir para despegar. La afición canta:«Goazen Erreala txapeldun, gaurkoan bai!».

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