La Real no tuvo el balón más que el Athletic, pero dominó el partido. En un momento en el que en Bilbao se reprocha a ... Garitano su inmovilismo, Imanol hizo jugar a los suyos a otra cosa a lo que nos tiene acostumbrada esta Real. Es probable que ese fútbol sea más antipático, más feo, pero también que jugando así es más fácil no perder. Y eso es lo que necesitaba la Real para salir del bache de resultados en la que estaba inmersa: ganar como fuera en San Mamés. Imanol era plenamente consciente de que el resultado estaba por encima del juego y la jugada le salió redonda. Hizo que la Real gobernara el partido sin tener la posesión y todavía mejor: consiguió que sus jugadores supieran en todo momento a qué debían jugar. No había más que ver cómo celebró Imanol el triunfo cuando el árbitro señaló el final del partido. Se quitó una mochila de encima.
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La Real ganó porque se hizo fuerte atrás como punto de partida. No suele haber mejor receta cuando pintan bastos y no se ha conseguido dejar la portería a cero más que en uno de los últimos seis partidos antes de visitar San Mamés, con un saldo de ocho goles encajados. Los cuatro de atrás estuvieron impecables (Zubeldia, raro en él, cometió dos errores en dos salidas), el centro del campo dominó con puño de hierro (Guridi se ha quitado de un plumazo el cartel de suplente de Merino) y arriba se hincharon a correr para dificultar la salida del Athletic. Los once, más los que no salieron de inicio, se implicaron en defensa y la Real no sufrió porque dio una lección de solvencia, que todavía pudo ser mejor si no se mete tan atrás en los últimos minutos y deja que el Athletic crea en la posibilidad del empate. Portería a cero, tres puntos al bolsillo, toneladas de moral para lo que viene y la confirmación de que la Real puede jugar a otra cosa en algunos momentos sin perder su esencia. El mensaje enviado a otros equipos es relevante porque hizo del Athletic un equipo vulgar que no remató entre los tres palos. Esta Real saber jugar bonito, con velocidad, con posesiones largas, pero también sabe dominar los partidos con sus líneas bien juntas. El camino está trazado. La Real no jugó el partido del año, pero ganó. Se mostró como un señor equipo. Ahora las cosas se ven de otra manera ante el mes de enero que se avecina con partidos de Liga, la Supercopa y el estreno en la Copa.
La Real envía un claro mensaje a otros equipos: también sabe ganar duelos ásperos sin tanta púrpura
Los objetivos, vivos
La victoria, la forma en la que se consiguió, confirma que este equipo tiene la capacidad de perseguir todos sus objetivos desde ahora mismo, aunque en Anoeta es fácil que vuelva a pasar apuros. Puede que siga teniendo dificultades frente a rivales que saben que si se cierran bien y provocan la impaciencia de la Real, pueden tener sus opciones. También a eso le encontrará soluciones este equipo. Si no es con unos jugadores será con otros porque si algo ha demostrado esta Real es su capacidad asombrosa para sobreponerse a cualquier ausencia, a todas las lesiones, a todos los golpes que va recibiendo a medida que avanza la competición. Guridi, Merquelanz, Gorosabel, entre otros, no solo van acumulando minutos sino que cada vez son más importantes. El fondo de armario cada vez es más profundo. No sé si la Real podrá mantenerse en esa pelea codo con codo con los trasatlánticos de la Liga, pero lo que está claro es que este equipo no va a renunciar a ello, falte el que falte, llegue el que llegue, pase lo que pase. Osasuna mañana es otra buena piedra de toque. Arrasate conoce a esta Real al dedillo y siempre pone trampas. Otra vez toca inventar, evolucionar.
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