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Oyarzabal firma el primer triunfo de la Real
Alivio para unos txuri-urdin que mejoran sus prestaciones y sólo sufren al final ante el Mallorca
Tres puntos, casi de sutura. La Real Sociedad gana y respira. A la sexta, prueba el dulce sabor de la victoria merced a un solitario ... gol de Oyarzabal que le conduce a la victoria ante 23.000 valientes espectadores de Anoeta que sólo sufrieron al final. Y es que la Real fue muy superior al Mallorca de principio a fin, pero su falta de eficacia le llevó a un escenario indeseable en unos últimos minutos en los que Muriqi fue una amenaza perpetua e incluso se pitó un penalti en contra que no fue y lo anuló el Var. Para que no faltara de nada, salió Sadiq, pitado por los suyos.
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No fue una Real brillante, no fue una Real arrolladora, pero sí convincente, con un gran Barrene, con un Kubo que apareció para decidir y con el de siempre, Mikel Oyarzabal Ugarte. Tras cientos de millones de euros invertidos, marca el de siempre. El capitán. Es un primer paso. Era necesario.
Soler, titular
Sergio se ha decantado de inicio por el 'once' quizá más esperado, el más potente a su juicio, sin pensar para nada en el duelo del domingo ante el Barcelona. Soler ha debutado como titular conformando la medular con Gorrotxategi en la primera altura y Brais en la tercera. Kubo y Barrene, con los tobillos un tanto justos, han flanqueado al ariete Oyarzabal en punta de lanza. Por su parte, Jagoba ha cumplido su promesa de rotar, pero no hasta el punto de sentar a su estrella Muriqi.
Y ya desde el principio la Real quiso poner tierra de por medio y mandar, aunque con esa tensión propia de quien se la juega, esa desconfianza de quien está lejos de rendir de manera óptima. Pese a las imprecisiones y con cierto plomo en las espinilleras, comenzaron a llegar las ocasiones en la portería bermellona, alguna de ellas clamorosa.
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Barrene hizo lucirse a Leo Román tras una gran acción colectiva también amasada por Sergio Gómez y un muy activo Brais. El donostiarra chutó duro abajo. Pero peor fue lo sucedido en la siguiente jugada, acción propia de un equipo al límite de su necesidad. Sacó un córner la Real, Brais halló a Kubo filtrando el esférico entre una nube de piernas y el centro del nipón fue tres cuartos de gol; pero ese cuarto de tanto que tenía que llevar la firma de Aramburu lo desbarató el defensa vinotinto picando en exceso el cuero a dos metros de la portería y sin la oposición del cancerbero. El balón botó pronto y fuerte en el verde, para irse camino de la Grada Familiar por encima del larguero.
El Mallorca, con tres pases desde campo propio, amenazó sólo una vez con Joseph, recordando a la Real cuál es su lastre de esta temporada, las transiciones del rival, pero despejó Remiro y poco después Barrene desperdició otro gran servicio de Oyarzabal. Acomodó el cuerpo para ajusticiar con la diestra perfilado para hacerlo con la zurda, pero se le fue alto. Cuantos menos puntos en el casillero, más tiemblan las canillas en el área. Queda claro.
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Gol milimétrico
A veces el fútbol también se mide en milímetros. La Real comenzó la segunda parte con el mismo propósito que la primera, pero en este caso con un punto más de audacia y acierto. En su primer acercamiento, golpeó con un pase diagonal de Kubo a Barrene, habilitado por milímetros por el central David López. El donostiarra pisó línea de fondo y regaló el tanto a Oyarzabal, quién si no, que empujó con la derecha. Lo celebró con rabia el capitán, sufriente durante todas estas semanas, y con Dale Cavese el respetable.
El gol no enfrió a la Real, que percutió en busca de la sentencia. La acariciaron primero Soler y luego Barrene, pero se toparon con Leo Román. El que pifió de manera increíble fue Kubo, sin portero pero con Raíllo bajo palos, que fue quien sacó su flojo chut sobre la raya. En el área contraria, Remiro salió a los pies de Joseph y Aramburu le arrebató limpiamente la pelota en la acción ulterior. Fue tras otra contra, claro.
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El VAR salva a la Real
Y la Real se replegó. Tampoco los jugadores que saltaron al campo de refresco le ayudaron. Y el Mallorca buscó el gol por primera vez casi en todo el partido. En su primer córner del partido, el árbitro pitó un penalti que al final no se chutó. Disparó Samu Costa y el balón pagó en el brazo de Barrene, que lo tenía pegado en el cuerpo y no ocupaba un espacio añadido. Era tan flagrante la acción, que el VAR instó al colegiado Galech Apezteguía a revisarlo. Y rectificó, claro, para alivio de los 23.000 espectadores de Anoeta.
Y al final llegó el final, en el minuto 96. Se hizo eterno. Hubo tiempo hasta para que saliera Sadiq. Y el público le pitó. Claro. Mucho que hablar estos días, pero con el alimento de los tres puntos. Buen apetito. Puntos de cine.
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