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Merino intercepta un centro de Van de Beek tras su enésima carrera a la presión. ARIZMENDI
El seguimiento a... Merino

Mikel o Michael, llámenle como quieran

El 'todocampista' navarro aúna el poderío físico de la Premier y el virtuosismo técnico de LaLiga para cuajar otra completa actuación

Gaizka Lasa

San Sebastián

Jueves, 3 de noviembre 2022

Los análisis de la previa confrontaban el poderío físico de la Premier con el tiki-taka de LaLiga. ¿Y si ambas virtudes cohabitan en el ... mismo futbolista? ¿Es Merino un jugador fuerte o habilidoso? ¿Mikel o Michael? Osado quien se atreva a responder. Porque el 'todocampista' navarro volvió a demostrar ayer que aúna cualidades para convertirse en imprescindible en las batallas corporales y desequilibrante en los juegos de pericia con balón.

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Podía estar tranquila la Real en los últimos minutos cuando todo un trasatlántico inglés colgaba balones al área. Allí estaba él para imponerse por alto. Dos cabezazos providenciales sacó en tiempo de descuento para dar aire a su equipo y minar la moral rival. Pero es que poco antes robaba balones cerca del área inglesa lanzándose al suelo. El que rebañó en el 77 es para poner en vídeo a los chavales de las categorías inferiores como ejemplo de arrojo a esas alturas de partido.

Merino se transforma dentro de cada partido. Ahora soy una roca con la que choca tu intento de ataque y ahora muto a un fino pincel que dibuja una obra de arte de asistencia. En el trayecto, arrasa con lo que encuentra. Su robo alto en el minuto 42, que origina la ocasión de gol más clara en las botas de Marín – De Gea la sacó por casualidad–, es una marca de la casa de un futbolista incombustible y talentoso a la vez.

En el minuto 23 se le salió el hombro izquierdo. Gritó de dolor, vio que por allí andaba el brazalete de capitán de la Real Sociedad, y se levantó para seguir manteniendo a flote la nave poco después de recibir el impacto de un gol. En la jugada siguiente, Casemiro lanzó un balonazo a su entrepierna, donde más duele, y lo mismo. Resopló lo suficiente como para volver a acordarse de la misión pendiente y echó a correr. Mucho y en todas direcciones. Entre otras cosas para cortar aquel balón de gol que dejaba a un diablo rojo delante del portero en el minuto 35.

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Estuvo donde había que contener y donde había que generar, más escorado al flanco izquierdo. Fue fundamental al achicar balones al final del partido.

En ataque buscó el balón, lo filtró a posiciones de peligro, lo condujo cuando nadie se ofrecía, lo mimó... ¿Y el pase del minuto 5 a Carlos Fernández (en fuera de juego)? ¿Mikel o Michael? Llámenle como quieran.

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