Así es imposible entrenar mal: «¡Vaya golazo por toda la escuadra!»
Los realistas reciben el aliento de los realzales más jóvenes que abarrotan la grada del José Luis Orbegozo
Había muchas ganas de Real. Había un ambiente más propio de partido que de entrenamiento este lunes en Zubieta. No se recordaba algo parecido ... en mucho tiempo. El aforo cercano a los dos mil espectadores que puede acoger las gradas del José Luis Orbegozo se quedó pequeño ante la cantidad de personas que asistieron ayer a la primera práctica un día después de Navidad.
El horario –las 17.00 de la tarde– y las vacaciones escolares posibilitaron que cientos de jóvenes seguidores blanquiazules se acercaran hasta las instalaciones acompañados de sus familiares y amigos. Ataviados con las camisetas de la Real y pancartas dedicadas a sus ídolos, no olvidaron el rotulador o el bolígrafo para que los jugadores estamparan sus firmas en los balones. Los teléfonos móviles sirvieron como cámaras fotográficas para inmortalizar el momento mediante 'selfies' que se encargaban de hacer los propios futbolistas. Los verdaderos protagonistas eran los más pequeños.
Media hora antes del inicio de la sesión ya estaban ocupados los asientos de las filas más cercanas al campo por estos pequeños incondicionales. Oyarzabal, Imanol y Silva fueron los más ovacionados al saltar a la hierba poco antes de comenzar el entrenamiento, aunque todos los integrantes de la plantilla se llevaron su ración de reconocimiento al término de la jornada.
«¡Vaya golazo por toda la escuadra!», exclamaba un aficionado tras ver un imponente remate de cabeza de Sorloth que se colaba en la portería tras golpear en el poste. Otros aplaudían y no perdían de vista la siguiente jugada. Un gol, una parada o un fallo inocente, toda acción tenía su repercusión en una grada que vibraba como si estuviera presenciando un encuentro en el Reale Arena.
Oyarzabal y Zubeldia fueron los primeros jugadores en acercarse al muro que separa el campo de la tribuna para cumplir los deseos de los seguidores al término de la sesión. Tras ellos fueron el resto de los realistas, como si se tratara de un ejercicio más. Imanol también fue reclamado con mucho interés y recorrió la banda de Zubieta como en su día lo hacía como futbolista, pero esta vez para hacer la delicia de los aficionados con fotos y autógrafos. Con este ambiente era imposible entrenar mal.
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