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Fin de ciclo, ¿o principio?Puerta 22 ·
En el club han mandado señales desde el inicio del curso de que se abría un nuevo periodo, mientras otros vislumbran un proyecto caducoSecciones
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Fin de ciclo, ¿o principio?Puerta 22 ·
En el club han mandado señales desde el inicio del curso de que se abría un nuevo periodo, mientras otros vislumbran un proyecto caducoLas grandes decepciones, derrotas inesperadas, suelen venir acompañadas por sentencias categóricas. Rotundas. Apocalípticas. Una de mis preferidas es la de 'fin de ciclo'. Por supuesto, ... este veredicto viene a dar a entender que hace falta abrir una nueva etapa, que lo viejo ya no vale, tras periodos prolongados de éxito. Durante la época de Guardiola en el Barcelona se anticipó en más de una ocasión de manera prematura el final de ciclo de aquel equipo. Motivado más por las ganas de sus detractores que por la realidad. El día que el técnico de Santpedor abandonó el club después de conquistar 14 títulos en cuatro años, hubo quien se enorgulleció –sin ruborizarse– de haber anticipado el final del ciclo culé dos o tres años antes.
Imanol también tiene sus críticos, como Guardiola, faltaría más, que también anuncian, o llevan anunciándolo algunos años, su final de ciclo en la Real. Quizás lleven razón. O quizás ese ciclo que pensamos todos que sigue vigente desde enero de 2019 haya concluido ya y no nos hemos dado cuenta de que ahora nos encontramos en uno nuevo. Eso, pese a las pistas que ha ido dando el propio club en los últimos meses.
Fin de ciclo no, principio de ciclo más bien. O renovación. Cuando Aperribay abrió el «nuevo libro» de la Real todavía en verano, con la temporada ya empezada, dio a entender que el club se embarcaba en una transición hacia una nueva era. Lo que pasa es que el equipo venía de clasificarse por quinta campaña consecutiva a Europa, registro récord en el club, y a nadie se le podía ocurrir que no estuviéramos hablando de la continuidad del proyecto de la Real campeona de 2021. Ni las salidas de Le Normand y Merino advirtieron de que algo nuevo estaba por venir.
Quién se iba a atrever a creer que el equipo se encontraba en un proceso de transformación cuando lograba avanzar a los octavos de final de la Europa League y se plantaba en las semifinales de la Copa. La Real ha competido, y sobrevivido, en todos los torneos, pero ha pagado caro su esfuerzo y eso se traduce en su posición actual en Liga. Pese a lo mal que le ha ido en el campeonato doméstico, está más cerca de la zona europea de lo que aparenta.
El reto de la Real reside en ser capaz de seguir ganando a la vez que construye. Sigue sembrando. Jugadores como Kubo, Zakharyan, Sucic, Óskarsson, Javi López, Aramburu, Turrientes o Pacheco están lejos aún de alcanzar su madurez futbolística. Lo que ocurre es que la Real se ha instalado en una dinámica frenética de competición en la que es complicado encontrar tiempo. Parar y pensar. Si queremos que Pacheco y Turrientes se parezcan a Le Normand y Merino en un futuro no muy lejano tendrán que jugar más y, por consiguiente, fallar más. Uno no se puede quedar con lo primero sin aceptar lo segundo.
La actual Real también pagó su inexperiencia en su momento. Recuerdo la visita del Villarreal en abril de 2019. Aquel día la Real perdió 0-1 en los minutos finales, pese a no merecerlo. Jugaron hasta seis realistas –Aihen, Merino, Sangalli, Oyarzabal, Barrenetxea y Le Normand– que en la suma apenas superaban la media de edad de 21 años. Tiempo después hicieron historia.
¿Los ciclos los determinan los jugadores o el entrenador? Pensar que clasificarse o no a Europa establece el inicio o final de una era quizás sea el resultado de una mirada demasiado reduccionista de la realidad.
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