Entre ser cuidadosos o no arriesgar
Se preveía un derbi en el que la presión de ambos equipos iba a ser protagonista, lo que ocurrió fue que la Real no la pudo mostrar y el Athletic en cambio sí
Se preveía un derbi de alto voltaje, como lo son todos, pero también uno en el que los dos equipos iban a practicar una intensa ... presión. Así que una de dos. O se tenía mucho cuidado en campo propio con balón o se arriesgaba lo más mínimo con él. La Real optó por la primera vía, mientras que el Athletic apostó por la segunda, así que la pelota rodó más tiempo en terreno blanquiazul que en el rojiblanco, lo que quiere decir que la portería de Marrero vivió más amenazada que la de Simón.
Y no porque el conjunto local asediara en ocasiones de gol al visitante. Fue un partido sin grandes oportunidades de cara a portería que se saldó con tres remates a portería de los vizcaínos y uno por parte de los guipuzcoanos. Aunque la sensación que dio, sobre todo en la primera mitad, es que el área de Simón apenas apareció en el plano y así era muy difícil que la Real pudiera inquietar al adversario.
Si esto iba de presiones en campo rival convendría hablar de las que llevaron a cabo ambos equipos. De la de la Real, sin embargo, poco se puede decir, y no por demérito de los realistas, más bien por esa prevención que se tomaron los bilbaínos a la hora de salir jugando con el balón desde su campo y buscar enseguida el juego en largo. Por un momento se apreció ese 1-4-4-2 en rombo de los visitantes sin la posesión, con Oyarzabal y Brais como referentes arriba, Merino en la mediapunta, Barrene y Zakharyan en los interiores y Zubimendi en la base del diamante. Pero, insisto, fue un esquema que apenas se pudo apreciar porque el Athletic no quiso.
Sancet, Vesga y Galarreta se encargaron de contrarrestar el poderío realista en mediocampo
Los de Valverde, en cambio, sí que se emplearon con decisión a la hora de ejercer su presión y ahí la Real se vio muy penalizada, principalmente en el primer acto. El 1-4-2-3-1 inicial del cuadro vizcaíno se tornó en fase defensiva en un 1-4-4-2, convirtiéndose Sancet en el comodín que o bien tapaba la salida de uno de los centrales junto a Guruzeta, o bien cerraba la posibilidad de conectar por dentro con Zubimendi.
La Real fue muy cuidadosa en no perder el esférico en zonas delicadas, pero sí lo hizo en las inmediaciones de la línea del mediocampo, lo que permitió al Athletic iniciar su construcción con mucho terreno ganado. El propio Imanol lamentó después del partido que el primer gol llegó tras una pérdida de Barrenetxea en la divisoria entre los dos campos.
Merino y Brais Méndez no tuvieron tiempo para recibir el balón de cara y armar la jugada
Los rojiblancos fueron capaces de robar y encontrar a sus jugadores por dentro –Guruzeta o Sancet–, mientras que los guipuzcoanos no conectaron con Merino y Brais Méndez, quienes protagonizaron más disputas que acciones pausadas con la pelota en los pies. Vesga y Galarreta sujetaron muy bien a los dos realistas por los pasillos interiores y el balón no fluyó en ningún momento por la parcela central del terreno de juego. Este sábado fue complicado actuar como centrocampista. Tan solo Zubimendi pudo imponerse en determinadas situaciones a su par gracias a sus giros, pero poco más. En ocasiones la Real se mostró como un equipo demasiado largo en salida, lo que dificultó aún más la tarea de iniciación.
La posición de Nico
El Athletic, por su parte, vivió cómodo lejos de su área y se valió de la posición de Nico para marcar los dos goles de la tarde-noche. En el primero de ellos el menos de los hermanos Williams recibió el balón en tres cuartos de campo, atrajo a Aritz, y puso el balón al espacio a Yuri, a quien Oyarzabal no le siguió, para acelerar la acción del tanto. En el segundo, mientras, ganó la espalda a Le Normand para habilitar a Vesga y que se desencadenara una interminable sucesión de rebotes que acabaron con el golpeo de Berenguer en el fondo de las redes.
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