Arsen Zakharyan: «Ya me gustaba la Real de Griezmann y Vela, y luego Karpin me animó a venir»
El de Samara sabía que «la competencia iba a ser muy alta» pero dice que «jugar al lado de futbolistas tan buenos me ayuda a progresar»
Arsen Zakharyan (Samara, 2003) es uno de los grandes desconocidos de la plantilla. Llegó en agosto desde Moscú con 20 años con el reto ... de adaptarse a uno de los mejores equipos de la Liga y el hándicap del idioma y un fútbol diferente al que había conocido. Se le ve feliz en San Sebastián y con la cabeza bien amueblada. Con la ayuda de Eugenio Sokolov, que nos hace de intérprete, buceamos en el interior de este joven ruso de sentimiento armenio que a los 11 años ya vivía en una residencia de futbolistas y al que una leyenda txuri-urdin como Karpin le hizo debutar en la selección y le animó a venir.
– ¿Qué tal estos primeros meses en la Real?
– Todo ha ido perfecto. El recibimiento del vestuario ha sido muy bueno. Para alguien que viene de fuera es algo para valorar. No esperaba la relación que estoy teniendo con los compañeros y con los empleados del club para que no me falte de nada.
– ¿En quiénes se apoya más?
– Tengo más relación con los que hablan inglés, aunque todos son muy abiertos. Es una pena la barrera idiomática, por eso paso más tiempo con Kieran Tierney, que también ha venido este año como yo y habla inglés.
– Imanol le dijo que aprendiera castellano o euskera, lo que fuera, pero que aprendiera algo...
– Estoy estudiando castellano y no me parece un idioma fácil. Estudio dos horas en Zubieta durante tres días, porque hasta ahora hemos tenido partidos entre semana y hemos viajado mucho.
– Vayamos a sus orígenes. ¿por qué le dio por el fútbol?
– He nacido en Samara, Rusia. Mi familia es muy futbolera. Mi hermano mayor David también jugó al fútbol hasta que se lesionó y el pequeño, Artur, tiene buenas maneras. Mi familia tenía una casa con un pequeño jardín en el que jugaba con mi hermano y dos árboles como portería. Era un terreno de tierra y un día mi abuela plantó hierba para que se pareciese más a un campo de verdad. La intención era buena pero el experimento no salió bien –risas–. Con 6 años entré en un club llamado Wings of Soviets.
– No me diga que su abuela también era futbolera...
– Mi abuela pasaba mucho tiempo con nosotros porque mis padres trabajaban. Muchas veces también nos llevaba a entrenar y a los partidos cuando mi padre no podía porque tenía trabajo en la construcción.
– Pertenece a una familia armenia. ¿Cómo llegaron a Rusia?
– Mi padre es de Karabaj y mi madre de Erevan, la capital de Armenia. Vivían en Mardakert, en la región del alto Karabag, y en los noventa emigraron a Rusia por la guerra en Nagorno Karabaj
– ¿En casa hablan en armenio o en ruso?
– Mis padres hablan en armenio entre ellos y nosotros contestamos en ruso. Yo no sé mucho armenio aunque lo entiendo. Mi idioma es el ruso porque me he criado en Rusia desde que nací. Mi padre está todo el día pendiente en el móvil de las noticias de su país. Hablas con él y sabes que tiene la cabeza en otro sitio.
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– ¿Ha estado en Armenia?
– El año pasado fui pero no pudimos visitar Karabag, donde nació mi padre, por la guerra. La situación es bastante complicada y amigos y familiares también tuvieron que escapar de allí. Deseo que se arregle todo, que haya paz y que en esa tierra puedan vivir los que siempre lo han hecho.
– Como tantos, no parece un conflicto que tenga fácil solución...
– Históricamente es un territorio armenio pero en los últimos meses ha estado bloqueado por el gobierno de Azerbaiyán. La gente ha tenido que escapar para buscarse la vida en otro lado, la mayoría en Armenia. Sigo pensando en que todo se arreglará un día y que los armenios podremos volver a nuestras raíces. Me gustaría mucho ir con mi padre a conocer donde nació pero ahora es imposible.
– ¿Se podría decir que es un ruso con sentimiento armenio?
– Estoy muy contento de haber nacido en Rusia porque me ha dado todo lo que soy pero también tengo otra patria histórica: Armenia. Son dos sentimientos que conviven dentro de mí.
– En el fútbol ha elegido jugar con la selección rusa...
– Desde los 14 años he jugado en las categorías inferiores de Rusia y luego he seguido la escalera hasta llegar a la absoluta. Para mí ha sido un proceso natural.
– ¿Sabe que hay lingüistas que establecen un origen común entre el armenio y el euskera?
– Cuando fiché por la Real mi padre me dijo que hay muchas palabras en armenio y en euskera que son iguales. He visto en internet que también hay similitudes en costumbres y el folclore.
– Regresemos a su infancia. ¿Era buen estudiante?
– Hasta los 14 años aprobaba todo pero luego fui a Moscú cuando me fichó el Dinamo y la exigencia era mayor por los entrenamientos y los partidos.
– ¿Su asignatura preferida?
– Gimnasia –se ríe–.
– ¿Quién ha sido la persona que más ha influido en su carrera?
– Tengo un gran recuerdo de mi primer entrenador, Vladimir Korolev, que me cogió con 6 años. Había sido futbolista profesional, jugaba de delantero, y era una leyenda en la ciudad. Mantuve el contacto con él hasta que murió hace dos años. Me enseñó muchas de las cosas que sé.
– ¿Cómo cuáles?
– Cómo recibir el balón, cómo desmarcarme, los golpeos... Después de los entrenamientos se quedaba conmigo para tirar faltas y córners. Si tengo tan buen golpeo es en gran medida culpa de él.
– Con 13 años prueba con el Zenit de San Petersburgo pero le rechazan...
– Estuve un mes a prueba con otro chico de Krasnodar y como no me dijeron nada, me volví. Me imagino que a él le cogerían porque era mejor que yo.
– ¿Cómo aparece en el Dinamo de Moscú un año más tarde?
– Me llamó un ojeador del club tres meses después de regresar de San Petersburgo. Me dijo que me querían fichar, no hacer una prueba, y no me lo pensé.
– ¿Fue muy grande el cambio?
– No tanto, porque desde los 11 años ya vivía en la residencia de la Academia Konoplyov de Samara, que era un internado para futbolistas. Ir a Moscú no supuso mucho cambio. No me preocupaba vivir solo porque estaba acostumbrado.
– En el Dinamo todo le va rodado porque a los 17 años ya debuta en la primera división rusa...
– Desde los 16 años jugaba en el filial de segunda y estaba preparado para dar el salto. No era un novato. En 2020 llegó el entrenador alemán Sandro Schwarz y decidió apostar por los jóvenes. Yo fui uno de ellos. El día de mi debut como titular, ante el Akhmat Grozny, marqué un gol y provoqué un penalti y ya fui fijo en sus planes los siguientes meses.
– ¿En qué posición jugaba?
– De extremo derecho como Kubo. En aquel momento todos los jugadores del Dinamo tenían mucha calidad y no era fácil jugar por dentro. Algo parecido a lo que me ha pasado ahora en la Real.
– Estuvo a punto de ir a la Eurocopa 2021 tres meses después de su debut...
– El seleccionador me llamó y estuve cuatro días entrenando pero una enfermedad impidió que fuese convocado para el torneo.
– Al final sería Karpin el que terminó haciéndole debutar en la selección en septiembre de 2021. ¿Ya sabe que jugó en la Real?
– Sí, hombre, claro que sí. Se acordó de mí para los partidos de la clasificación para el Mundial. En Rusia es una autoridad en el mundo fútbol y muy respetado. Era muy exigente como jugador y lo es como entrenador. La forma que tiene de que jueguen sus equipos es muy similar a la de Imanol.
– Será porque ambos fueron compañeros en la Real. ¿Quién de los dos tiene más carácter?
– Con Karpin he convivido menos y con Imanol lo hago a diario desde que llegué. Quizás Imanol tenga un carácter más fuerte que Karpin –risas–, pero también es un técnico muy cercano.
– En 2022 dieron por hecho su fichaje por el Chelsea en Inglaterra. ¿Qué pasó?
– El Chelsea negoció con el Dinamo para ficharme pero empezó la guerra en Ucrania y surgieron asuntos burocráticos entre los gobiernos que echaron la operación atrás. De un día para otro se enfrió todo.
– ¿Llegó a creer que la guerra le impediría dar el salto a una de las grandes ligas de Europa?
– No pensaba que fuera a afectar a mi carrera. Estaba en contacto con mi representante, que me decía que había interés de otros clubes, y siempre estuve tranquilo.
– ¿Ha bajado el nivel del fútbol ruso por las sanciones derivadas de la guerra?
– Sí que lo ha hecho porque muchos buenos jugadores extranjeros abandonaron la liga rusa y perjudicaron el nivel del campeonato. Con la selección solo podemos jugar amistosos, ya que no podemos tomar parte en competiciones oficiales.
– ¿Cree que es justo que no puedan hacerlo?
– Yo creo que el deporte debe permanecer al margen de la política.
– ¿Qué perspectiva tiene un ruso de la guerra en Ucrania?
– Yo no soy político, soy deportista. Mi deseo es que haya paz para que la gente viva tranquila.
– ¿Cuándo oye hablar de la Real por primera vez?
– A principios de agosto. Una semana después me dijeron que ambos clubes ya tenían muy avanzadas las negociaciones.
– ¿Qué sabía del club realista?
– Yo desde pequeño he seguido mucho la Liga española y me gustaba aquella Real de Griezmann y Vela que se clasificó para la Champions. No era un club desconocido para mí.
– ¿Pidió referencias a Karpin o a Khokhlov, que fue entrenador del Dinamo?
– Con Valery hablé por teléfono y me animó a que fichara por la Real. Todo lo que me dijo fue muy positivo. Con Khokhlov lo hice a través de un amigo común y también me llegaron buenos consejos. Los dos me dijeron que se trataba de un club que se preocupa mucho por el jugador.
– ¿Por qué eligió la Real?
– Yo quería jugar en la Liga y cuando me llamó no tuve dudas.
– ¿Qué diferencias ha encontrado respecto a la liga rusa?
– Sobre todo la intensidad en el juego. Aquí hay que pensar muy rápido, antes casi de recibir el balón. Allí tienes tiempo y espacio para jugar la pelota y aquí estás con un rival pegado en todo momento. Hay que decidir rápido.
– ¿En qué ha mejorado en estos seis meses aquí?
– En el plano físico. Al llegar noté que estaba muy debajo de los demás. Ahora me encuentro mejor. Al principio me costaba seguir el ritmo de juego y después ya he podido completar los 90 minutos. Es cuestión de adaptarse.
– ¿Cuándo empieza a darle la vuelta a la situación?
– El primer mes y medio estuve enfermo. Luego fue muy importante cuando Karpin me llamó en el primer parón internacional para decirme que no me iba a convocar con Rusia para que me entrenase a fondo en Zubieta y cogiese el ritmo que necesitaba en la Real. Me dio mucha tranquilidad y esos parones con entrenamientos intensos me vinieron bien para ponerme al ritmo de los demás.
– ¿Su mejor partido en la Real?
– El de Villarreal y contra el Salzburgo en Anoeta. Acabé muy contento. Creo que di un buen nivel. En lo colectivo me quedo con el de Milán, aunque individualmente lo pude hacer mejor.
– Allí se enfrentó al gran referente armenio, Henrikh Mkhitaryan. ¿Le hizo ilusión?
– Mucha. Antes del sorteo quería que nos tocase el Inter para jugar contra él. El destino quiso que así fuera. Llegamos a coincidir en el campo disputando algún balón y fue algo muy grande. Antes del partido hablé un poco con él.
– ¿No le pidió la camiseta?
– Que va. Había fiesta en el vestuario por ser primeros de grupo y para cuando salí ya se había largado. Otra vez será. En el futuro espero conseguirla.
– En el Dinamo marcó 19 goles en 89 partidos y aquí aún no se ha estrenado, ¿tardará mucho?
– Ya llegarán los goles. Lo importante es tener ocasiones. He dado varios palos, los porteros me han hecho algunos paradones... No es algo que me preocupe.
– En su día Karpin fue a una iglesia ortodoxa de Biarritz y empezó a marcar. ¿Se lo ha pensado?
– Yo también soy ortodoxo. No lo sabía. En cuanto pueda me acercaré y seguro que empiezo a marcar –risas–. Pienso ir.
– Dónde le gusta jugar más, ¿por fuera o por dentro?
– Mi posición natural es de centrocampista jugando por dentro pero no tengo problema en hacerlo por fuera, tanto en la derecha como en la izquierda. Lo importante es jugar. La competencia en la Real es muy alta pero cuando vine sabía que iba a ser ahí. Gracias a eso estoy mejorando mi nivel. Jugar al lado de esos jugadores ayuda a progresar.
– En Youtube salen muchos goles suyos con el Dinamo desde fuera del área y aquí aún no le vemos disparar desde lejos...
– Hay que ir poco a poco. Ya voy ensayando y algún día entrarán. En Pamplona en la Copa tuve una buena ocasión. Voy entendiendo que cada vez hay que asumir más responsabilidades en ataque.
– La Real lleva 36 años sin jugar una final con público. ¿Cómo ve las semifinales de Copa?
– Estoy convencido de que vamos a llegar a la final. ¿Jugar con público? En 2022 ya disputé la final en Rusia contra el Spartak ante 70.000 espectadores en el Luzhniki. El ambiente fue increíble aunque perdimos 2-1. Yo marqué el gol del Dinamo.
– Otro frente ilusionante es el de la Champions, ¿qué opciones tiene la Real de pasar ante el PSG?
– Veo la eliminatoria al 50% como mínimo. Estamos muy convencidos de lo que podemos hacer.
– ¿Qué destacaría del rival?
– A Mbappé, que es uno de los mejores del mundo. Pero en cada posición tienen grandes futbolistas. En una selección mundial. Pero no veo a la Real más débil que el PSG. Creo que vamos a hacer un buen papel y que vamos a pasar.
– ¿Alguna ventaja tendrá la Real?
– Seguir jugando como lo hacemos. No encerrarnos los once atrás. El nivel que tenemos nos permite jugar ante cualquiera sin renunciar a nuestro estilo.
– ¿Cómo está su tobillo?
– Bastante mejor. Espero estar disponible para entrar en la lista para estos dos partidos ante el Girona y el Mallorca.
– ¿Qué le gustaría conseguir en la Real en estos seis años que ha firmado?
– No miro tan lejos. Ahora quiero aprender el idioma y adaptarme lo antes posible para ser titular, meter goles y dar asistencias.
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