Una ruptura cocida a fuego lento
La salida de diez jugadoras por diferencias con la entrenadora y el club obliga ahora a la Real a levantar un nuevo proyecto
Bajan las aguas revueltas en la sección femenina de la Real Sociedad después de que nueve jugadoras hayan decidido no aceptar la oferta de renovación ... del club por dos años y una décima ni siquiera haya tenido la posibilidad de continuar al no tener ofrecimiento de la Real. Un final de temporada que debía ser plenamente positivo porque la Real, quinta clasificada, ha dado un salto de calidad hasta competir con prácticamente todos los equipos de la liga, casi siempre con aspiraciones a conquistar el tercer puesto de acceso directo a la Liga de Campeones, acaba con regusto amargo.
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Las jugadoras salientes han dejado entrever en sus mensajes de despedida sus diferencias con la entrenadora Natalia Arroyo al omitir cualquier guiño hacia ella y ésta a su vez ha tratado de poner en valor el trabajo colectivo para tratar de esquivar las desavenencias habidas de puertas hacia dentro, algo que por otra parte deja de ser noticia porque no es la primera vez que no hay comunión entre jugadoras y técnicos. Otros entrenadores en el pasado también salieron escaldados, de hecho, ninguno ha estado más de tres temporadas seguidas en el banquillo.
Ha sido acabar la competición y poner todas, jugadoras y entrenadoras, pies en polvorosa. Nada se sabe de Natalia Arroyo. En una decisión sin precedentes, ha dado por finalizada la temporada sin hacer balance de la misma cuando se hace más necesario que nunca saber qué responsabilidad tiene en la marcha de diez de sus jugadoras. Arroyo, periodista de profesión y la primera en denunciar públicamente la necesidad de apoyar el fútbol femenino, ha sido la primera que se ha olvidado de la Prensa. Esa decisión de dar carpetazo de forma abrupta a su primera temporada en la Real no ha hecho más que alimentar los rumores. Tampoco las jugadoras salientes han querido conceder entrevistas más allá de Mariasun Quiñones.
La Real ofreció dos años a las jugadoras antes de final de año y ninguna aceptó las condiciones
La marcha de medio equipo deja un vacío infinito por el número y por quiénes son. Salen de la Real Sociedad buena parte de las jugadoras que conquistaron la Copa en Granada en 2019 y las que con el paso de los años han incrustado al equipo como uno de los referentes de la Liga. Han puesto fin a su etapa en la Real la capitana y baluarte Nahikari García (200 partidos en la Real), Mariasun Quiñones, Kiana Palacios, Leire Baños (216), Lucía Rodríguez, Itxaso Uriarte (261), Bárbara Latorre, Manu Lareo, Nuria Mendoza (178) y Maitane López. Cuatro están entre las diez que más partidos han jugado en la historia con la camiseta de la Real. Eizagirre, Torre, Etxezarreta e Iparragirre son las únicas que siguen de las que ganaron la Copa.
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Doce jugadoras con contrato
Algunas como Nahikari o Lucía se marchan a proyectos que tienen pinta de que pronto pelearán por ganar títulos como el Real Madrid; Maitane apunta al Atlético; Nuria Mendoza, Leire Baños y Bárbara Latorre van camino del Levante para jugar Champions, pero otras han recalado en proyectos menos ambiciosos, caso de Uriarte y Quiñones, quienes ha sido presentadas esta semana en Lezama.
Estas salidas llegan en un momento en el que la apuesta del club había dado forma a un bloque profundo y versátil con aspiraciones a tener continuidad y quién sabe si con el reto de jugar en Europa.
Hoy, la Real Sociedad cuenta con solo doce jugadoras y no tiene otra que empezar a edificar otro proyecto sobre una base de jugadoras de mucha calidad pero todavía con pocos partidos en Primera lo que obligatoriamente le va a llevar a sumergirse en el mercado para firmar experiencia. En el club están convencidos de que van a dar forma a un equipo competitivo.
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Tienen contrato las porteras Adriana Nanclares y Elene Lete, las laterales Iraia Iparragirre y Nuria Rábano, las centrales Ane Etxezarreta, Maddi Torre y Ana Tejada, la centrocampista Gemma Gili y las atacantes Cecilia Marcos, Nerea Eizagirre, Amaiur Sarriegi y Sanni Franssi. De las doce, siete son guipuzcoanas. Iris Arnaiz (Deportivo Abanca), Isabella Echeverri (Sevilla) y Jana Fernández (Barcelona) son nombres que podrían recalar en la Real.
Cada vez más profesionales
Explicar cómo se ha llegado a esta situación obliga a remontarse a las proclamas de Nahikari a la dirección deportiva en la resaca de la consecución de la Copa. En ese momento la capitana reclamó al club que hiciera una «verdadera apuesta» por la sección femenina. Ella fue la que empujó al consejo de administración a que mejorara las condiciones contractuales y de entrenamiento del equipo, con fichajes si hacía falta, a condición de quedarse en la Real en un momento en el que era una de las mejores jugadoras de la Liga y objetivo de clubes.
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La reclamación tuvo respuesta. Su apuesta se tradujo una temporada después en la firma de jugadoras de primer nivel hasta dar forma al mejor bloque que nunca ha tenido la Real, liderado por una entrenadora debutante en la élite, Natalia Arroyo, que encajaba en la idea que Roberto Olabe tenía en la cabeza.
La Real había dado el salto dando continuidad al cambio de mentalidad que Gonzalo Arconada logró en el vestuario con entrenamientos diarios, más cerca de la plena profesionalización.
Al tiempo que el club hizo esta apuesta creció la competitividad dentro del grupo, con dos jugadoras como mínimo por puesto, y Arroyo, con plenos poderes, sentaba en el banquillo a referentes como Nahikari y Quiñones, alterando los roles de los últimos años y a su vez descolocando a algunas de ellas, que no escondían su malestar en la intimidad.
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Los buenos resultados y el alto nivel competitivo ofrecido por el equipo en muchos tramos de la última temporada escondió ese malestar, pero dentro del vestuario ya se ponía en cuestión a la entrenadora por determinados planteamientos de partido, por su poco acierto a la hora de hacer los cambios y porque su fuerte personalidad tampoco ayudaba. Desde la dirección deportiva se respaldaba a la entrenadora porque su alta exigencia diaria comulgaba bien con lo que se pretendía. La relación entre la dirección del club y Nahikari, principalmente, empezaba a desgastarse.
Pese a todo, el club, en aras a darle continuidad al proyecto, ofreció a nueve jugadoras la renovación por dos años antes de que acabara 2020, algunas de ellas representadas por el aita de Nahikari. No tuvo oferta Manu Lareo. Ninguna de las propuestas que la Real puso encima de la mesa reducía las cantidades percibidas en el último contrato.
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Ahí la cuerda empezó a tensarse todavía más porque las jugadoras entendían que los nuevos contratos debían ir acorde al notable rendimiento ofrecido en el campo. El club, en cambio, en un momento de restricciones económicas por el Covid consideró que esos contratos por dos años eran suficiente de acuerdo siempre a lo poco que, por el momento, genera para las arcas hoy el fútbol femenino.
Pasaron los meses, el equipo siguió ganando y en los despachos no hubo avances. Al menos en los de Anoeta porque algunas de esas nueve jugadoras ya habían apalabrado su fichaje por un tercero. No hubo acuerdo.
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El club trabaja para dar forma a un equipo que siga siendo competitivo bajo el mando de Natalia Arroyo
En el club están convencidos de que han hecho todo para conseguir la continuidad de las jugadoras; ellas, lo contrario. En la Real consideran que la fuerte personalidad de Nahikari, su influencia en el vestuario, ha arrastrado a algunas de sus compañeras. A la Real le hubiera gustado la continuidad de Nuria Mendoza.
La Real pierde a medio equipo, la mitad referentes. Solo Itxaso Uriarte sale reconocida con la insignia de oro y brillantes por sus diez temporadas. Del resto, lo poco que se sabe ha llegado en sus clubes de destino. Quiñones y Uriarte, en Lezama; Nahikari, en Valdebebas... La Real ya trabaja para recomponerse.
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