La exigencia de un sueño cumplido
Offside ·
El nuevo Anoeta facilitará el crecimiento del club pero también eleva las obligaciones deportivas a la altura de las ilusiones generadasEn dos días el sueño se hará realidad. El viejo anhelo de generaciones de blanquiazules cobrará cuerpo: la Real por fin tendrá un campo de ... fútbol moderno. No sé cuándo ha podido presumir de algo igual en sus 110 años de historia. Quizás cuando se levantó Atocha allá por 1913 con aquella grada principal de madera al estilo de los campos ingleses y dos pequeños graderíos en los fondos. Porque después el paso del tiempo le hizo ir casi siempre a remolque.
En los cincuenta se construyeron los fondos definitivos de Mujika, en los terrenos de la fábrica de muebles Hermanos Mujika, y el de Frutas junto al mercado. Eran años en los que se levantaron el Bernabéu, Camp Nou, La Romareda o el Pizjuán. El Calderón, El Sadar y el Carranza llegarían en la siguiente década.
Para los setenta, cuando se cubrieron todas las tribunas y se completaron las zonas sin graderío, la Real ya competía en inferioridad de condiciones con sus rivales. Disfrutaba de la cercanía de su afición pero se encontraba con un recinto muy limitado en su aforo y en unas condiciones cada vez más precarias.
Con la celebración del Mundial 82 la mayoría de los estadios que acogieron la competición fueron remodelados con ayudas públicas -solo se construyó el Nuevo Zorrilla en Valladolid-, pero San Sebastián se quedó fuera al ser inviable la remodelación de Atocha y no existir consenso institucional sobre el nuevo campo que Orbegozo quería levantar en Zubieta en los terrenos de la actual ciudad deportiva. Así se dio la paradoja de que mientras la Real era el mejor equipo de principios de los ochenta, con un subcampeonato y dos títulos de Liga entre 1980 y 1982, jugaba en el peor campo de la Liga.
La situación era tan insostenible que a finales de esa década, ya con Alkiza en la presidencia, se acordó la construcción de Anoeta con una financiación compartida por el Consejo Superior de Deportes, el Gobierno Vasco, la Diputación, el Ayuntamiento y la Real. Sin embargo para que los gobiernos vascos y central colaborasen con seis y tres millones, lo que les tocaba, la condición fue que la instalación debía albergar una pista de atletismo. Una condena que la afición ha debido soportar un cuarto de siglo.
Oportunidad para crecer
Contar con un campo moderno para casi 40.000 espectadores es importante desde todos los puntos de vista. Socialmente porque ya ha permitido que se alcance una cifra récord de socios cercana a los 33.000 y que las nuevas generaciones se enganchen al equipo, algo que en el antiguo estadio era imposible por la falta de localidades atractivas y la lejanía con el campo. En lo económico representa un empujón, tanto por el incremento en los abonos como, principalmente, por lo que supondrá para tener un mejor posicionamiento en el reparto de los derechos televisivos, ya que la asistencia a los estadios y el número de socios va a tener cada vez más importancia a la hora de repartir estos ingresos.
En lo deportivo es indudable que contar con el nuevo Anoeta convierte a la Real en un club aún más atractivo para los jugadores, que siempre han valorado su seriedad en lo económico, sus instalaciones de entrenamiento y la filosofía de cantera, pero que contaba con un campo que echaba para atrás en lo ambiental. Ahora ese hándicap desaparece, aunque disponer de un nuevo estadio no garantiza nada. Reduce las distancias con los competidores más directos, sí, pero no hay que olvidar que Valencia, Sevilla, Betis y Athletic siguen teniendo campos mucho más grandes, acordes al tamaño de sus ciudades, y contando con más socios. Para la Real Anoeta representa una oportunidad para crecer.
Aprovechar el momento
Cuando en 1993 se produjo la mudanza de Atocha a Amara el club aumentó su masa social de 12.000 a 19.000 socios, pero eso no se tradujo en una mejora deportiva. De hecho, en sus primeras veinte temporadas Anoeta solo conoció dos participaciones continentales -98/99 y 03/04- frente a tres años en Segunda, cuando entre 2013 y 2018 ha vivido una de Champions y dos de Europa League. Tener un estadio moderno debe ser un refuerzo y un estímulo para apuntalar la política del club.
Ahora, a diferencia de 1993, el club tiene clara la línea a seguir. Entonces se vio sorprendida por la Sentencia Bosman que en 1995 anuló la condición de extranjeros para los jugadores de la Unión Europea, lo que llenó la Liga de futbolistas de numerosos países cuando hasta entonces solo se permitían tres no españoles por equipo. La Real pasó de contar en 1995 con Karpin y Kodro como foráneos a tener seis dos años más tarde -Kovacevic, Gica, Mild, Mutiu, Gómez y Yaw- y el Deportivo llegó a formar con un once sin españoles.
A pesar de momentos fugaces de esplendor en 1998 y 2003, coincidiendo con el acierto en los fichajes, el entrenador y la existencia de un ramillete de buenos canteranos, el club entró en un declive que le llevó a Segunda División y a ver amenaza su supervivencia en la pasada década.
Fue entonces cuando la necesidad le obligó a entender que la cantera siempre será su razón de ser, aunque deba adaptarse a los nuevos tiempos. Para ello modernizó primero Zubieta y le aplicó una metodología que ha convertido su centro de formación en la envidia de los demás clubes. Y después abrió las puertas del primer equipo a los jóvenes en una relación que acoge, entre otros, a Illarramendi, Griezmann, Iñigo, Pardo, Zaldua, Aritz, Odriozola, Oyarzabal, Zubeldia, Aihen o Barrenetxea, internacionales absolutos o en las categorías inferiores la mayoría de ellos.
Ahora convertido en un club atractivo por su filosofía y su propuesta de juego en los últimos años, quiere dar un paso más mediante la aglutinación de talento, propio y externo. Si el club se caracteriza por su producción de talento por qué no va a ser capaz de desarrollarlo. En este contexto se entienden las incorporaciones de Isak, Odegaard, Remiro, Sagnan y Robert Navarro, que han convertido a la Real en la plantilla más joven y con más margen de progresión de Primera. Ahora lo que hace falta es confirmarlo en el día a día, porque el fútbol no hace prisioneros y vales tanto como tu último resultado. Eso sí, con un campo como Anoeta el camino debe resultar más fácil aunque también la exigencia será mayor, a la altura de las expectativas. No puede ser de otra manera.
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