Real Sociedad
Europa se rinde al modelo RealLa juventud del equipo, la valentía de los jugadores y una puesta en escena atractiva acaparan los elogios de los rivales a los que se ha enfrentado
Europa está descubriendo a la Real. El brillo y la repercusión de la Champions no tiene parangón con ninguna otra competición, y las exhibiciones ... ante el Inter, Salzburgo y ahora el Benfica han colocado al equipo de Imanol en el escaparate internacional. No solo por los resultados que le hacen liderar su grupo sino también por el juego desplegado que ha dejado sorprendidos a los rivales.
La satisfacción en la plantilla es máxima como se pudo comprobar en el vuelo de vuelta desde Lisboa. Caras alegres, rostros relajados, bromas de unos a otros. La Real ha conseguido mantener esa cercanía y esa familiaridad que siempre ha existido entre directivos, técnicos y jugadores aunque ahora mismo esté peleando con los mejores clubes de Europa. El crecimiento deportivo no ha restado, en este sentido, ni un ápice del potencial humano que se esconde detrás del éxito.
Estas tres primeras jornadas han colocado a la Real en el foco mediático. ¿De dónde ha salido este equipo que juega tan bien con jugadores sin mucho nombre? Esta era la pregunta que se repetían los periodistas portugueses en Da Luz tras el partido. Desde aquí podríamos darles algunas claves que les ayuden a comprender el crecimiento en los últimos años hasta llegar aquí.
Sentimiento de pertenencia. Imanol puso en valor en la víspera del partido la idiosincrasia del club y el hecho de que había entrenado en las categorías inferiores a muchos de los jugadores de ahora, lo que se traduce en un fuerte vínculo en las dos direcciones. «Les he conocido de chavales y hasta he conocido a sus primeras novias», señaló el de Orio. Los Zubeldia, Oyarzabal, Aihen, Zubimendi, Le Normand, Barrenetxea y compañía pasaron por sus manos antes de llegar al primer equipo. Los seis, junto a los navarros Remiro y Merino, integraron el once que deslumbró en Da Luz a un Benfica que llegó a cuartos en la última edición de la Champions.
Kubo y Barrenetxea, ambos nacidos en 2001, se bastaron por sí solos para destrozar por las bandas a un equipo como el Benfica
La cantera es muy importante para el club porque constituye una de sus señas de identidad. La recuperación de Oyarzabal, el salto de calidad de Barrenetxea, la confirmación de Zubeldia como un gran central y la madurez de Zubimendi son razones que soportan el gran inicio de temporada. Futbolistas que nacieron siendo de la Real y que juegan para el equipo del que son aficionados. Eso no se encuentra en la Champions. Por ejemplo, en el Benfica solo Antonio Silva y Joao Neves salieron de su academia.
Acierto en los fichajes.Los tres jugadores que completaron a los ocho citados fueron Traoré, Brais y Kubo. Tres ejemplos del buen ojo del club en el mercado, algo que es fundamental para tener éxito deportivo. Pero más allá de sus condiciones deportivas, el factor diferencial es el humano. Saber que son personas que trabajan para el grupo y que anteponen el colectivo a lo individual es cada vez más importante en el deporte de élite como se está comprobando.
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Por eso la Real ha acertado tanto con sus fichajes. Desde la llegada de Olabe en 2018 la lista es larga: Merino, Remiro, Odegaard, Portu, Monreal, Isak, Brais, Kubo... Jugadores con talento y talante para encajar y ser queridos por el vestuario, lo que refuerza el aspecto grupal. Además, con la humildad suficiente para entender que vienen a un club a crecer y que ello pasa por trabajar muy duro.
La Real acaparó el 62% del balón en Da Luz, duplicó los pases del rival, hizo más remates y hasta ganó el doble de duelos aéreos
Ahora mismo hay pocos clubes en Europa tan atractivos para un futbolista joven que quiera hacer carrera. Odegaard e Isak son dos buenos embajadores, como se demostró en el caso del noruego cuando recomendó a Tierney que viniese a Donostia. En esa línea de contrataciones han llegado últimamente Cho y Zakharyan, jugadores aún por hacer pero que tienen un futuro prometedor por delante.
Juventud, divino tesoro. Salvando las distancias, la Real se podría comparar al Ajax de 2019 que maravilló a Europa y que estuvo a punto de jugar la final de la Champions. En aquel equipo jóvenes como Onana, Mazraoui, De Ligt, De Jong o Van de Beek que querían comerse el mundo mezclaban bien con otros más experimentados como Blind, Tagliafico o Tadic que se compensaban para hacer un grupo competitivo. Ziyech estaba entre ambos.
Ahora Kubo y Barrenetxea, ambos nacidos en 2001, son capaces por sí solos de conquistar Da Luz y ser determinantes en la Champions. O Zubimendi, que con 24 años, se ha convertido en uno de los mejores 'cuatro' del continente. Pacheco, Turrientes, Urko, Olasagasti, Marrero, Cho o Zakharyan son otros futbolistas nacidos en este siglo que forman parte de la plantilla. La edad media del plantel es la segunda más joven de la Liga, por detrás del Valencia, y solo Traoré supera la barrera de los 30 años.
La diferencia de la Real con el Ajax o el propio Benfica es que tiene una fortaleza económica para dar continuidad al proyecto porque tiene un presupuesto equilibrado en el que no necesita vender para cuadrar sus cuentas. El conjunto lisboeta maneja 200 millones de gasto pero solo cubre 100 con sus ingresos recurrentes. El resto depende del dinero que recibe de Champions, el año pasado fueron 56 millones, y de la venta de jugadores. Por eso se ha desprendido en apenas un año y medio de Enzo Fernández, Gonçalo Ramos o Grimaldo, lo que le hace cambiar mucho su fisonomía de una temporada a otra, algo que en la Real no ocurre.
Un modelo de juego. Al igual que el Ajax de Ten Hag de hace cinco años, la superioridad de la Real también se está soportando en un dominio del juego. Lleva años trabajando en una idea que lo hace reconocible y que reduce a la mínima expresión a sus rivales. Inter, Salzburgo y Benfica lo han sufrido en sus propias carnes. Superándoles, además, con tácticas distintas.
Al Inter lo asfixió mediante una presión muy alta en campo contrario con la que lo maniató. A los otros dos rivales les ganó desde el juego posicional. El buen manejo de la defensa en la salida del balón, la presencia de Remiro como un jugador más y tres centrocampistas a los que es imposible robarles la pelota hace que el adversario se vea obligado a perseguir sombras. Sobre todo si los tres de arriba fijan a la línea de cuatro defensiva rival.
Roger Schmidt no se atrevió a soltar a uno de atrás para emparejarlo con Brais y adelantar una pieza más arriba que neutralizara el rondo interminable en el que convirtió la Real el partido. Los datos son elocuentes: 62% de posesión, el doble de pases dados (519 frente a 284), once remates contra cinco y una superioridad en la estadística de los 'expected goals' de 0,94 ante 0,49.
Sin embargo, es un equipo tan versátil que cuando se tiene que remangar también lo hace a la perfección. Eso se demuestra en que fue superior en duelos (67-56) con un predominio en los balones aéreos, donde ganó 22 y perdió 10. Curiosamente, a pesar de tener tanto el balón, cometió tres veces más faltas que el Benfica (15-5) porque el esférico le permitió agruparse y estar cerca para presionar tras pérdida con el objetivo de robar o cortar la contra del adversario.
Son varias las razones que se esconden detrás de las exhibiciones en la Champions y que han convertido para muchos a la Real en el equipo que mejor juega de la competición. Esto no ha hecho más que empezar pero la tarjeta de presentación que ha dejado ante sus tres rivales no ha podido ser mejor.
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