Europa tiene que ver a esta Real

A dieciseisavos ·

Se comporta en Nápoles como un equipo grande con una personalidad arrolladora y un estilo definido para avanzar en la Europa League

Álvaro Vicente

San Sebastián

Viernes, 11 de diciembre 2020, 06:32

De estar fuera en el minuto 92, a ser uno más en el sorteo de dieciseisavos el lunes que viene. La Real continuará su concurso ... en la Europa League porque la competición se merece que un equipo con un estilo definido que le ha puesto por delante de la mayoría de sus rivales, con un fútbol moderno y ambicioso, siga con opciones de inscribir su nombre en la lista de ganadores históricos. Es justo colocarlo como candidato porque ayer, en el campo de uno de los grandes favoritos a ganar la Europa League, un Nápoles de Liga de Campeones, se comportó como lo que es, un equipo grande con una personalidad arrolladora y un estilo definido.

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No habría sido justo que el aficionado de Europa se perdiera las exhibiciones que ofrece esta Real, que, con el de ayer, suma ya doce partidos seguidos sin perder lejos de Anoeta. Marcó el gol del empate Willian José en el 92 con un misil a la media vuelta en el corazón del área, tras centro de Barrenetxea desde la izquierda, que Ospina vio pasar por encima de su cabeza. Ese tanto, a la postre no definitivo porque perdió el AZ en Rijeka y por tanto la Real también habría pasado a la siguiente fase con derrota, hizo justicia con su fútbol colectivo, moderno, basado en la técnica, la velocidad y el dinamismo, las cualidades que exige el juego del siglo XXI. El grito liberador de los aficionados de la Real retumbó en las calles de Nápoles cuando marcó Willian José, el jugador al que Isak había sacado del once inicial en los cinco anteriores compromisos europeos y que ayer fue titular por primera vez. El mismo que se quiso ir del club y que ayer explotó de alegría como el que más.

El AZ Alkmaar empataba a uno en Rijeka más allá del minuto noventa y si no es por el delantero brasileño, la Real estaba fuera en ese momento. Pero lo que son las cosas, el AZ, con diez jugadores desde el minuto 81, encajó el segundo gol en el minuto 93 y esa derrota también daba el billete a la Real para los dieciseisavos.

Para la historia quedará el empate de la Real y el Nápoles en el primer partido disputado en el estadio bautizado con el nombre de Diego Armando Maradona.

La ida se jugará en Anoeta

La Real entrará el lunes (13 horas) en el bombo 2 con cuatro equipos apeados de la Liga de Campeones (Krasnodar, Dinamo de Kiev, Salzburgo y Olympiacos) y los otros once segundos clasificados de cada grupo de la Europa League. En el bombo 1 y, por tanto, posibles rivales de la Real, estarán los cuatro que caen de la Liga de Campeones con mejor coeficiente UEFA (Manchester United, Ajax, Brujas y Shakhtar Donetsk) más los doce primeros de cada grupo de la Europa League. No podrá ser emparejado con el Nápoles ni con un equipo de la Liga, en este caso con el Villarreal.

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El conjunto txuri-urdin abrirá la eliminatoria en casa por no ser cabeza de serie. La ida se jugará en Anoeta el 18 de febrero y la vuelta el 25 del mismo mes.

La Real pudo quedarse fuera de ese sorteo porque otra vez le faltó puntería. El equipo más goleador de LaLiga pudo decir adiós a Europa por su falta de gol. Así de extraño ha sido su concurso en esta fase de grupos. Ningún otro equipo ha tenido tantas ocasiones y ningún otro ha desperdiciado tantas como la Real. El mejor jugador del rival ha sido siempre el portero.

Pero ayer obtuvo recompensa una Real que quiere el balón y a la que (solo) le falta ser más contundente en las dos áreas para creerse candidata. Porque ayer, otra vez, erró en ataque lo que no está escrito y también erró, otra vez, a balón parado, como en el anterior partido ante el Rijeka. El gol del Nápoles llegó en el minuto 34, tras un córner. El resto, una maravilla.

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La Real demostró en un gran escenario como ese que tiene multitud de recursos pero supo elegir el que más le convenía en cada momento. Y cuando peor pintaba, cuando estaba fuera de Europa, tuvo la paciencia que le ha faltado en sus últimos compromisos cuando los rivales se le han metido atrás. Nunca perdió la perspectiva y respetó a su rival. Eso le dio el pase. Siempre fue consciente de que enfrente había un gran adversario y le jugó como solo se juegan los partidos grandes. Sin conceder una ventaja, sin permitirse una frivolidad, sabiendo que su superioridad le concedería al menos una ocasión más.

Ante un rival con físico, velocidad, potencia y gol, a la altura de los más grandes de Europa, la Real quiso el balón desde la primera acción y fue a por el Nápoles con el colmillo fuera. El equipo presionó arriba, recuperó el balón en zonas adelantadas y desde ahí percutió por fuera y por dentro. El Nápoles fue incapaz de trenzar una jugada hasta la segunda parte. En la primera, alguna cabalgada aislada y poco más ofrecieron los locales ocupados en perseguir sombras en todas las zonas del campo, con especial incidencia en el centro del campo donde la Real se hizo mayor.

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Nadie se acordó de Oyarzabal y Silva, los dos en casa tocados, porque un grupo de chavales se asoció para reclamar su papel en la tarea histórica de resituar a la Real donde merece en Europa. Dijeron alto y claro que asumen el protagonismo de liderar este club y pidieron paso de la mejor manera posible, con estilo propio, para que nadie se confunda. Es nuestra hora, dijeron, y resultaron convincentes. Liderados por un magnífico Mikel Merino, bien secundado por un Guevara irreconocible por su ambición y voluntad decidida de ser protagonista, con Zubimendi en plan mariscal y con Zubeldia, de matrícula de honor, como casi siempre, la Real hizo honor al escenario con una propuesta futbolística atractiva y eficaz, con un fútbol moderno, rápido, vertical, duro, intenso.

Las ocasiones llegaron porque era de justicia con el repaso que le daba la Real al Nápoles. Willian José la tuvo en la primera parte, en un remate seco desde el borde del área que detuvo Ospina; después fue Portu el que no acertó a rematar porque esperó el pase del brasileño en el segundo palo en lugar de ir a por el balón.

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Ya en la segunda mitad la tuvo Willian José, que no llegó a rematar con la puntera en boca de gol un centro raso de Monreal y también probó Merino en un disparo con su pierna buena que rozó el poste. El fútbol, la Europa League, perdía lustre en ese momento porque la Real se iba para casa. Quedaba lo mejor. Bendita esta Real que no desfallece. Lo logró en el descuento, como en el Wanda y como en Balaídos.

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