«Espero que la Real consiga lo que a nosotros se nos escapó por tan poco»

Raynald Denoeuix es el último entrenador de la Real Sociedad que ha luchado por ganar la Liga y el que más cerca se quedó de lograrlo desde los títulos del equipo de Alberto Ormaetxea. La Real fue subcampeona en la temporada 2002/03, en la que llegó primera a la penúltima jornada. La derrota en Vigo y el liderazgo de Ronaldo en el Real Madrid impidieron el tercer título.

El entrenador francés, de 72 años, sigue la trayectoria de su exequipo al detalle. Continúa siendo aquel estudioso del fútbol que impactó en Zubieta a su llegada, pese a los importantes problemas de espalda que atraviesa y le mantienen en su domicilio de Nantes. «No estoy nada bien de salud», confiesa. Sin embargo, tan caballeroso como siempre, comparte unas breves impresiones sobre la marcha de la Real, que, reconoce, le está haciendo disfrutar. «Estoy muy feliz del éxito que está consiguiendo la Real». Sabe que la afición blanquiazul y el mundo del fútbol comparan este equipo con el suyo. Cifras de un sueño que parece imposible.

Denoueix empujó a su equipo hasta el borde del título de Liga y el grupo de Imanol es líder. Ambos conjuntos coinciden en algo más que los números: su juego despierta admiración. «Espero que la Real consiga lo que a nosotros se nos escapó por tan poco. Nos quedamos muy cerca».

El técnico de Rouen considera que conseguir el título de Liga «sería una bella recompensa para el club y todos sus seguidores». Denoueix siempre expresó su admiración por el sentimiento colectivo que provocaba la Real en su gente. Muchas veces se maravilló en público de ese orgullo de «ser de La Real» –parecía que lo decía con mayúsculas– que encontraba entre toda clase de personas, aficionados al fútbol y no. Entendió muy bien la identidad del club.

En su lucha por reponerse, Denoueix sigue atento al fútbol. Fue jugador y, sobre todo, técnico en una de las grandes escuelas del continente, la del Nantes. Es uno de los máximos exponentes del 'jeu à la nantaise', junto a José Arribas y Jean-Claude Suaudeau. Palabras mayores en Francia. Un fútbol centrado en el ataque y la inteligencia del juego, basado en el movimiento y la simplicidad de gestos. «Vitesse, vitesse», era su grito más repetido en Zubieta para adiestrar a sus jugadores, un grupo magnífico de futbolistas ajenos por completo a esa filosofía.

Nunca dejó de ser visto con cierto recelo por el vestuario, pero todas las reservas decaían ante la evidencia. La Real ganaba y ganaba. La pizarra de su vestuario de Zubieta era un espectáculo. En julio ya se podían consultar al detalle todos los entrenamientos que se iban a completar hasta el fin de temporada, en mayo del año siguiente. Tras los calamitosos métodos de Clemente y el fútbol instintivo de Toshack, la ciencia de Denoueix era un choque cultural.

«Quiero saludar a todos», dice antes de despedirse. Se ganó el cariño de toda la afición blanquiazul, por su sencillez y alergia a cualquier atisbo de divismo. No quiso vivir con vistas a La Concha, eligió una casa en el monte en Urnieta.

Su segunda temporada se complicó, pero se fue dejando buen recuerdo en ese momento y el tiempo ha engrandecido su figura. 18 años después, la Real vuelve a estar donde la tuvo Denoueix.