Sin comer churros ni comprar bufandas
Silencio. El fútbol sin público está desnaturalizado. Se hace rarísimo ir al campo y que se oiga todo. Parece un partido de la Play Station
Este fútbol es un rollo. Y llegar al pupitre de prensa, más. Sí, claro, está la pandemia y hay que extremar las medidas. Lo que no sé es qué parte de parafernalia hay en el acceso. Bueno, me siento. ¡Menos mal que suena el anuncio de la floristería por megafonía para poner un poco de normalidad!
Es una especie de partido fantasma. Y eso que enfrente está el Madrid. El campeón. No hay recibimiento, ni trajín en los aledaños. Los bares a media entrada, o menos, y la churrería sin poner. Tampoco el puesto de las bufandas y eso que tenía un encargo para un amigo. Nada. Un par de chavales con la camiseta de la Real, Iñigo y Ander, que dan un paseo con sus aitas y su aitona. Poco más.
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No mola ni escuchar el golpeo del balón, ni las órdenes de Imanol ni Zidane –bastante pocas, por cierto, solo aplausos del francés–, que en un partido normal estarían tapadas por las gargantas de la grada Zabaleta. Es todo rarísimo. De hecho, en el calentamiento se escuchan hasta los aspersores.
Bueno, lo de las alineaciones es ya fantasmagórico. Se anuncia la del Madrid y no hay pitos. «Con el 21, Odegaard», y ni un aplauso. Aunque, el compañero de la derecha, sí que se viene arriba con un par de palmadas para el mago de Drammen.
Remiro anima el cotarro
En este fútbol indiscreto –porque se oye de todo– jugar contra todo un Real Madrid parece como un partido de Play Station. Los primeros aplausos que se escuchan en el campo son tras una buena presión de la Real que hace que el Madrid pierda el balón. Provienen de los suplentes del cuadro donostiarra. Ayuda la convocatoria de 23, sin duda, ya que se ganan cinco elementos para la arenga y que haya un carro de lesionados que no están convocados. Entre las órdenes del walkie del chico de seguridad y los gritos de fondo de Manolo Lama, el partido es una toma de contacto en los primeros compases.
Estoy convencido de que Remiro era el que narraba los partidos de pequeño en su Cascante natal. Animando, ordenando, corrigiendo. Pegando un grito de vez en cuando. Desde atrás se ve todo mejor, dicen. Parece que sí porque el Navarro es el 'frontman' del partido.
Se elevan los decibelios en la zona de prensa al pedir Ramos penalti. Nada. Sigan, sigan. La Real amaga. Alguna va a coger a la contra, seguro. El grupo de whatsapp de mis amigos echa humo. Luego miraré los mensajes. Este lo respondo, que es del jefe. Tras una buena ocasión de Benzema y un chut lejano, vuelven los ánimos desde la grada. La Real no termina de carburar. Muchas faltas. Llega siempre un poco tarde. Tranquilidad, fe. La vamos a tener. Otra del 'Gato'. Tiro con la izquierda. Fuera. Echo de menos a los seguidores. Una pitada, un murmullo. Un grito de ánimo. Seguro que en casa se sufrió de lo lindo también.
Los suplentes y no convocados no paran de animar. Ayuda que haya un carro de lesionados para unirse a la causa
Escuchar las alineaciones es fantasmagórico. Ni un pito a los rivales, ni a Ramos, y ni un aplauso a Martin Odegaard
Córner para la Real. Ojo. Suenan los tambores del 'We will rock you' de Queen. Y Le Normand no llega por poco. Venga, nos venimos arriba. Isak la tiene pero la para Courtois. ¡Qué ocasión! Aplausos. Otra del sueco. Va fuera. Qué pena. Los suplentes no paran de animar. Imanol, tranquilo en su zona.
Casi no me entero de cuando salen los jugadores porque hay que adelantar el trabajo. Nos llevamos las manos a la cabeza con la que tiene Barrenetxea. Bien, empezamos bien. Maldini, el del Plus, o como se llame ahora, le echa piropos a la Real. Estamos mejor. Llegamos a puerta. Y calienta Silva. Claro, no hay aplausos. Tiene clase hasta esprintando. Sale en el 63. Venga. Sin delanteros, a ver qué liamos. Esto de los cambios hace que los cuatro de adelante sean nuevos. Solo sigue Portu.
Siguen los ánimos. Partido roto. Cansancio en el Madrid. Janu, pon algo de luz. Nada. 0-0. Resultado gafas. No ha estado mal. Siguiente partido contra el Valencia. A ver si ponen las bufandas que mi amigo Mateo me pide la del Liverpool. Y Anfield me queda lejos.
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