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Dale Cavese

Una Real Sociedad anestesiada en Bilbao

La Real se multiplica por cero en Bilbao desde que ganó la madre de todos los derbis: sale asustada, como anestesiada

Ángel López

San Sebastián

Martes, 26 de noviembre 2024, 00:11

Desde la final de Sevilla en 2021 y el triunfo en la madre de todos los derbis, la Real da lo peor de sí misma ... en los duelos de San Mamés, tanto en el terreno de juego, que es lo preocupante, como en la sala de prensa. Decía Zubimendi en los días previos que la sobreexcitación suele jugarle malas pasadas a los suyos en ese escenario, pero es justo lo contrario;parece que el estadio bilbaíno les paraliza, les atenaza, les convierte en jugadores de marmol que ni sienten ni padecen. Los txuri-urdin equivocaron el concepto: la idea era anestesiar el juego para contener las embestidas iniciales del rival, pero los anestesiados parecían ellos. Y todo el coraje y los bríos que se añoraron en el campo se vieron luego en la sala de prensa. Sobre el verde, dio la sensación de que aceptaban una derrota llevadera, sin demasiada sangre, pero delante del micrófono tanto Imanol como Oyarzabal desahogaron toda esa rabia que sentían tras multiplicarse por cero ante el archienemigo.Lo malo es que lo hicieron echándose los trastos a la cabeza.

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Por lo que sea, San Mamés es la cancha donde peor juega la Real de Imanol. Peor que en el Camp Nou, el Bernabéu, el Metropolitano y todos esos campos de Dios de los primeros rivales de Copa. El Athletic, sin ni siquiera tener que apretar los dientes ni ofrecer su versión más guerrera, habitúa a ganar tras practicar una especie de lobotomía a la Real, a la que roba todos esos rasgos de personalidad que le distinguen y derrochó contra el Barça:intensidad en la presión, personalidad con el balón, valentía... En vez de ser lobos, los realistas parecían lobotomizados. Cada jugador fue la serie B de sí mismo:Barrene no encaró, Kubo apenas desbordó, a López le ganaron por físico, Sucic no asomó, Sergio Gómez no acertó...

En torno al público intercambio de dardos entre el entrenador y el capitán, llama la atención que esos trapos sucios no se laven en casa en un club tan hermético como la Real. «Si hubiese podido quitar a los 11, los habría quitado», dijo Imanol en referencia a la primera media hora de derbi. Quiere decir que él mismo se equivocó en el planteamiento y la elección de los jugadores. Curioso, además, que lance la bomba de racimo sólo unos minutos después de tomar la decisión de realizar sólo cuatro de los cinco cambios. Más raro resulta que un jugador cuestione el planteamiento del entrenador y le pida una autocrítica, incluso siendo don Mikel Oyarbazal Ugarte, que es como Dios en la Real. Le era muy sencillo entonar una autocrítica a un rendimiento personal discreto, por ser suave, en Bilbao.

Y si la Real, por su trayectoria, es como la Montaña Suiza de Igeldo -gana con brillantez al Barça, se cae con todo el equipo en Bilbao-, el caso de Sadiq Umar es una fusión del Río Misterioso, el Gran Laberinto y la Casa del Terror. En el momento de intentar la heroica, de volcarse en el área bilbaína, de tocar a rebato -que la Real de forma sorprendente no llegó a hacer-, Imanol cambió a los laterales y no metió a ningún delantero. Quizá miró al banquillo y se le cayó el alma a los pies al comprobar que no tenía una sola solución ofensiva de su confianza. Yahí se sentaba Sadiq, el fichaje de los 20 millones, el que iba a 'regalar' a la Real un millón de euros más si ganaba la Bota de Oro. Extender la farsa más allá de enero sería injustificable. Hay que aceptar el error de ficharle y mantenerle y traer a otro.

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