Empate con sabor agridulce

El equipo salió a presionar muy arriba al Mónaco, que se presentó con un once algo raro dejando a cuatro jugadores teóricamente titulares en el banquillo, algo que, creo, nadie se lo esperaba. La Real consiguió filtrar balones por dentro y llegar arriba, pero en la primera contra el rival sacó un córner y aprovechó su físico para marcar el 0-1.

Merece mención la diferencia de cuerpo y estatura que había entre los jugadores del Mónaco y de la Real. Solo hacía falta ver a Portu peleando con los centrales. Fueron muy superiores y se nota en ese aspecto que son un equipo acostumbrado a luchar por las posiciones más altas de su liga. De hecho, compiten en la Europa League por no haber entrado en la Champions. Pero los txuri-urdin tampoco deben olvidar que están empezando a entrar en ese club de ser de los primeros de su liga, y este tipo de duelos van a ser cada vez más frecuentes.

Dicho esto, lo que no esperaba es que la Real hiciera su gol en una jugada de balón parado. No daba un duro por eso, sobre todo por la altura. Pero ya lo dijo Imanol, si mencionamos a Merino, estamos hablando de uno de los mejores jugadores de la liga. Por visión, físico, llegada y las ganas que le pone.

La Real estuvo más espesa en los balones filtrados por dentro, y eso hizo que costara coser la jugada. También es verdad que el centro del campo estaba igualado, porque Kovac puso a dos pivotes y un media punta e Imanol al revés, un pivote y dos medias puntas. En este escenario influye más la calidad técnica y el equipo está como está con los lesionados, por lo que estamos tirando con lo que podemos y la carga de partidos está ahí. Incuestionable la aportación que están haciendo los jugadores de la cantera para que el equipo pueda mantener la línea. A Beñat Turrientes, por ejemplo, le veo con mucho recorrido y visión de juego.

Tampoco quiero dejar pasar un detalle del arbitraje, que aunque no influyó en el transcurso del encuentro y en el resultado final, en ocasiones pecó de permisivo. Comentamos mucho los parones que hay en la Liga por empujones que se convierten en faltas, pero al ruso Ivanov se le fue el partido de las manos. A mí me gusta que dejen jugar, pero cuando permites tanto, o el partido está decantado, hay gresca seguro, como pasó al final con esa patada a destiempo de Volland a Martín Zubimendi.