Zubimendi, Isak y Januzaj, desesperados al finalizar el encuentro. AFP

Abrazo a la desesperación

DESDE MI TELE ·

El Celta no necesitó hacer demasiado para poner en apuros a los realistas, que volvieron a conceder un inocente penalti

Imanol Troyano

San Sebastián

Jueves, 25 de junio 2020, 07:42

En la película 'Un día de furia', el protagonista, Michael Douglas, se divorcia de su mujer, es despedido del trabajo y su coche le deja ... tirado en un atasco. Todo esto nada más empezar. Para abrir boca. No es lo peor que le sucede a lo largo de la historia, aunque sí lo que desencadena una reacción de violencia inusitada en el personaje. El contexto en el que llegaba la Real al partido de ayer no era tan dramático como el que padecía Douglas antes de entrar en cólera, pero el penalti de Aspas fue una invitación para entrar en esa dimensión de ira irreparable. Y eso que parecía que íbamos a vivir una tarde plácida.

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Los guipuzcoanos arrancaron mejor el encuentro. Todavía no se había cumplido el primer minuto del choque y Januzaj ya había probado al guardameta Rubén. Antes de llegar al diez, Merino también estuvo cerca de anotar, pero su disparo centrado lo atrapó el cancerbero celeste sin problemas. El belga fue el jugador más desequilibrante en ataque de la Real alternando la banda derecha con la izquierda. Zubimendi, en su estreno como titular, jugó a asegurar el pase.

Pero el inicio esperanzador del cuadro donostiarra fue desapareciendo con el paso de los minutos. El Celta ganó poco a poco terreno y gracias a una nueva presión adelantada dificultó la salida de balón de los de Imanol. El rival no necesita hacer demasiado para poner en apuros a los realistas y ayer se volvió a evidenciar.

Los realistas empezaron mejor, pero fueron perdiendo empuje debido a la presión celeste

El Celta, que ya había vivido en la jornada pasada su particular día de furia ante el Alavés, llegaba al Reale Arena tras incorporar a una nueva pieza en su todavía vigente operación retorno. Nolito ha sido el último jugador en regresar a Balaídos. Solo falta que Mostovoi y Karpin se animen a descolgar las botas para que la afición celeste termine de extasiar. De todas formas, ni la acumulación de grandes futbolistas que brillaron en el pasado en el cuadro gallego ha conseguido frenar el peligroso flirteo con los puestos de descenso.

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En cambio, le bastó transformar un inocente penalti para abocar a la Real a la desesperación más absoluta. Una peligrosa compañera de viaje ahora que LaLiga se ha convertido en un correcalles traicionero. El lunes espera el Getafe. Convendrá serenarse antes de visitar un coliseo guerrero.

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