Víctimas denuncian que un etarra sale entre aplausos de la prisión de Logroño

En el exterior de la prisión logroñesa, setenta personas aclamaron a Fresnedo Gerrikabeitia cuando abandonaba el centro penitenciario tras cumplir 25 años de condena de los 30 que se le impusieron, entre otros delitos, por el asesinato del policía nacional Rafael Leiva, en 1995 en una oficina de Correos en Bilbao, atentado en el que ETA dejó tetrapléjico al también policía Domingo Durán, que falleció ocho años después. También formó parte del comando Galicia, que en 1996 intentó asesinar al entonces presidente gallego, Manuel Fraga.

Fresnedo fue detenido en Pontevedra junto a otros dos miembros de la organización terrorista. En el momento de su arresto, los tres, antiguos integrantes del comando Bizkaia, tenían en su poder abundante documentación con cientos de nombres de posibles objetivos, entre ellos el de Fraga. En el juicio, celebrado en la Audiencia Nacional, Fresnedo llegó a golpear a los policías que lo custodiaban y llamó «fascistas» a los miembros del tribunal.

El recluso portugalujo cumplió las tres cuartas partes de la pena en septiembre de 2015, había aceptado la legalidad penitenciaria y participaba en actividades programadas, según informó en su momento Instituciones Penitenciarias para proceder a su acercamiento a Logroño a mediados de agosto del año pasado.

Este recibimiento en el exterior de la prisión se produce escasos días después de que Covite asegurara tras la excarcelación del también etarra Andoni Murga que «ya no hacen los 'ongi etorris' con la misma obscenidad y jactancia con que los hacían hasta hace aproximadamente un año y medio. Ni los hacen en las mismas calles donde asesinaron o hirieron a sus víctimas. Ahora los hacen en privado. Es una buena noticia». Ayer, la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, lamentó, en un mensaje en su cuenta de Twitter, que Fresnedo fuera requerido por uno de los allegados allí presentes para firmar un ejemplar de su libro -una obra de la escritora Mari Sandoz que ha traducido al euskera durante su estancia en prisión-. «En este rincón de Europa los asesinos en serie como Aitor Fresnedo, a su salida de la cárcel, se dedican a firmar libros», reprochó y se preguntó: «¿Quién no quiere una dedicatoria de un terrorista condenado por dos asesinatos?».