Terapia por la convivencia en Hernani
Once vecinos, entre ellos Estefanía Morcillo, exedil del PSE que sufrió ataques, o el histórico preso de la vía Nanclares Kepa Pikabea, participan en diálogos restaurativos
«Me ha resultado muy duro recordar vivencias mías y de mi familia en Hernani». «El conflicto ha condicionado nuestras vidas». «Si volviese a nacer ... no haría algunas de las cosas que he hecho». Son algunos de los testimonios que un centenar de hernaniarras pudieron escuchar este martes en Biteri. Once vecinos de la localidad se sentaron sobre el escenario para contar sus experiencias sobre el proceso de diálogos restaurativos que han llevado a cabo, compartiendo el «dolor de todas las partes» producido por la violencia.
Una de las voces fue la de la exconcejal socialista, Estefanía Morcillo, quien reconoció que «como sociedad hemos vivido un trauma colectivo y esta experiencia es como una terapia de grupo. Si eso sirve para que nada se vuelva a producir será bienvenido». Con un pasado muy «doloroso», la hija del también exconcejal José Morcillo, consideró que «no podía dar la espalda a esta iniciativa si mi aportación puede ayudar». Aunque admitió que lo hizo con «miedo e inquietud».
A pesar de que en un primer momento al ver a los compañeros pensó que «no pintaba nada», esta experiencia le ha servido para darse cuenta de «que teníamos puntos en común». Eso le pasó con Elias Miner, hermano del preso de ETA Imanol Miner, que reconoció en el juicio haber accionado el mando a distancia de la bomba que mató al ertzaina Iñaki Totorika en la rotonda de Zinkoenea. «La situación política nos condicionó cuando éramos niños y eso nos ha unido», explicó Morcillo.
En el caso de Miner, acudir a este proceso supuso «muchas dudas y preocupaciones». Para el hernaniarra «estos encuentros son complicados al principio, porque tú conoces a quién tienes enfrente, con los prejuicios y etiquetas que eso conlleva». De todas formas, añadió que hablar con personas «que tienen pensamientos políticos diferentes y que han vivido el conflicto de otra forma ayuda a que nos acerquemos entre nosotros». Miner añadió que «hemos sentido empatía por lo que ha vivido el de al lado».
Otra de las personas presentes y partícipe en estos procesos de diálogo ha sido Kepa Pikabea, preso histórico de la vía Nanclares, que estuvo 25 años en la cárcel. «Yo ya tenía experiencia con los encuentros, en la prisión ya me había juntado con alguna víctima», contó. «Hablé con un niño de 14 años a cuyo padre habían matado y fue muy duro. Cuando escuché su relato me quedé tocado», admitió. Por todas esas vivencias, señaló que esta vez ha estado «tranquilo».
«Creía que había que hacerlo»
Pikabea se dirigió a los diez compañeros que tenía a su alrededor y les dio las gracias «porque por fin me he sentido escuchado». Mirando al público dijo «que han quedado heridas» y que «no volvería a repetir lo que hecho». El exmiembro de la banda terrorista subrayó que «he intentado transmitir a mi hijo que no hay que hacer daño, y mucho menos quitar la vida a nadie». También añadió, respecto a los atentados en los que participó, que entonces «creía que había que hacerlo y lo hice».
Aitziber Blanco ha realizado labores de intermediación en la experiencia, que ha contado con la participación de Duke Duchscherer, un capacitador internacional. A pesar de que inicialmente eran doce los participantes, una silla quedó vacía por el fallecimiento en junio de Lourdes Tranche, en cuyo asiento se colocaron flores. Además, su hija leyó el escrito que dejó sobre lo que habían supuesto estos encuentros para ella.
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