EL PROCÉS ENTRAMPA AL NACIONALISMO VASCO
La mirada ·
Mientras el PNV y la izquierda abertzale compiten por Cataluña en una suerte de 'Txiberta 2', sus respectivas estrategias se ven condicionadas por la alta toxicidaddel bloqueo catalán1
Un ambiente altamente tóxico se ha adueñado de la legislatura catalana y de la española. Y amenaza con contagiar a la vasca, que discurría con ... relativa placidez pero en la que los partidos ya no saben muy bien qué hacer a estas horas con el debate sobre la reforma del autogobierno. El aire contaminante proviene de esa Cataluña intervenida 155 días ya por el 155, con la cúpula del procés descabezada por la justicia y sin capacidad para salir del nuevo bloqueo -qué paradoja- tras el desunido triunfo del independentismo el 21-D. De esa Cataluña con toda salida viable cegada mientras Carles Puigdemont continúe proclamando «No claudicaré, no renunciaré, no me retiraré». La crisis catalana ha vuelto a viciarlo todo, y de qué manera, después del espejismo de distensión que pareció aflorar con los comicios de hace tres meses. La marea amarilla del secesionismo ha hecho emerger una marea naranja al otro lado que quiere pescar poder en «la ribera revuelta», según ironizó ayer Andoni Ortuzar en el Aberri Eguna del PNV jugando con el apellido del líder de Ciudadanos. Una ola que sitúa a C's en todas las encuestas como una alternativa de gobierno al bipartidismo histórico PP-PSOE.
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Mariano Rajoy sabe -y por eso se la ha jugado a presentar su proyecto- que sin nuevos Presupuestos la legislatura entrará en estado terminal, aunque él tenga la ambición de agotarla. Regresan las voces soterradas en el PP sugiriendo que sí, que esta vez el tiempo del gallego eterno ha llegado a su fin, que convendría que dejara paso a la sucesión. La inestabilidad española se cruza con la hipótesis de otras elecciones en Cataluña. España es hoy un avispero cuyo grado de agitación depende de que el independentismo que quiere recuperar la Generalitat se imponga al empecinamiento de Puigdemont y su círculo y de que el PNV abrace la estabilidad en cuanto se levante el 155. 'Virgencita, que me quede como estoy', es la melodía que ha acompañado la letra del manifiesto jeltzale para este Día de la Patria y los discursos de Ortuzar y del lehendakari Urkullu. Solidaridad con Cataluña, sí, pero el modelo de autogobierno sostenible en Europa es el nuestro, vinieron a decir ambos ante sus bases. Toca «agarrar fuerte lo que tenemos», remató el líder del EBB.
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El conjunto del nacionalismo vasco está impelido, por devoción, convicción u obligación, a mostrarse empático con la causa del independentismo catalán. En ello han coincidido en este Aberri Eguna el PNV y EH Bildu. Sin embargo, unos y otros han acabado entrampados por una dinámica catalana endogámica y encelada frente al complejo contexto -el español y el internacional- que la rodea. Entrampados pero compitiendo además entre sí, como volvió a visualizarse en la jornada patriótica de ayer. Porque el examen sobre Cataluña se ha erigido, con menos dramatismo histórico, en una suerte de 'Txiberta 2' para las dos grandes familias del abertzalismo vasco. Sortu y EH Bildu han enlazado su estrategia a la del independentismo catalán más radicalizado confiando en que los acontecimientos forzarían una negociación con Madrid que vendría a darles la razón sobrevenida a su apuesta por la ruptura 40 años después de la Transición. Por ahora, el órdago de ir «a ganar», en expresión de Arnaldo Otegi, vuelve a salir perdiendo frente al pragmático «resistir» del PNV. O dicho de otra forma, hacer bandera de la Cataluña irredenta en la Euskadi de la paz, el Concierto y el Cupo no le está aportando réditos a la izquierda abertzale en su batalla electoral con los jeltzales, más afianzados que nunca como eje vertebrador de Euskadi con el Estado frente a una Generalitat con su autogobierno maniatado y un PDeCAT secuestrado por Puigdemont.
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El problema para el PNV es que ha comprometido sus «principios» -lo recalcó ayer Ortuzar- contra el 155 mientras Cataluña ahonda su descontrol sin que al secesionismo parezca importarle una implosión paralela de la legislatura española. Pero a los jeltzales sí les importa. Les importa que gane el nuevo lenguaje de español sin complejos de Rivera. Y que su valioso puñado de escaños deje de contar en un Congreso con potencial mayoría no ya de la derecha 'aznarizada', sino de un centralismo inédito en democracia revestido de cánticos a la Legión por Semana Santa.
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