Prisiones rescata las citas entre etarras y sus víctimas en un plan para todos los presos
«No es Nanclares II», aclara Instituciones Penitenciarias, que revela que hay 250 solicitudes de toda la población reclusa
alberto surio
Martes, 20 de julio 2021, 06:56
Una veintena de presos de ETA podrán acogerse a los encuentros con sus víctimas en el marco de un plan penitenciario general dirigido por el ... Gobierno a toda la población reclusa. Diez años después de los primeros encuentros restaurativos ligado a la llamada 'vía Nanclares', los técnicos de Instituciones Penitenciarias estudiarán caso por caso las peticiones para celebrar encuentros entre victimarios y sus víctimas. Se trata de un programa de justicia restaurativa que ha reactivado la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. Hasta el momento se han pedido hasta 250 solicitudes, la mayoría de reclusos comunes que cumplen condenas por delitos de homicidio, lesiones y robos con fuerza. Del total una veintena fueron condenados por pertenecer a ETA. Estos internos cumplen sentencias por delitos de terrorismo en las prisiones de El Dueso, Logroño, Asturias y Burgos.
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El proceso se inicia con la solicitud de participar en talleres restaurativos por parte de los presos, que debe ser evaluado por los técnicos penitenciarios para calibrar la sinceridad de las peticiones y la viabilidad de las mismas. Gracias a la intervención de los mediadores, el proceso puede terminar en encuentros entre las víctimas y sus victimarios, aunque se trata de un mecanismo complejo, que puede durar tiempo. La estrategia no se circunscribe a los presos de ETA, ya que está abierta a todos los reclusos. Desde Instituciones Penitenciarias se recalcó ayer que esta estrategia se inspira en los principios de justicia restaurativa y es una derivada del Estatuto de la Víctima puesto en marcha en 2015. «No es una vía Nanclares II», aseguraron.
El papel de las víctimas
En todo caso, los talleres restaurativos siempre tienen en cuenta la opinión de las víctimas y cuentan con el aval de la fiscalía, de los jueces de vigilancia penitenciaria y de las oficinas de atención a las víctimas de las respectivas Comunidades Autónomas. El proceso se desarrolla en torno a unas diez sesiones de trabajo que cuentan con la implicación directa de asociaciones de mediación. Se trata de preparar al condenado, y a la víctima, para un final que puede desembocar. o no, en un encuentro, y en el que el penado tiene que asumir el reconocimiento del daño causado a la víctima.
La petición de estos escritos no implica la aplicación de beneficios penitenciarios ni tiene que ver tampoco con los escritos en los que los reclusos se comprometen a no delinquir para acceder al tercer grado penitenciario.
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Los primeros encuentros restaurativos, hace una década
El 25 de mayo de 2011 se llevó a cabo el primer encuentro restaurativo entre una víctima del terrorismo, cuyo padre había sido asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas, y cuyos asesinos no han sido aún ni detenidos ni juzgados, y un victimario, un exmiembro de ETA, que se había apartado de la organización terrorista y que llevaba 22 años en prisión. Este recluso asumía su autocrítica por lo que había sido la violencia, admitía su daño y su responsabilidad por la injusticia del daño causado. Formaba parte de un grupo disidente entre los presos de ETA.
La reunión fue preparada por la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, entonces presido por el lehendakari Patxi López. Duró cerca de cuatro horas, se desarrolló en unas oficinas del Ejecutivo autónomo y tuvo lugar sin intermediarios. Los protagonistas fueron Iñaki García Arrizabalaga, hijo del delegado de Telefónica en Gipuzkoa Juan Manuel García Cordero, asesinado en 1980, y Fernando Astarloa, condenado por un asesinato. La segunda cita fue entre Maixabel Lasa y Luis Carrasco Aseginolaza, condenado por el asesinato de su marido, el exgobernador civil socialista de Gipuzkoa Juan Mari Jáuregui.
Tras aquellas dos reuniones se celebraron más hasta llegar a 15 en un año. La llegada del PP al Gobierno paralizó la experiencia. «Los encuentros restaurativos fueron un mensaje de convivencia y de futuro que nos interpela a todos para lo que pasó nunca vuelva a suceder», afirmó Lasa, entonces directora de la Oficina de Atención las Víctimas del Terrorismo del Ejecutivo vasco.
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