El nuevo líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, admitió ayer que había negociado hasta el último minuto el respaldo o la abstención del PP ... al plan anticrisis que se le había complicado, y mucho, al presidente Sánchez en las últimas horas. La maniobra táctica urdida la noche anterior en Moncloa de convertir el decreto de medidas económicas en proyecto de ley era como una red de volanta para recoger apoyos que se encontraban en el filo de la navaja, entre ellos los del principal partido de la oposición.
Aunque desde el Gobierno quisieron desde el primer momento enfocar en ERC el destino de esa oferta nocturna el guante iba dirigido al PP. Y fue el mismísimo Feijóo quien se afanó en ponerse al frente la negociación para comprobar si había agua en la piscina. Y no la había. El nuevo líder de los populares, que en sus años al frente de la Xunta ha aprendido a priorizar la 'realpolitik' por encima de todas la cosas, intentó acercarse a Sánchez para diferenciarse a las primeras de cambio de la oposición histriónica de su antecesor, pero ha encajado todo un revés en su primera intentona. Y, para más inri, ha sido la EH Bildu de Otegi, la que hace pocos días no condenó en Vitoria el acoso a un joven militante del PP ni se distancia de lo que supuso ETA, la que al final ha cortocircuitado las aspiraciones renovadoras del nuevo líder conservador.
A Sánchez le sigue preocupando que la onda expansiva del espionaje a dirigentes independentistas le pueda dinamitar la actual legislatura. Para contrarrestar sus efectos sabe que el apoyo de EH Bildu a su decreto rompe la hasta ahora inquebrantable unidad de acción con ERC y amortigua la presión al Gobierno por este polémico caso por la inclusión de la formación de Otegi en la hasta ahora blindada comisión de secretos oficiales. Mientras, y en otra pista sigue el PNV leal al Gobierno Sánchez, pero ojo, los jeltzales ven la relación «desgastada».
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