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Andoni Ortuzar ha pasado las últimas Navidades entre amigos de la cuadrilla y su familia, aparentemente al margen de la ruidosa tormenta que se avecina en el seno del PNV. Es fiel a su convicción de que estar en política, sometido al escrutinio público, implica un desgaste a veces severo. Lo compara con estar en una silla eléctrica y recibir descargas cada media hora sin mover un músculo de la cara. Hay que tener la piel de elefante para resistir el calambrazo y él sabe bien que tome la decisión que tome sobre su futuro, si retirarse o presentarse por última vez, habrá gente esperándole con la escopeta recargada que no le va a perdonar. Si se va, porque deja huérfano al partido en el momento más delicado y comprometido. Si se queda porque habrá quienes sospechen de que toda la operación de renovación iniciada con el cambio de lehendakari hace un año y de las tres candidatos a diputado general era un paripé impostado. Es político experimentado pero tiene, como suele confesar, la cabeza de periodista y pronto extrae un titular. Y no le sorprende casi nada.
Cuando Ortuzar visite dentro de pocos días la sidrería Zelaia de Hernani ya tendrá clarificado su horizonte, aunque es muy posible que no suelte aún prenda. Este mutismo hace posible cualquier desenlace a la espera de los sondeos que él mismo hace en el partido y que, según aseguró a este periódico en su última entrevista, influirán en su decisión hasta en un 50%. Todo es posible.
La opción de que Ortuzar tenía decidido marcharse hace tiempo corrió como la pólvora al comienzo, aunque en determinados entornos jeltzales no terminaban de creerse este escenario. Sin embargo ha llegado el momento de la verdad para el líder del EBB, que en julio de este año, unos días después de Aitor Esteban, cumplirá 63 años. El paisaje interno en su partido no oculta algunas heridas que, como la procesión, van por dentro desde el propio relevo del lehendakari Urkullu. La falta de un relevo claro empujaría la tesis de cierto continuismo. Sobre todo porque Esteban -su candidato a la sucesión más previsible- se ha convertido en una pieza clave en Madrid en un contexto en el que el papel del PNV en las Cortes Generales se antoja clave. Y Esteban, además, tampoco es símbolo de relevo generacional.
Todo es posible, aunque la opción de continuar ha crecido enteros en los últimos días, Ortuzar no quiere que su decisión rompa los equilibrios en el partido, aunque es consciente de que un sector ligado a la 'vieja guardia' jeltzale se ha movido, según cree, con 'malas artes' para propiciar el cambio interno. En las filas de los críticos no se ocultan los reproches a Ortuzar y al aparato, al que acusan de socavar la libertad interna de los afiliados, agotar a vida en los batzokis y confiar la discusión estratégica en «una serie de gurús que no han acertado aún en descifrar cuáles son las razones reales de nuestra caída electoral». Según este criterio, al PNV le empieza a faltar 'sustancia' porque se ha convertido en un partido de cuadros como los demás, está maniatado por sus pactos con la izquierda en Madrid, tiene complejo de exhibir su perfil socialcristiano frente a una marea de EH Bildu que ha logrado imponer socialmente su relato en la clases medias que durante años fueron muy recelosas ante la izquierda abertzale. Hasta incluso se muestra distante del último discurso del lehendakari Pradales, que ve más como una colección de nuevas intenciones que como un discurso con garra y relato político que marque el liderazgo político.
A favor del mantenimiento de Ortuzar operarían la apuesta por completar el Estatuto y de abordar la asignatura pendiente del nuevo estatus del autogobierno. Se trataría de aprovechar la evidente buena sintonía entre Ortuzar y Pedro Sánchez para abordar este capítulo con garantías de que sea viable y no se encalle. Y para eso haría falta el evidente grado de confianza política y personal que Ortuzar cultiva con éxito, en especial en Madrid.
El segundo factor, que a veces ha sido aludido por Ortuzar, y en su momento por el mismo Xabier Arzalluz, es el riesgo que encierra que el PNV pilote a la vez los dos relevos en Ajuria Enea y en Sabin Etxea. La coincidencia puede desestabilizar la bicefalia interna, un engranaje que no se pone en cuestión. Es un peligro que no es menor, que viene advertido por algunos históricos del partido que siempre son escuchados con un respeto reverencial. Mientras tanto, después de un diciembre de bastante efervescencia interna en los batzokis, Ortuzar deshoja la margarita y perfila su anuncio definitivo. La solución al jeroglífico vendrá en los pr óximos 15 días del calendario.
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