Con la música del Titanic de fondo
El foco ·
La derecha vasca constitucionalista, tras dos intentonas fallidas, encarrila una coalición que comenzó con mal pieInés Arrimadas, aspirante a liderar Ciudadanos después de que Albert Rivera dejara a su partido en noviembre casi en los huesos -pasó de 57 escaños ... a solo 10- parecía anoche Rose Dawson en medio del cinematográfico naufragio del Titanic. La dirigente liberal no tiene más remedio que agarrarse bien fuerte al último bote del PP para evitar el naufragio que hubiera supuesto que la marca naranja fuese sola a las urnas en Galicia y Euskadi, ahora, y en Cataluña más adelante. Quiere evitar el hundimiento de sus siglas, que entraron en barrena tras la repetición electoral que forzó el propio Rivera, a pesar de que todos los indicadores pronosticaban que Ciudadanos iba a ser la más perjudicada. Arrimadas, que argumenta que la unidad de los constitucionalistas fortalece esa opción política en esas comunidades históricas, no puede disimular que su partido está en una pura urgencia y busca a la desesperada un salvavidas que frene la inevitable sangría de votos en la que está envuelta su formación.
Alfonso Alonso, que ayer fue implacable en su oposición al Gobierno Urkullu en el caso Zaldibar, ha intentado en dos ocasiones que populares y liberales fuesen juntos en las dos anteriores citas electorales de abril y noviembre, pero la cerrazón de Rivera abortó esa entente que le hubiera dado tres escaños más a la coalición. Además, y para más inri, el entonces líder naranja purgó al que entonces era su número dos del partido en Euskadi, Javier Gómez Calvo, por entablar unas conversaciones de aproximación. Fue expulsado a las primeras de cambio. Y tres meses después, los apuros políticos -sobre todo de los naranjas- posibilitan la coalición electoral PP-Ciudadanos, que ahora parece que está más que encarrilada que nunca, al margen de la lógica resistencia que ofrece Feijóo en Galicia. Ahora sí, antes no. Los resultados electorales son tozudos.
Los populares vascos quieren sumar todo lo que puedan en el flanco de la derecha para detener la tendencia declinante que el partido que lidera Alonso está sufriendo en las últimas citas electorales. En los números demoscópicos la unión de fuerzas no siempre suma lo que en teoría la calculadora refleja y no hay que olvidar que la formación naranja está convaleciente.
Esta virtual alianza de la derecha vasca constitucionalista -en la Transición ya se formaron ententes parecidas- no ha arrancado con buen pie. Resulta inexplicable la torpeza con la que Génova ha gestionado en las últimas semanas el nombramiento de Alonso, inyectando en el proceso un insólito confusionismo que le puede pasar factura a la candidatura conservadora. Es de esperar que la configuración de las listas de la futura coalición sea más armoniosa que los prolegómenos. Ahora habrá que aunar sensibilidades en el escalafón a 'casadistas', 'alonsistas', 'arrimadistas' y a algún invitado especial. Suspense.
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