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Un máster y dos cremas

El foco ·

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Jueves, 26 de abril 2018, 06:51

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Que las horas políticas de Cristina Cifuentes estaban contadas se sabía desde el mismísmo momento en que la Universidad Rey Juan Carlos puso en manos de la Fiscalía el caso de su máster fantasma tras conocerse todo un rosario de trampas y mentiras en torno a su título académico. Si la ya expresidenta no se hubiera obstinado a negar la evidencia y a esperar a no sé qué movimiento astrológico que pudiera salvarle, a buen seguro se habría ahorrado verse en un vídeo -celosamente guardado desde hace siete años- en el que aparece devolviendo a un guardia de seguridad dos cremas antiarrugas que había robado previamente. Ha sido su puntilla, y muy grotesca, por cierto.

Un final inesperado para la carrera de Cifuentes, que se había puesto a la cabeza de la lucha contra la corrupción dentro de su propio partido. La dirigente popular, que también debería renunciar a presidir el partido en Madrid por coherencia e higiene política, se va por la puerta de atrás por sus versiones falsarias de su máster invisible y por la apropiación vergonzante de dos cosméticos en un súper de Vallecas.

El nombre de Cifuentes, aunque por otros motivos diferentes, se suma a una larga lista de dirigentes del PP de Madrid que han caído a causa de casos de corrupción que han movido los cimientos del PP como Púnica, Lezo o Gürtel. En su despedida, luciendo un traje de color blanco inmaculado, Cifuentes dejó entrever que era víctima del 'fuego amigo' o de un ajuste interno de cuentas -en Podemos llegaban a usar términos como «mafia» y «cabeza de caballo»-, pero no dio nombres de posibles vengadores. Una lástima porque hubiera aportado luz a muchas incógnitas que todavía se mantienen en torno a tantos desmanes que habían echado raíces en el partido.

Mientras, Rajoy, que ya le había dejado en caída libre desde la convención de Sevilla, completó ayer una carambola que pasará a los anales de su particular 'código Mariano'. «Ha hecho lo que tenía que hacer», se justificaba, pero metros más adelante caminaba ufano en los pasillos del Congreso porque había conseguido cerrar un valioso acuerdo con el PNV que le sirve para terminar la legislatura. Casi nada.

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