Un panorama desolador
Extremadura, ya en campaña, marca el inicio de un inesperado ciclo electoral que proseguirá en Castilla-León y Andalucía, y que no se sabe ni ... cuándo ni dónde acabará. Y es que el panorama político en España es bastante desolador, con un Gobierno de Pedro Sánchez sin mayorías sólidas tras la espantada de Junts, probablemente sin Presupuestos, salpicado por la corrupción de importantes excargos del PSOE y ahora también por los nauseabundos episodios presuntamente protagonizados por el exdirigente socialista Paco Salazar. Ingredientes suficientes para que Sánchez se pensara muy mucho si merece la pena seguir así.
Pero de momento el presidente tiene dos fuertes asideros a los que agarrarse. Uno siguen siendo los buenos datos económicos, por más que siempre se les pueda buscar algún 'pero'. Y otro, que sirve de auténtico pegamento para el electorado de izquierdas y los aliados nacionalistas vascos y ERC, es que la alternativa es un gobierno del PP con la ultraderecha autoritaria de Vox. Un PP, el de Núñez Feijóo, condicionado además por una Isabel Díaz Ayuso cada vez más radicalizada y 'trumpista'.
En Euskadi la incógnita es si el PNV mantiene el apoyo a Sánchez pese a sus cada vez mayores dudas. Un respaldo que los peneuvistas esperan justificar con un buen resultado en la negociación pendiente con el Ejecutivo central sobre transferencias, con el Puerto de Pasaia y los aeropuertos como telón de fondo.
El PNV, al mismo tiempo, sigue sin encontrarse con EH Bildu, con los presupuestos y los últimos ataques de las juventudes de Ernai como focos de discrepancia. Quizás, como dice EH Bildu, una pintada no es suficiente para abrir un Teleberri, pero tampoco conviene minusvalorar estas acciones, viniendo de donde venimos, por lo que la coalición soberanista debería hacer pedagogía interna con sus jóvenes y atajar esos comportamientos de raíz.
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