Jesús Eguiguren: «Si testifico en el juicio de 'Josu Ternera' diré la verdad, que en el diálogo buscó el fin de las armas»
Expresidente del PSE ·
«No entiendo por qué EH Bildu tarda tanto en hacer una autocrítica del pasado violento cuando, tarde o temprano, acabará haciéndola», afirmaJesús Eguiguren (Aizarna, 1954) reflexiona sobre los dos años desde la disolución de ETA confinado en su domicilio del barrio donostiarra de Amara, refugiado en ... la lectura de los sofistas griegos y dedicado a su nueva pasión: la pintura. Recuerda el papel de Alfredo Pérez Rubalcaba, de cuya muerte se cumple hoy el primer aniversario, en aquella batalla por la paz. Y lanza un mensaje: «Si testifico en el juicio de 'Josu Ternera' en Francia diré la verdad, que en el diálogo conmigo defendió el final de las armas».
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-Se cumple hoy un año de la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba. ¿Cómo lo recuerda?
-Como el ministro del Interior bajo cuyo mandato se gestó el final de ETA y como un hombre al que todos reconocen su gran sentido de Estado. Es sabido que yo tuve con él algunas diferencias en algunos momentos, pero a los dos nos unía la pasión por lograr la paz en Euskadi. Al final acabé teniendo una relación excelente con él. Le echo en falta a Alfredo.
-Dos años de la disolución de ETA. Estamos hablando casi de prehistoria...
-Es increíble cómo pasa el tiempo, pero prehistoria no puede ser porque para muchos es historia reciente y para otros muchos una trágica biografía personal.
-¿Por qué costó tanto tiempo el final?
-Porque siempre queda una reacción última desde el interior de la organización que debe decidir parar; si no se produce ese fenómeno las organizaciones terroristas sobreviven con mucha o poca actividad. ¿Por qué no surgió internamente antes esa decisión de parar? Eso es ya mucho más difícil de entenderlo. En el País Vasco se llegó a banalizar el mal, parece que los atentados fueron un medio para hacer política... En la historia vasca, el carlismo fue derrotado militarmente varias veces y, sin embargo, rebrotó. Son movimientos que llevan una carga de fanatismo e irracionalidad que resisten.
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-¿Corremos el riesgo de pasar demasiado rápido la página?
-Siempre digo que hay que aplicar un 50% de memoria y un 50% de olvido. Suele ser habitual en tragedias como la vasca, o en cualquier conflicto de este tipo, que inmediatamente después haya un deseo de pasar página y una especie de olvido temporal, pero la experiencia enseña que luego retorna otra vez el recuerdo y la memoria y retorna con más fuerza. Ese riesgo de la amnesia existe siempre porque hay que tener en cuenta que hay una fuerza política interesada en que no se hable de esa cuestión. Tampoco debemos olvidar que frente al terrorismo, aunque al final la sociedad se movilizó, hubo también mucha pasividad durante mucho tiempo. También hay una tendencia a querer olvidarlo y no hacerse la pregunta: ¿dónde estaba yo cuando ocurrían estas cosas? Pero al final las cosas se imponen y no hay peligro de que se olviden.
-¿Cómo se recordará el papel de Zapatero en este asunto?
-No sé cómo se recordará, sé solo cómo se debería recordar a Zapatero. Fue el presidente del Gobierno que trajo la paz a Euskadi o en cuyo mandato se hizo la paz. Actuó arriesgando su puesto político por ello. Tanto él como Rubalcaba deberían ser personajes muy importantes en el País Vasco. Pero en general en España se es muy desagradecido con los presidentes que han hecho grandes cosas.
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«Supongo que hay canales entre el Gobierno y EH Bildu y que discretamente se hacen cosas en relación a los presos»
-¿Usted siente que en el País Vasco se ha librado un pulso para capitalizar el logro de la paz?
-No, curiosamente no ha habido una carrera para ponerse esa medalla en parte porque los partidos de ámbito estatal más bien competían para ver quién era más duro contra ETA y eso les hacía renuentes a cualquier referencia al final de ETA en el que hubiera de por medio diálogo o negociación. No hubo carrera al menos por parte del PSOE, bajo cuyo mandato se consiguió la paz, no hubo un intento de querer presumir de ello. Los socialistas vascos siguieron simplemente la estela del PSOE en Madrid y tampoco fueron capaces de capitalizar el tema. Curiosamente, aunque parezca mentira, la única que corrió para rentabilizar los méritos de la paz fue la izquierda abertzale y en algunos momentos con resultados positivos.
-¿Y eso le parece lógico?
-Entiendo que lo que se hizo parece lógico, pero no es lógico lo que se hizo. El Partido Socialista fue incapaz de comprender que los tiempos cambian y que venía la paz; fue incapaz de poner en valor los intentos de diálogo que contribuyeron a la llegada de la paz y también hizo un discurso confuso sobre la importancia de lo que se había conseguido. Tanto que muchos no sabían bien quién había ganado la batalla de la paz. No supo leer la realidad del momento o se dejó influir demasiado por la política de Madrid donde la presión del PP impedía hablar de todo esto. No estuvo muy acertado. Tiene, claro, el enorme mérito de haberlo hecho, pero a mí me duele que el PSOE no capitalizara políticamente ese logro histórico. Con todo lo que había sufrido el socialismo, con todos los compañeros asesinados, con un lehendakari socialista... y que fuera incapaz de hacérselo saber a la población... es bastante triste.
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-Aznar insiste en que la clave fue la ilegalización de Batasuna que él impulsó.
-Hubo muchas claves, qué duda clave que una de ellas fue esa, pero también contribuyeron los atentados del 11-M, y que el terrorismo pasó de ser revolucionario en los años 60 a ser hoy el instrumento de los islamistas y de los intransigentes. Cambió la forma de ver al terrorismo, cambió la visión de Batasuna sobre los asesinatos en Euskadi, las causas fueron muchas. También que el Gobierno se atreviese a dialogar con ETA.
-Pero ese diálogo se rompió en el atentado de la T4...
-Aunque ese diálogo salió mejor o peor parado, se crearon las condiciones para acabar con el terrorismo. Siempre suelo decir que el final del terrorismo surgió de los escombros de la T4. Está directamente relacionado sobre cómo ETA acabó con el diálogo.
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-¿Cómo ve a EH Bildu en la actividad política?
-Con normalidad, hace política como los demás partidos, se ha adaptado bastante rápidamente a los mecanismos democráticos.
«Al final acabé teniendo una relación excelente con Rubalcaba, a los dos nos unía la pasión por lograr la paz en Euskadi»
-¿Cree usted que tiene una asignatura pendiente con el pasado de la violencia?
-No reconocer de forma crítica el pasado es una anomalía para una fuerza democrática que perjudica sobre todo a ella misma. No se entiende muy bien cómo no ha hecho esa autocrítica que es algo elemental cuando abandonas la lucha armada y te integras en el sistema democrático. Otros movimientos, como las FARC, han hecho esta crítica. No sé qué impide a EH Bildu hacer algo que, tarde o temprano, va a tener que hacer y que mientras no lo haga, aunque actúe tan democráticamente como los demás, tendrá un déficit democrático.
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-¿Piensa que lo acabará haciendo?
-Sí, lo raro es que no lo haya hecho hasta ahora.
-El asunto es no arrepentirse del pasado...
-Bueno... una cosa es que uno no se arrepienta de su trayectoria, porque siempre puede encontrar justificaciones, pero otra es un análisis histórico en el que es evidente que matar estuvo mal desde el principio... desde el momento en el que se aceptan las reglas de juego democráticas es una consecuencia evidente que no se puede matar. Y si se mató, se debe decir que estuvo mal.
-¿Se lo dice a Arnaldo Otegi?
-Alguna vez habremos reflexionado sobre este tema, pero es una cuestión que más bien la sitúo en su campo. Al sistema democrático no le va a pasar nada porque ellos no reconozcan que matar estuvo mal. Pero mientras no hagan esa reflexión estarán como contaminados de algo y eso a los demás partidos les impide llegar a acuerdos con ellos.
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-En este debate, la izquierda abertzale saca a colación a los GAL para criticar al PSOE...
-Pueden decir misa. La responsabilidad de los GAL caía en una serie de personas que fueron juzgadas en su momento y no creo que nadie del Estado se dedique a justificar hoy a los GAL. Escudarse en el otro para justificarse no lleva a ningún lado. El GAL no tiene un movimiento político que lo justifique hoy. ¿Los GAL? Pues igual de mal que ETA, con la diferencia de que nadie se siente heredero de los GAL ni los defiende.
-¿Qué ha quedado de ETA?
-Sobre todo, las víctimas, pero también los presos y algo más, una cierta hegemonía que ha calado en el conjunto del nacionalismo, no solo en EH Bildu.
-¿Una victoria ideológica?
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-No tanto, pero sí hay un cambio.
-¿Cómo se está gestando el asunto de los presos?
-Supongo que hay canales de comunicación entre el Gobierno español y EH Bildu. Una vez terminada la organización terrorista, hay presos que han sido de ETA y debería cambiar el tratamiento con ellos. El Estado ha sido muy reacio a hacer cosas visibles, pero imagino que discretamente se hacen cosas.
«La única que corrió para rentabilizar los méritos de la paz fue la izquierda abertzale y, a veces, con resultados positivos»
-Un grupo de personalidades internacionales han pedido la excarcelación de Josu Urrutikoetxea teniendo en cuenta su edad, su salud y el coronavirus. ¿Apoyaría la petición?
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-No me considero personalidad internacional, cada uno tiene su historia y no me veo haciendo esa petición. Nadie vería al expresidente del PSE en ese grupo.
-Si le llamasen para declarar en el juicio a 'Josu Ternera' en Francia, ¿qué diría?
-En principio el deber de todo ciudadano es, cuando te llama la Justicia, acudir. De hecho no será el primer juicio al que he asistido en la Audiencia Nacional como testigo. Si testifico es, lógicamente, para decir la verdad. No he recibido ninguna citación aunque me lo han insinuado. Sabiendo que no iría allí como defensor de 'Josu Ternera', solo puedo hablar de los días en los que estuve dialogando con él y de la actitud que observé en él sin entrar en más valoraciones. En ese diálogo yo vi que Urrutikoetxea buscaba el final de las armas.
-¿Sin contrapartidas políticas?
-En el diálogo no había contrapartidas políticas en el sentido de modificar la Constitución o anexionar Navarra. Lógicamente debatimos sobre la activación de procesos políticos. Pero nunca como un precio político a pagar por parte de la democracia.
«Pensar en un tripartito entre PSE, Podemos y EH Bildu lo veo poco realista hoy»
-¿Se imagina en el día de mañana un lehendakari de EH Bildu con apoyo del PSE?
-Pues la verdad es que la imaginación no me lleva a tanto
-¿Ve viable un tripartito de izquierdas entre el PSE, EH Bildu y Elkarrekin Podemos?
-Hoy por hoy no es viable, y en política hay que ser realista.
-¿Le ve recorrido aún a la relación PNV-PSE?
-Sí. Siempre he considerado que este país funciona mucho mejor entre dos fuerzas de raíz histórica y con ideologías en cierta forma contrapuestas: el nacionalismo histórico y el universalismo del socialismo, Esa fórmula de colaboración tiene algo que está por encima de las coyunturas políticas. Ahora bien, se puede colaborar sin estar en gobiernos de coalición. La crisis económica que vamos a pasar quizá nos dé más motivos para defender estos acuerdos entre diferentes.
-Pero un PSE como socio recurrente del PNV, ¿no le resta margen de maniobra para ser algún día la alternativa a los jeltzales desde la izquierda?
-Le resta estar en una coalición en un papel secundario. Lo mismo le pasó al Partido Socialista Italiano con la Democracia Cristiana. Pero el mero hecho de gobernar no lleva a esa situación. Los socialdemócratas alemanes, por ejemplo, gobiernan con los conservadores pero no van a desaparecer por esa coalición...
-¿Ve factibles los pactos que propone Pedro Sánchez para hacer frente a la reconstrucción tras el duro impacto de esta crisis sanitaria?
-No los veo posibles, aunque serían deseables. Pero la derecha no va a perder la oportunidad de intentar derribar a la izquierda en el Gobierno y va a sabotear los pactos.
-¿Le duele?
-Más que doler, me indigna la actitud del PP. A los dirigentes del PP les gusta hacer política con los muertos. Lo hicieron con ETA y ahora lo vuelven a practicar con el coronavirus. El problema de los dirigentes de la derecha española -insisto en lo de sus dirigentes, no sus electores- es que consideran que los españoles de izquierdas somos de segunda categoría y que si no están ellos en el poder, que debe ser lo natural, es que algo falla. Es algo que no ocurre con otras derechas europeas.
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