El Gobierno Sánchez, que en lo político se encuentra estos días enredado en una más que peligrosa madeja a raíz del masivo e inaceptable espionaje ... sufrido por dirigentes independentistas -entre ellos Otegi e Iñarritu-, dio ayer un inédito paso al condenar con nítida claridad el bombardeo de Gernika en el 85 aniversario de la cruel masacre que nazis y fascistas italianos perpetraron en esta localidad vasca en medio de una fraticida Guerra Civil. Resulta sorprendente cómo ningún ejecutivo democrático hubiese hasta la fecha reprobado con la solemnidad con que lo hizo el ministro Bolaños este bombardeo y después de que el mismísimo Zelenski recordase la masacre civil en la villa foral ante el Congreso español cuando reclamó para Ucrania apoyo y solidaridad ante los deleznables crímenes de guerra que están cometiendo las tropas de Putin en la población civil ucraniana.
El gesto del Gobierno Sánchez tuvo una respuesta positiva por parte del lehendakari, que saludó el tempranero tweet del presidente recordando Gernika, el rotundo comunicado de condena aprobado en el Consejo de Ministros, así como la presencia del secretario de Estado de Memoria en los actos conmemorativos.
Sin embargo, destacados dirigentes del PNV mantienen la presión para que el Estado pida en algún momento perdón por el indiscriminado ataque bélico de 1937 a la población en Gernika, a pesar de que, lógicamente, ninguno de sus miembros ni los partidos en los que militan tuviesen nada que ver en aquella masacre. Más aún, socialistas y comunistas que sostenían la Segunda República fueron víctimas de la sublevación de las tropas franquistas y de la guerra que se desató.
Por este motivo, resulta crucial que ante semejantes crímenes de guerra, instituciones y partidos sumen fuerzas para condenar sin paliativos estos trágicos hechos y se alejen del revanchismo para fomentar la concordia.
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