¿La independencia pierde fuelle en Euskadi?
El rechazo está en su máximo histórico. Los expertos creen que los vascos, tras el fin de ETA y el fracaso del procés, quieren estabilidad
El último Sociómetro del Gobierno Vasco, publicado el sábado de la semana pasada, confirma una tendencia que se repite desde años atrás: el rechazo a ... la independencia no para de crecer en Euskadi. A día de hoy el 41% de los 3.000 ciudadanos encuestados no la apoya, alcanzando su máximo histórico. En paralelo, la segregación pierde adeptos, con un 23% de ciudadanos a favor en el conjunto de Euskadi, cuando en 2014 eran el 30%, si bien en los dos últimos años ha registrado un ligero repunte. En Gipuzkoa el apoyo a día de hoy es del 28%.
En medio se encuentra un número significativo de vascos (31%) que estaría a favor o en contra «en función de las circunstancias». Llama la atención que el 41% de los votantes del PNV y el 30% de los de EH Bildu dudan sobre si apoyarían una hipotética separación de España. En este reportaje dos sociólogos y un historiador analizan por qué la independencia se encuentra de capa caída, incluso entre los votantes de los partidos nacionalistas y soberanistas.
Ludger Mees, catedrático de Historia Contemporánea de la UPV y autor entre otros libros de 'El contencioso vasco' (Tecnos), explica que la pérdida de atractivo está ligada al creciente impacto de factores como la crisis energética, la inflación, la desigualdad social, la pandemia o la guerra. «En el marco de esta nueva realidad –señala el catedrático– la receta independentista como antídoto contra todos los problemas resulta cada vez menos atractiva, máxime cuando el Gobierno de Sánchez se está esforzando en sustituir la estrategia territorial polarizadora del anterior Ejecutivo por otra más flexible».
Mees señala que los partidos nacionalistas han comprendido que la conquista de votos y de poder «no pasa por la acentuación del discurso independentista sino por una oferta programática más centrada en cuestiones socioeconómicas. No es casualidad que ninguno de los líderes nacionalistas haya hablado de la independencia últimamente».
En esta línea, subraya que el ejemplo catalán no resulta atractivo. «Después del fin de ETA la sociedad no tiene ganas de vivir sin sobresaltos, sin experimentos y con tranquilidad. El hecho de que un líder tan 'aburrido', pero a la vez tranquilo como el lehendakari Urkullu sea el líder político más valorado, no necesita más explicación».
«Después de ETA, los ciudadanos quieren vivir sin sobresaltos»
Ludges Mees
Historiador UPV/EHU
Respecto a las tendencias de futuro, el catedrático estima que el grupo de ciudadanos indecisos respecto a la segregación se incrementará si se produce una grave confrontación con el Estado o una aguda crisis económica y social. Además, señala que nadie ha explicado qué significa «ese concepto del siglo XIX, la independencia, en nuestro mundo globalizado, en el que vemos que ni siquiera los Estados Unidos pueden hacer una política independiente. Estas grandes dudas se reflejan en los datos de la encuesta».
No obstante, advierte de que la revitalización del separatismo podría darse si el sustrato ideológico e identitario de la sociedad vasca no es respetado. «Es un vasquismo que en situación de crisis puede inclinarse hacia el independentismo», concluye Mees.
Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología de la UPV, considera que la clave de los cambios que se aprecian en el Sociómetro se encuentra en las transformaciones estructurales que han impactado en la sociedad en las tres últimas décadas y que han conllevado un cierto proceso de «desideologización». Entre ellas cita la tecnología, la globalización y la cuarta revolución industrial, que enfila ya hacia la quinta.
A su vez, Gurrutxaga llama la atención sobre el hecho de que la desaparición de ETA ha supuesto que la política «se rutinice, pierda dramatismo y se reduzca la radicalidad del conflicto con el Estado y los objetivos de los programas de máximos de unos y otros». La búsqueda del bienestar, subraya, «se transforma en la fuente de legitimación de los entramados políticos y sociales». Máxime cuando, como subraya el catedrático, en el País Vasco predominan las clases medias.
Gurrutxaga incide en que la seguridad material de la que se beneficia una parte significativa de la población es la que marca «los contenidos que importan. Los datos indican que las elecciones no se ganan con la confrontación identitaria excluyente, sino gestionando la seguridad material. La sociedad se aleja de 'retiros identitarios' y de promesas sin evidencias empíricas para promover la identificación inclusiva y el pragmatismo».
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Gurrutxaga señala que, en consecuencia, el Sociómetro refleja un incremento del rechazo a la independencia y un sentimiento de pertenencia donde los ciudadanos que se consideran solo vascos no es mayoritario. En su opinión, estos datos indican que el futuro «se desliza hacia la gestión de la moderación». Las respuestas, según el catedrático, «no van a depender de fórmulas manidas atadas a tiempos pasados, sino de construir opciones nuevas, alejadas de discusiones primordiales alrededor de quiénes somos, que ahora están engullidas por el bullicio de las transformaciones».
«La sociedad vasca se aleja de 'retiros identitarios' y de promesas sin evidencias empíricas»
Ander Gurrutxaga
Sociólogo UPV/EHU
María Silvestre, catedrática de Sociología y directora del Deustobarómetro, coincide con los dos profesionales anteriores en que los vascos priman «la estabilidad y seguridad en el corto plazo». Explica que en este escenario el independentismo «puede interpretarse como una aventura incierta, sin garantías, que introduce mayor indefinición e inseguridad».
Además, añade Silvestre, el pacto de gobierno entre PNV y PSE ha relegado el debate o la confrontación en torno al soberanismo, mientras que han ganado protagonismo las políticas sociales, económicas, educativas o sanitarias. A este hecho se suma, indica la catedrática, que el talante de Urkullu se contrapone «a lo que supuso de polarización Ibarretxe. El actual lehendakari ha gobernado de manera más transversal y sin sobresaltos».
El procés también ha incidido en el retroceso del independentismo vasco. «Su fracaso –señala Silvestre– ha sido un espejo en el que se ha estado observando la sociedad vasca. Se ha juzgado con suma severidad y raciocinio y sin ningún ánimo ni interés en replicar». El Brexit, añade, «también ha supuesto un aprendizaje de lo que implica tomar decisiones secesionistas que te apartan o excluyen de Europa».
«El procés se ha visto desde Euskadi sin ningún ánimo de replicarlo»
María Silvestre
Socióloga, Deusto
Respecto a si el futuro deparará un mayor o menor apoyo al independentismo, Silvestre indica que dependerá mucho del contexto político vasco y español. En este sentido, señala que resultará clave comprobar si la sociedad vasca, sobre todo su clase política, «es capaz de mantener la actual cultura política de acuerdos y transversalidad».
A su vez, indica que el mantenimiento de un cierto nivel de relación bilateral con el Estado favorecería «que se rebaje la tensión y que la sociedad no vuelque su nacionalismo en la reivindicación de la independencia, sino que lo ejercite en otros ámbitos y vías».
Silvestre incide en que la posición del Gobierno español resulta fundamental en el establecimiento o no de contextos de confrontación o entendimiento. En este punto subraya que tenemos un claro ejemplo en lo que supuso la inacción del presidente Mariano Rajoy ante lo que estaba aconteciendo en Cataluña.
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