«Es muy importante mantener viva la memoria, es justo lo que pedimos todas las víctimas»
-¿Teme que la memoria de su hermano y de tantas víctimas acabe cayendo en el olvido?
-Es muy importante mantener viva la memoria. ... Es justo lo que pedimos todas las víctimas. Por eso creo que debemos seguir hablando de lo que pasó. Muchos jóvenes de ahora no tienen ni idea de nada de esto.
-¿En su caso, su hijo sabe qué le ocurrió a su tío?
-Él ya sabía con seis años que a su tío le habían matado «unos malos». Con el tiempo hemos ido respondiendo a sus preguntas.
-En este tiempo en que se están llevando a las aulas los testimonios de las víctimas del terrorismo, ¿sabe si su hijo habla de esto con amigos o compañeros, por ejemplo?
-A mi hijo le ocurrió una cosa en la escuela. Un día que salió un momento de la clase para ir a un refuerzo de ordenador, el profesor aprovechó para comentar a sus compañeros lo que le había pasado a su tío José Ignacio. Cuando regresó de nuevo a clase todos le abrazaron y le dieron su apoyo. Pero, curiosamente, las madres de aquellos niños se me quejaron diciendo cómo podía ser que el profesor hubiera contado aquello...
-En 2006 la Audiencia Nacional condenó a Gregorio Escudero a 42 años de prisión por haber facilitado la información que permitió cometer el atentado. Tres años después, fueron condenados los etarras Xabier García Gaztelu, 'Txapote', e Irantzu Gallastegi Sodupe, 'Amaia', a 46 años por el mismo asesinato. ¿Si tuviera delante a alguno de ellos, qué les diría?
-No los quiero tener delante. No, no. Yo he tenido que pelear mucho contra el odio que sentía. Te dan ganas de.... Después del daño que han hecho a toda la familia y a tantas otras. Porque no solo somos nosotros, hay más de 850 muertos y miles de heridos y amenazados. Aún hoy sigo teniendo miedo muchas veces también. Tenemos un etarra que ha salido de la cárcel viviendo muy cerca de nuestra casa, no tiene que ver con el asesinato de José Ignacio, pero no hace mucho le dijo a mi hermano que no se preocupara, que no le iba a pasar nada... ¡Madre mía!
-¿Le gustaría hablarle y decirle las cosas claras, como usted ha hecho siempre?
-No. Yo voy con la cabeza bien alta. Él seguro que sabe quién soy, me mira, nos cruzamos la mirada, pero nunca le he dicho nada.
-¿El pueblo de Zarautz, cómo ha reaccionado en todo este tiempo tras el asesinato?
-En el pueblo todo el mundo nos apoya, menos todos los que han estado o están en ese mundo que ha respaldado tanto horror. Mis padres fallecieron hace cinco y siete años y nunca se recuperaron de aquello. Mi madre, Josefina, no salía de casa, un día que tenía que ir al ambulatorio me llegó a decir: '¿Pero cómo voy a salir de casa después de lo que me ha pasado?'.
-¿Sus amigos han seguido a su lado?
-En los primeros momentos estuvieron en mi casa, me sacaban a la calle. Luego la relación se enfrió. Me dediqué a mi cuñada a y mis sobrinos, y nos distanciamos un poco.
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