Aunque el PP vasco está pendiente de que desde Génova aprueben una fecha para la celebración de su congreso, el cuadro de mandos del aparato ... de la sede central solo piensa en las elecciones de Castilla y León del próximo 13 de febrero y en constatar si los resultados consolidan una solvente posición de avance de Casado en su objetivo de desalojar a Sánchez de la Moncloa. Una fuerte dependencia de Vox amargaría en cierta manera el hipotético triunfo del PP en las urnas castellanoleonesas y metería presión en las aspiraciones del líder popular, quien aún no ha resuelto su pugna con Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña sigue sin saber cuándo será su congreso ni si desde Génova le colocarán un rival para molestar. Mientras, los populares vascos tendrán que esperar a que Casado vaya completando las etapas electorales en este primer semestre para poder reforzar la dirección del partido por medio de una cita congresual. Tendrán que buscar un rearme interno para recuperar el espacio perdido. Iturgaiz, a quien al parecer Génova apoyaría para seguir pilotando una transición tranquila tras la traumática salida de Alfonso Alonso -el tiempo le ha dado la razón-, afrontará en las elecciones municipales y forales del próximo año uno de sus desafíos políticos más comprometidos. El PP vasco tendrá que ingeniárselas para reinventarse y buscar de la ya diezmada cantera carteles electorales atractivos, muchos de ellos jóvenes, para recuperar aquel caudal de votos que se les fue en su día a las filas del PNV. Para ello, los populares vascos ya trabajan para reconquistar el espacio de centralidad y moderación en el que han solido manejarse, tradicionalmente apegados al orden y alejados de los exabruptos. Sin embargo, el acercamiento o alejamiento -según lo marquen las urnas- que este año exhiba Casado con Vox serán claves para la futura cosecha de los populares vascos en la urnas municipales vascas.
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