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Enmendar para aclarar

El foco ·

Javier Roldán Moré

San Sebastián

Martes, 1 de febrero 2022, 06:46

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Aznar volvió a sus orígenes el pasado sábado al arrancar la campaña castelloneolesa con un mitin en Valladolid donde enmendó, en un lenguaje críptico de ... los suyos, al mismísimo Casado, aunque al comprobar el incendio desatado tuvo que salir ayer con urgencia para sofocar las llamas que han chamuscado al líder popular. El expresidente, que en su día acuñó aquella fase de «los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas», volvió por sus fueros con otra reflexión enrevesada que dejaba a la interpretación una velada crítica a Casado. «Muchas veces oigo decir: 'Hay que ganar para que no sé quién llegue a la Moncloa o al palacio de no sé cuántos...'. Oiga, la pregunta es: ¿Y para hacer qué?». Proclamar este tipo de mensajes sin acotar ni especificar su destinatario tiene unos riesgos extremos, sobre todo cuando el líder de su partido aún no ha resuelto su pulso interno con Díaz Ayuso. En Génova cayó como un jarro de agua helada la intervención de Aznar, que tuvo que aclarar sus palabras –en un principio sonaron a una enmienda a Casado en toda la regla– para exhibir su adhesión más inquebrantable con quien en su día fue su mano derecha en Faes. Sin embargo, este tropezón estratégico-lingüístico se produce en un momento delicado para las expectativas de Casado, ya que en los primeros sondeos demoscópicos el PP se aleja de la mayoría absoluta. Unos pronósticos que harían añicos las expectativas del tándem Casado-Mañueco, ya que les obligaría a trenzar un indeseado acuerdo con el partido de Abascal, ya que esta simbiosis postelectoral perjudicaría las aspiraciones del líder popular para alojarse en la Moncloa. Las elecciones de Castilla y León podrían tener un efecto envenenado, ya que no hay que olvidar que el adelanto que Ayuso provocó en Madrid fue en respuesta a la moción que prepararon PSOE y Cs en Murcia contra el PP, mientras el botón electoral de Mañueco busca el impuso de Casado. Y Mañueco no es Ayuso.

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