Un duelo devastador
El foco ·
Aunque la cronificación en el tiempo del pulso entre Casado y Ayuso no auguraba el mejor final, pocos, por no decir nadie, podían imaginar que ... el inédito choque entre ambos iba a suponer todo un descarrilamiento en su relación personal que sume al PP en la peor crisis orgánica desde su fundación. Resulta incomprensible cómo ni Casado, ni Ayuso, ni el mismísimo García Egea, jefe del aparato del partido, han podido reconducir un pulso de poder entre quienes en su juventud fueron inseparables amigos. Que unos políticos de alto rango sean incapaces de resolver sus diferencias y no hayan podido evitar este bochornoso espectáculo de revanchas, amenazas e intrigas, con espionaje incluido, les coloca en una posición más que cuestionada. Ninguno de los duelistas que ayer se batieron a muerte política se ha empleado a fondo para evitar un colapso personalista que puede sumir a su partido en una profunda depresión. Pierden en solvencia y dañan a su partido.
¿Nadie en Génova pudo diseñar una estrategia para esclarecer de manera nítida las sospechas sobre el contrato de las mascarillas? Ayuso, que ayer se echó a la yugular de Casado y le puede costar la expulsión, tiene la obligación de explicar con todo lujo de detalles esa operación y despejar la sombra de dudas que se cierne sobre su hermano. Casado, cuando no recibió una respuesta satisfactoria de la presidenta, debió de haber llevado el caso a la Fiscalía y no guardarlo en el cajón. También tendrá que esclarecer si ha habido espionaje con dinero público, depurar responsabilidades, y quién de Moncloa le dio ese famoso informe.
Mientras, cargos populares como el juntero guipuzcoano Juan Carlos Cano no pueden disimular su desolación al comprobar cómo los tantos años escoltados bajo la amenaza de ETA se esfuman en esta impresentable refriega personalista. Todo muy lamentable.
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