Los diputados de UPN se aferran a su acta mientras el partido acelera su expulsión

El serial en el que se ha convertido la crisis de UPN vivió ayer un nuevo capítulo. El que anticipa la salida definitiva de Sergio Sayas y Carlos García Adanero de la formación tras romper la disciplina y votar en contra de la reforma laboral del Gobierno. El Consejo Político del partido regionalista apoyó de forma abrumadora, por un 80,6%, su expulsión. La última palabra la tomará en los próximos días el Comité de Disciplina y la única forma de revertir la situación es que Sayas y García entreguen sus actas como diputados. No parece que lo vayan a hacer.

La marcha de UPN de sus dos representantes en el Congreso parece inevitable, pero dados los giros de guion de los últimos días todo es posible. Los trámites de expulsión fueron iniciados el viernes por la ejecutiva tras lo sucedido un día antes en el Congreso. En una demostración de que la dirección liderada por Javier Esparza quiere cerrar de forma rápida una crisis que amenaza con desangrar al partido, ayer le tocaba el turno al Consejo Político, un órgano compuesto por 232 personas.

A la cita celebrada en Pamplona acudieron los dos diputados díscolos y antes de su entrada confiaron en que pudiesen explicar a sus compañeros de partido su posición y que la respaldasen. Lo primero pudieron hacerlo, en lo segundo no tuvieron demasiada suerte. El 80% de los presentes apoyó a Esparza y solo un 15% 'compró' sus argumentos. Ahora todo queda en manos de otro órgano interno, el Comité de Disciplina, que se reunirá en los próximos días.

La única opción de que sigan en UPN es que entreguen sus actas como diputados, algo a lo que por ahora se niegan los dos diputados rebeldes. En todo caso, a la formación regionalista se le abre un futuro complicado pase lo que pase. Si Sayas y García Adanero se niegan a entregar sus credenciales, UPN se quedaría sin representación en el Congreso. Pero si lo hacen, puede que también.

UPN concurrió en las elecciones de 2019 dentro de la coalición Navarra Suma, en la que también estaban el PP y Ciudadanos. Al ser el partido con más peso, se reservó los dos primeros puestos de la lista, mientras que el tercero fue para el PP y el cuarto para Ciudadanos. Es decir, si Sayas y García Adanero asumen la decisión del partido, entregan sus actas y abandonan el Congreso, los que ocuparían sus puestos serían los representantes del PP y Cs. Al menos en teoría.

Esparza, por ahora, trata de tapar las tres vías de agua que se le han abierto. La interna, la que afecta al PSN y la del PP. Solo 24 horas después de la polémica votación en el Congreso, el presidente de UPN definió lo sucedido como una «jugada rara». No llegó tan lejos como los socialistas, que de forma explícita han dicho que el PP «ha comprado» a Sayas y García Adanero, pero casi. Ayer trató de rebajar algo la tensión y aseguró que había hablado con Pablo Casado, «y me ha dicho que el PP no ha participado, y no tengo por qué no creerle». Los dos diputados también niegan de forma categórica haber sido comprados.

La otra crisis es con el PSN. El apoyo a la reforma laboral era a cambio de que los socialistas 'salvasen' una situación comprometida para Enrique Maya, alcalde de Pamplona. UPN gobierna, pero no tiene mayoría y buena parte de sus decisiones están en manos del PSN. La relación entre ambas fuerzas era correcta hasta el jueves. De hecho, en cuanto saltó la sorpresa en el Congreso, Maya se apresuró a pedir disculpas al PSN. Su portavoz, Maite Esporrín, afirmaba ayer en 'Diario de Navarra' que «en lo personal las acepto, pero hay un antes y un después. No nos queda ninguna gana de pactar».

Pero quizás la más difícil sea la interna. Sayas hizo ayer un último intento: «La solución a esta crisis es que se entienda que no incumplimos el acuerdo».