El presidente Sánchez no ha decepcionado en la configuración de su primer gabinete que pondrá en marcha mañana de manera oficial en su primer Consejo de Ministros. En la alineación de su gabinete -con mayoría absoluta de mujeres- combina la experiencia de la gestión en las materias de sus carteras con el poso político que muchos de sus miembros atesoran desde hace muchos años. A simple vista su ejecutivo no parece que haya sido gestado de manera 'exprés' tras una traumática moción de censura que hizo caer al vacío a Rajoy hasta el punto de situarlo en la jubilación total de la política. Sánchez ha logrado en pocos días armar un equipo ministerial atractivo, con la vitola de ser el más femenino de Europa, y nutrido con hojas de servicio prestigiadas. El presidente socialista, en su primera decisión al elegir su claustro ministerial, apuesta por llegar con un equipo de 'titulares' hasta el final de la legislatura, al margen de los apuros que pueda sufrir con sus 84 escaños en el Congreso, que sin duda los habrá y no serán pocos.
En la elección de las carteras ministeriales Sánchez no se ha olvidado del PSE, sino todo lo contrario, ya que ha otorgado la siempre difícil y sensible tarea de la portavocía de su Gobierno a la bilbaína Isabel Celaá, una histórica del socialismo vasco que conoce como pocos el andamiaje de la Educación, que será el área que dirigirá. Se queda fuera de este corte ministerial el exlehendakari López, a quien Sánchez podría reservar un papel clave en el grupo parlamentario en el Congreso para negociar y acordar mayorías.
El presidente unge al juez Grande-Marlaska, en su día azote de la banda terrorista ETA, como ministro de Interior, quien tendrá que afrontar, entre otros asuntos, el acercamiento de los presos de ETA que reclama la mayoría parlamentaria vasca. Pero Sánchez también quiso sorprender con varios nombramientos de impacto, como con el astronauta Pedro Duque, y el televisivo Maxim Huerta al frente de Cultura y Deporte, aunque la maldita hemeroteca le recuerde que en su día confesó que «odiaba el deporte».