Juego por parejas con partidos por delante
La coalición PNV-PSE se mantiene como la opción más previsible después del 12-J por la inviabilidad de un eje alternativode partidos de izquierda
El pasado verano, Idoia Mendia confesaba en una masía de Girona en la que almorzaba durante sus vacaciones con unos amigos su esperanza más íntima ... de que algún día, la dialéctica derecha-izquierda se asentara en Euskadi, como en el resto de Europa. Han pasado pocos meses, aunque la crisis por el Covid-19 hace que parezca una eternidad. El debate de un posible tripartito de izquierdas aflora como novedad de una campaña en la que el PNV de Iñigo Urkullu parte de favorito. Fue el mismo lehendakari el que, tras las últimas elecciones, apostó personalmente, incluso ante un EBB un tanto frío al respecto, por un ejecutivo de coalición con el PSE desde la convicción de que sería bueno para completar el Estatuto y avanzar en la 'normalización'. Como telón de fondo, el debate sobre el estatus de autogobierno, al que Urkullu quiere atraer al PSE. La monumental emergencia sanitaria ha trastocado todos los planes y los tiempos.
Dilema existencial. En el socialismo vasco conviven cierto dilema existencial con el realismo político de una coalición histórica que ha dado sus frutos aunque complique su perfil como proyecto alternativo al PNV. Entre sus cargos públicos y militantes existen pocas dudas. A día de hoy no existe una alternativa seria al entendimiento PNV-PSE. Un factor que pesa es la relación de fuerzas en Madrid. El PNV sigue siendo una garantía de estabilidad en la crispada política española. A pesar de los altibajos. la relación entre Andoni Ortuzar, presidente del EBB, y la cúpula socialista es fluida. En Madrid y en Euskadi.
Una hipotética mayoría de izquierdas no desbancaría al PNV del poder pero podría condicionar los futuros debates políticos
Y es que no hay condiciones políticas para un gobierno alternativo entre EH Bildu, los socialistas y Elkarrekin Podemos, la fórmula planteada por la candidata morada a lehendakari, Miren Gorrotxategi. Al menos a corto y medio plazo. El desencuentro entre el PSE y la izquierda abertzale sigue siendo profundo. Es político y es cultural. Ese eje lo lideraría, además, la fuerza más votada, que sería previsiblemente EH Bildu, y nadie imagina al PSE en ese escenario. Además, Sánchez, que gobierna en Madrid junto a Unidas Podemos, no pondría en riesgo el necesario apoyo jeltzale en Madrid.
La mochila del pasado. El peso de la mochila del pasado -el terrorismo de ETA- pesa indefectiblemente. La izquierda abertzale ha aterrizado en la política democrática con sus propias contradicciones. Los últimos ataques con pintura a las sedes de los partidos, que rechaza pero no condena, son reveladores.
Sin embargo, el futuro no está escrito. Al PNV le inquieta que la cooperación en la izquierda vasca pueda prender en algún momento. No tanto como para desbancarle del poder, al menos por ahora. Mientras el PNV sea imprescindible en Madrid -y ahora lo es- y mientras ejerza de muro de contención a la presión de EH Bildu, la apuesta de colaboración con los jeltzales será sólida. Pero este bloque de izquierdas sí puede condicionar al PNV. Una mayoría aritimética parlamentaria EH Bildu- PSE-Elkarrekin Podemos puede que no cuaje en un gobierno pero sí puede forzar al PNV a negociar desde otras coordenadas.
La línea de negociación del Gobierno con el PNV se resintió bastante por la baja médica de la vicepresidenta Calvo
Generaciones sin complejos. En el PSE también emergen nuevas generaciones que ven el porvenir con una mirada distinta y con menos complejos. No es que olviden lo que que sus mayores han sufrido. Ellos mismos han conocido esa experiencia de intimidación, a veces hasta el asesinato, de sus compañeros. Pero el país cambia con rapidez, sobre todo en las ciudades. La relación entre el PSE y EH Bildu no es la misma que hace 10 años. El deshielo es un hecho y se lleva por delante algunos prejuicios. Pero no todos.
Jesús Eguiguren, defensor en su día de pacto de las izquierdas, considera hoy que no es realista pensar en esa alianza. Pero deja la puerta a que madure y quizá cristalice dentro de cinco o diez años, cuando algunas de las heridas aún a flor de piel hayan cicatrizado. Para ello no ayuda el proceso soberanista llevado a cabo en Cataluña. Pero si se diera un acercamiento entre ERC y el PSC volvería a cambiar la dinámica. La cuestión nacional siempre ha solapado en Euskadi al eje derecha-izquierda. Solo el éxito de Podemos en 2015 pareció superar la división entre nacionalistas y no nacionalistas. La resaca tras la pandemia puede apuntalar esta corriente de fondo, con un electorado más volátil, más transversal y menos ideologizado.
El primer deshielo. Pero un futuro entendimiento entre las izquierdas tiene que gestarse primero en el ámbito más local, en los municipios, toda una escuela de aprendizaje político. El caso de Irun, donde el PSE alcanzó hace pocos meses un acuerdo presupuestario con Elkarrekin Podemos y con EH Bildu, no es extrapolable, pero sienta un precedente en el municipio vasco más poblado gobernado por el PSE.
Otra clave de calado es Navarra. En la Comunidad foral, la socialista María Chivite gobierna una coalición con Geroa Bai y Podemos gracias a la abstención de EH Bildu, con quien ha acordado los Presupuestos. Algo impensable hace poco tiempo.
Este cuadro marca la antesala de las elecciones el 12-J. El asunto del derrumbe del vertedero de Zaldibar, en primer lugar, y el Covid-19 fuerzan un cambio de guion de campaña y mediatizan el balance sobre la gestión del lehendakari Urkullu. En este contexto se sitúa su apuesta por repetir la coalición si fuera necesario para lograr que el pacto PNV-PSE logre la mayoría absoluta.
Carmen Calvo. El último acuerdo sobre el Ingreso Mínimo Vital entre el PNV y el Gobierno central facilita la implicación de los nacionalistas vascos en la sala de máquinas de la legislatura, un asunto descuidado durante la baja médica de la vicepresidenta Carmen Calvo, interlocutora natural con el PNV. En cuanto Calvo se recuperó de su infección por el Covid-19, retomó una negociación que había quedado obstruida y que trastocó el acuerdo PSOE-Unidas Podemos-EH Bildu. Moncloa transmite al PNV que cuenta con él como 'aliado prioritario' en una legislatura en la que, advierte, la derecha practica una política de 'tierra quemada'. Los más benévolos hablan de sobreactuación ruidosa. Los más críticos, de una ofensiva por la deslegitimación democrática del Gobierno para precipitar en 2021 un adelanto electoral. Un regreso a la crispación que quiere sembrar dudas en el PNV. Algunas voces jeltzales lamentan la fragilidad de las alianzas de Sánchez. El portavoz del PNV en el Congreso durante años, Iñaki Anasagasti, opina que «el tiempo empieza a demostrar que la moción de censura contra Rajoy no fue un acierto».
Mientras, las encuestas auguran que la coalición PNV-PSE obtendría una holgada mayoría absoluta. El viento sopla a favor, pero en esta época hasta la dirección del aire puede variar en cualquier momento. El miedo a una elevada abstención es real. Tiempos líquidos en la cancha vasca y un partido a parejas que aún tiene que jugarse.
Idoia Mendia | Candidata del PNV a Lehendakari
Viento de cola en la segunda oportunidad
La socialista Idoia Mendia afronta el 12-J como su segunda oportunidad como candidata a lehendakari. Lo hace en un contexto complejo, con la coalición PSOE-Unidas Podemos en el poder, bajo el efecto de una pandemia imprevisible que amenaza con una recesión económica y con la derecha hiperventilada. Y con viento de cola según las encuestas, que también intuyen esa polarización. Mendia quiere movilizar en Euskadi al electorado del PSOE que no suele activarse en las autonómicas.
La candidata del PSE estudió en una ikastola, es licenciada en Derecho y fue consejera con el lehendakari Patxi López. Reivindica la tradición liberal de Bilbao y apela a la memoria de la resistencia frente a ETA como un ingrediente esencial para forjar la convivencia desde la moral cívica.
Mendia se ha propuesto transmitir «seriedad, confianza y apertura» a la ciudadanía. Si durante años el PSE fue el gran dique de contención frente a la deriva nacionalista más radical, el cambio social y el final del terrorismo de ETA le obligan a reubicarse en el mapa vasco y a disputar abiertamente con Urkullu en la banda ancha de la moderación pactista. Los socialistas reivindican su proyecto progresista para una sociedad más diversa, con menos prejuicios identitarios e ideológicos. Su desafío es abrirse con más empuje a las clases medias vascas, con las que, por ejemplo, sí conectan en las elecciones municipales o en las generales. Los más épicos citan los legados de Prieto, Rubial y Onaindia para explicar el compromiso de Mendia con el autogobierno vasco desde una socialdemocracia moderna y un anclaje emocional «sin complejos» con España. Para ello cuenta con su mejor aliado y compañero de viaje: Pedro Sánchez.
Andoni Ortuzar | Presidente del PNV
El alma pactista de un burukide con pedigrí
Si algo no ha perdido Andoni Ortuzar es el olfato de periodista al que le apasiona la profesión. Lleva también en la sangre la pasión por la política, que intenta ejercer con un toque 'disfrutón'. Su fuerte es comunicar y seducir con el lenguaje coloquial. Un arte que aprendió de Xabier Arzalluz, que lo utilizaba magistralmente. Ortuzar representa el 'péndulo patriótico' que han descrito los historiadores sobre la trayectoria del PNV. Un péndulo que combina un ADN jeltzale hasta la médula, con el pedigrí de aquellos 'jobuvis' -los jóvenes burukides de los años 80 que hoy mandan en el partido- con el alma pactista heredada de la tradición de los 'grandes': Agirre, Ajuriaguerra y, al inicio de la Transición, el propio Arzalluz.
Ortuzar representa a un PNV que exhibe la coherencia de su estrategia pactista desde 1977 frente a la entonces izquierda abertzale rupturista. Europeista convencido, alerta del riesgo del populismo como disolvente del pensamiento democrático, apela a una mirada socialcristiana y sostiene que el pulso con la izquierda abertzale encierra, también, una dimensión ética. Cree que el acierto histórico del PNV es tener los pies en la tierra y una visión seria de la economía alejada de esquemas simplistas. Y piensa que la sociedad vasca en estas elecciones premiará a quien le ofrezca confianza para gestionar la salida de un bache muy difícil. Ortuzar rechaza la «carrera de despropósitos» de la clase dirigente en España y está orgulloso de que, en este ámbito, «Euskadi es diferente».
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