Begoña Urroz, 60 años del primer relato del terror
El 27 de junio de 1960, el DRIL hizo estallar una maleta bomba en la estación de Amara de San Sebastián que acabó con la vida de una niña de Lasarte de poco más de un año
A las 7.10 de la tarde del lunes 27 de junio de 1960, la sala de espera de la estación de Amara de San ... Sebastián, repleta de público, se estremecía con el estallido de una maleta bomba. Minutos antes, Jesusa Ibarrola había dejado a su hija de 20 meses al cuidado de su tía Soledad Arruti, encargada de la consigna de equipajes, mientras iba a comprar a la niña unos zapatitos para ir a Navarra. Cuando regresó se encontró el peor de los escenarios. La deflagración y las llamas habían alcanzado a su hija y estaba abrasada. La pequeña se llamaba Begoña Urroz Ibarrola y se había llevado la peor parte de un atentado perpetrado por el DRIL (Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación).
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Begoña Urroz había sido rescatada de entre las llamas por Emeterio Ríos Gómez, un mozo de servicio exterior de la estación, que pese a su valentía no llegó a tiempo para evitar la extrema gravedad de las quemaduras que alcanzaron todas sus extremidades y el rostro, y de las heridas contusas en pierna y pie izquierdos que sufrió. La niña ingresó esa tarde en la clínica del Perpetuo Socorro, el martes por la mañana experimentó una ligera mejoría, pero a las horas volvió a empeorar y falleció a las once de esa noche.
La bomba causó heridas de diversa consideración a otras cinco personas, entre ellas la tía abuela de la niña, Soledad Arruti, así como a otros cuatro ciudadanos, Baleren Bakaikoa Azurmendi, Pascual Ibáñez Martín, Francisco Sánchez Bravo y María García Moral.
Este asesinato es la razón de que se declarara el 27 de junio Día de las Víctimas del Terrorismo
La familia creyó que la bomba fue puesta por ETA, pero esa hipótesis se fue desvaneciendo con los años
El funeral de la niña se ofició en la iglesia parroquial de Lasarte, donde vivían los padres de Begoña, Jesusa Ibarrola y Juan Urroz, originarios de la localidad navarra de Beintza-Labaien, de donde habían emigrado en busca de trabajo.
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El gobernador civil de entonces, José María del Moral Pérez de Zayas, y las principales autoridades de Gipuzkoa y Lasarte se sumaron a los actos fúnebres a los que acompañó todo el pueblo lasartearra «visiblemente emocionado», según se relató en El Diario Vasco en su portada del día siguiente, información que reproducía una foto del gobernador civil dándole el pésame al padre de Begoña Urroz.
«La cajita blanca»
El momento solemne de la despedida religiosa coincidió con el ambiente festivo que se vivía en ese momento en el municipio. Según el relato de la hermana de Begoña Urroz, a la que sus padres pusieron el mismo nombre, y que se recoge en el informe del Memorial 'Muerte en Amara. La violencia del DRIL a la luz de Begoña Urroz', del historiador Gaizka Fernández Soldevilla y del documentalista Manuel Aguilar, su madre les contó muchas veces que el día del entierro de la niña coincidió con las fiestas del pueblo y «salieron de casa con la cajita blanca mientras la gente cantaba y bailaba por las calles».
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Desde 2019 un informe del Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo 'Muerte en Amara' sitúa como hecho probado que fue una acción del DRIL. Pese a que se apuntó a ETA como autora de este atentado y se citó a Urroz como la primera víctima mortal de la banda, esa idea se fue desvaneciendo con el tiempo.
Los Urroz Ibarrola siempre estuvieron convencidos de que la bomba había sido obra de ETA. En aquellos años nadie hablaba de esas cosas y en su casa lo sucedido era prácticamente un secreto. Tampoco tuvieron ningún amparo de las autoridades franquistas de aquellos años, más allá de su asistencia al funeral.
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Como a la mayoría de las víctimas, nadie les ofreció ningún tipo de reparación hasta que llegó, en su caso, la aprobación en 2011 de la Ley de Reconocimiento y Protección Integral a las Víctimas del Terrorismo, que reconocía a las personas que habían sufrido atentados desde el 1 de enero de 1960. La elección de ese año se hizo en atención justamente a la fecha en que se había producido la muerte de la pequeña Urroz ya que, con anterioridad, en la norma de 1999, el reconocimiento oficial de las víctimas del terrorismo se efectuaba a partir de 1968. En recuerdo de Begoña Urroz, el Congreso de los Diputados declaró en 2010 la fecha del 27 de junio como Día de las Víctimas del Terrorismo, por lo que el próximo sábado se volverá a repetir el acto anual de conmemoración, este año no exento de polémica por la ausencia de la AVT.
En 'Muerte en Amara', Fernández Soldevilla y Aguilar mantienen que «no existe ni una sola pista que sugiera la participación de ETA» en el citado atentado. Su investigación es el resultado de casi dos años de trabajo y de la consulta de numerosos archivos de España y Portugal. Ambos investigadores describen en su estudio que «es hasta cierto punto comprensible» la confusión que hubo durante muchos años, dadas circunstancias como «la verosimilitud del suceso o la falta de trabajos solventes sobre la violencia de la primera ETA».
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Antecedentes
Cuatro meses antes del atentado de Amara, el 18 de febrero de 1960, el Directorio, creado ese año como fruto de la fusión de la Unión de Combatientes Españoles y un grupo portugués, el Movimiento Nacional Independiente, puso cuatro bombas en Madrid. La primera estalló en el Ayuntamiento. La segunda, en la calle Toledo. Cuando llegó la Policía, encontraron herido de muerte a uno de los implicados en la colocación de las bombas, al que le había explotado su propio artefacto. Más tarde se desactivaron los otros dos: uno escondido en las oficinas de Iberia en la Plaza de Cánovas del Castillo; y el último, bajo la estatua de Velázquez, al lado del museo de El Prado. Fueron detenidos los miembros del DRIL, uno de los cuales, Antonio Abad Donoso, sería ejecutado tras un juicio sumarísimo.
Unos meses después el DRIL puso en marcha una nueva campaña terrorista. El 26 de junio de 1960 un artefacto explotó en un tren que hacía el trayecto Barcelona-Madrid. Al día siguiente, 27 de junio, además de la explosión e incendio en Amara se registraron otras similares en las consignas de equipaje de las estaciones del Norte de Barcelona, del Norte de San Sebastián y del Norte de Madrid. El 29 de junio hubo otro atentado en la terminal de Atxuri de Bilbao. Ese mismo día, dos portavoces del DRIL reivindicaron los atentados en el diario El Nacional de Caracas.
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Un par de semanas después uno de ellos advirtió que «las revoluciones para derrocar a los tiranos no se hacen con té y simpatía ni con bombones. Hay que emplear la violencia para responder a la que ellos usan». En los años siguientes otros líderes del Directorio admitirían su responsabilidad.
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