Los aliados tensan la cuerda
El Gobierno intenta incluir al PNV en la foto final. La legislatura entra en un momento de máximo voltaje pero no va a descarrilar
Pedro Sánchez tiene fundadas razones para respirar tranquilo porque todo parece indicar que hoy va a lograr en el Congreso una mayoría amplia que respalde ... la convalidación del decreto de la reforma laboral a pesar de la crisis con una parte de los socios de investidura que se va a escenificar. El Gobierno ha puesto un empeño especial para incorporar al PNV a la fotografía final. Una imagen que podría darse si los jeltzales logran amarrar la prevalencia autonómica de los convenios. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quiere a toda costa incluir al PNV en el bloque del sí para contrarrestar el efecto del respaldo, previsible, de Ciudadanos y el portazo de Esquerra. Equilibrios y geometría variable en estado químicamente puro.
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Detrás de esta frenética negociación con los nacionalistas de Andoni Ortuzar, eso sí, subyace un profundo descontento del PNV con Sánchez fraguado en los últimos tiempos. Los jeltzales se sienten ninguneados y maltratados por el presidente, con independencia de que no quieren para nada un adelanto electoral y temen como un nublado una eventual mayoría entre el PP y Vox. A pesar del mantra de 'aliado preferente' que esgrime el PSOE, en Sabin Etxea se muestran muy críticos con el 'modus operandi' de Moncloa.
Otra historia es el papel de ERC. «Alguien se ha pasado de frenada». La frase del diputado Gabriel Rufián sonaba ayer premonitoria en los pasillos del Congreso de lo que puede ser la sesión de hoy. Las espadas estaban en alto y la tensión se palpaba. Más que nunca. Los republicanos se decantan, salvo sorpresa de última hora, por el 'no' tras una semana en la que Unidas Podemos ha ejercido toda la presión del mundo para inclinar la balanza a favor del decreto-ley que reforma la legislación laboral aprobada por el Gobierno del PP. Los morados, el PSOE y los sindicatos UGT y CC OO -fuertes en Cataluña- han puesto toda la carne en el asador para que los republicanos replanteasen su estrategia a la contra. Incluso, los comunes han lanzado toda su artillería pesada al anunciar todo un órdago: que retiran su apoyo al president Pere Aragonès ante la posición de Esquerra. Son palabras mayores. El milagro no ha sido posible. Con los sindicatos muy enfadados, y con este discurso hostil, a ERC se le va a complicar mucho entrar en el territorio sociológico del PSC y de los comunes en el cinturón rojo de Barcelona, que era su gran apuesta con Rufián: pescar en el voto 'charnego' con la bandera del soberanismo de izquierda. Dialogante y paciente en el terreno político y, ahora, de un inesperado y sobreactuado radicalismo en este plano sociolaboral. Paradójico.
Con el frente de la reforma laboral abierto en canal, a Esquerra le ha entrado un vértigo escénico de aparecer con una excesiva proximidad al Gobierno PSOE-Unidas Podemos. Le marca de cerca Junts, con un discurso de dureza independentista que genera sus contradicciones. Le condiciona la CUP, con su tono anticapitalista y una retórica maximalista que conecta con la exigencia que se respira en su base social. Y le mediatiza su alianza con EH Bildu, a su vez bajo el poder de la 'mayoría sindical' ELA-LAB y que ayer hizo un guiño nostálgico a la 'firmeza' de Julio Anguita.
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Los independentistas de izquierda se alejan del 'reformismo' del Gobierno. Nunca se ha hablado tanto de los convenios colectivos en una negociación parlamentaria. Es un clásico. Es la eterna dicotomía en la izquierda europea, heredera del enfrentamiento fraguado en la Revolución Rusa entre los bolcheviques, la mayoría más rupturista y radical, y los mencheviques, la minoría más reformista y socialdemócrata. La escisión comunista. Los peores enemigos dentro de la misma familia.
Reconstruir puentes
Los aliados de Sánchez se retratan hoy y son muy conscientes de ello, pero han decidido tensar la cuerda, sobre todo como toque de atención, pero con un propósito: que la sangre no llegue al río y que después puedan reconstruirse los puentes. En el fondo, el Gobierno ya sitúa a EH Bildu en el 'no' y considera que no está en peligro su respaldo en la legislatura. Pero la fotografía de un apoyo de Ciudadanos no le gusta. Sobre todo a Unidas Podemos, que teme un precedente que pueda propiciar un giro hacia el centro y la derecha.
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Las últimas elecciones de Portugal han encendido las alarmas. Los aliados de izquierda - el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda- que forzaron la retirada de los Presupuestos del Gobierno socialista, han perdido posiciones. Y Antonio Costa, el ganador, ha jugado la baza del voto útil. ¿Aviso a navegantes?
La legislatura se mete en un laberinto en el que las elecciones de Castilla y León y Andalucía pueden insuflar oxígeno al PP de Pablo Casado. Hay suspense y hoy conoceremos un capítulo complejo, quizá el más espinoso de la legislatura. Falta el desenlace y Yolanda Díaz cruza los dedos.
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