Entre el sueño y la pesadilla
El 'sueño español' se apoderó ayer del fin de curso político antes de las vacaciones con un balance arrollador de datos con los que Pedro ... Sánchez intentó marcar su propio relato. El mensaje irrumpió en un momento de incertidumbre. La legislatura se encuentra en un punto crítico y con casos de corrupción que van a arrojar, previsiblemente, cargas de profundidad en las próximas semanas. «En dos años hemos cumplido el 45% de los compromisos», dijo en una continua exhibición de optimismo que sonaba como una enmienda a la totalidad a «los cenizos», como los llamó. España crece y funciona como la quinta mayor economía sostenible del mundo, recalcó. Señaló que no hay que caer en la autocomplacencia, pero se regodeó hasta el límite en las cifras para avalar la gestión del Gobierno de «coalición progresista» con una lluvia de éxitos avalados por la prensa internacional. Sánchez consideró que estamos solo en el ecuador de la legislatura, «nos queda la mitad y hay motivos de sobra para seguir» al frente de un Gobierno de coalición en minoría parlamentaria.
El presidente optó por este balance económico para blindarse frente al acoso y derribo que sufre su Gobierno. Reaccionó como si no fuera con él esa película. Es decir, Sánchez optó por la resiliencia pese a que hay notorios indicios en el ambiente que muestran la enorme fragilidad del bloque de investidura. Se presentarán unos nuevos Presupuestos y, además, están los fondos europeos, como alternativa. El 'optimismo de los datos' frente a la apocalíptica oposición de Feijóo, que anuncia una «limpieza» y una «batería de leyes a derogar». Esa es la pinza, entre el triunfalismo desbordante del presidente y la catástrofe diaria de Núñez Feijóo que se ve en Moncloa. A la vuelta del verano volverán a subir los decibelios y posiblemente Sánchez opte por una crisis de Gobierno para quemar el último cartucho. Veremos si el sueño de una noche de verano se transforma, o no, en una pesadilla.
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