Illa celebró ayer su 58 cumpleaños con una carrera de 10 kilómetros en Girona junto a los periodistas. E. P.
Entre líneas

La carrera del plebiscito

Salvando distancias, las autonómicas del 12-M interpelan a la ciudadanía catalana como si fueran un tácito referéndum de autodeterminación

Alberto Surio

San Sebastián

Lunes, 6 de mayo 2024, 02:00

Todo circula muy rápido, sin tiempo casi a que se asienten las cosas y sin que maduren los movimientos. En esta sociedad un sentimiento tiene ... mucha más potencia que una idea para tocar la fibra. En esta atmósfera líquida, casi gaseosa, Cataluña se juega el futuro después de 15 años de vaivenes y una serie de despropósitos que no arrancan solo con el referéndum de 2017, convertido en un desafío al Estado constitucional pero que hubiera necesitado muchísima más inteligencia política para desactivar algunas minas de profundidad. El presidente del Gobierno ha puesto todos los huevos en la misma cesta y en una semana sabremos si ha resultado acertado. O sale victorioso o se cae con el invento.

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Lo que se vislumbra el domingo es si Cataluña apuesta por la 'reconstrucción', por pasar la página del procés y abrir una época de encuentro con el resto de España, o por la 'restitución' del president que fue inhabilitado por la aplicación del artículo 155 recreando una épica que pensábamos superada. En esa lógica se visualiza un pulso entre Salvador Illa y su proyecto de entendimiento con España y Carles Puigdemont y su empeño a 'volver a empezar'. El resto de contendientes está en un discreto segundo plano aunque hagan ruido con sus pataletas. Illa se convierte en un 'pastor' espiritual que predica el perdón que sana las heridas. Y Puigdemont en el líder que busca la redención del pueblo con una causa que considera injustamente perseguida. Son dos visiones casi evangélicas que tienen sus seguidores y han logrado polarizar a la sociedad catalana. En el fondo, la cuestión de los afectos y las emociones. Y no solo en el bloque independentista. También la Cataluña con lazos con otros pueblos de España se va a movilizar en este envite. Estamos, salvando las distancias, ante un implícito referéndum de autodeterminación.

El pulso emocional que se va a librar el domingo gira en torno a la 'restitución' o la 'reconstrucción'

Esta es la disputa. Otra cosa es que los vetos cruzados que exhiben los partidos compliquen las posibilidades de pactos y hagan la gobernabilidad de Cataluña un plato muy sofisticado. Incluso tanto que algunos ya especulan con la posibilidad de unas nuevas elecciones obligadas por la imposibilidad de trenzar acuerdos. Todo es posible. Incluso que, además de la 'restitución' o de la 'reconstrucción', algunos reclamen la 'desconstrucción' de Cataluña, una sociedad diversa en la que las visiones esencialistas y más tradicionalistas están condenadas al fracaso y en la que habrá que buscar soluciones híbridas e intermedias, que no satisfagan a nadie.

Sánchez se juega la legislatura. Si logra que Illa sea primera fuerza con claridad y si consigue quitar la mayoría absoluta a los independentistas, y desactivar así a Puigdemont, habrá conseguido un logro histórico. La ultraderecha catalana va a complicar la mayoría absoluta a los soberanistas. Este factor amplía el margen de maniobra de Illa. El paisaje se va a aclarar. Lo que hasta ahora parecía inviable empezará a dejar de serlo.

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