La alargada sombra de Mariano

Pablo Casado se comió ayer todo un sapo, y de los grandes, al conocer con todo lujo de detalles el escrito que Luis Bárcenas, extesorero ... del PP en la época de Rajoy, envió al fiscal para 'tirar de la manta'. El receptor de aquel sonrojante mensaje de 'Luis sé fuerte' -el mismo Rajoy asumió el error de ese envío- volvió a meter al PP en un peligroso callejón sin salida y a su anterior líder en el ojo del huracán corrupto del caso Gürtel. Resulta escalofriante que Bárcenas acuse directamente como «conocedor y destructor» de esos archiconocidos 'asientos contables' de la 'caja B', que el propio extesorero se ocupó en su día de airear por los medios. Sin embargo, el que fuera senador y máximo responsable de las finanzas del PP había lanzado en su entorno todo un aviso a navegantes sobre el alcance letal que supondría para el partido que su mujer ingresase en prisión. Y ha cumplido su palabra. En su venganza, servida en plato frío, vuelve a incidir en hechos ya conocidos, aunque en este reciente relato apriete las tuercas al PP y sobre todo al mismísimo Rajoy, al que dibuja como el 'triturador' de esa contabilidad opaca. Al margen de que en este proceso judicial cada parte defienda sus intereses y que el ya condenado por el caso Gürtel pretenda ajustar sus cuentas pendientes, el PP -con Pablo Casado a la cabeza- debería empeñarse en despojar al partido de toda sospecha que supone la lista de acusaciones 'made in Bárcenas'. Su ventilador aireó dobles contabilidades, complementos salariales, adjudicaciones públicas amañadas y espionajes activados por cierta cúpula policial para favorecer presuntamente los intereses del PP, acorralado cuando la trama Kitchen se creó para neutralizar a Bárcenas. El PP vuelve a revivir momentos más que delicados al agitarse los fantasmas de la corrupción que, a buen seguro, el presidente Sánchez, que se vio ayer en apuros en el Congreso, aprovechará.