La segunda Vuelta a España en Vespino hace escala en Donostia
Oscar, Kenia y Víctor, relevistas en esta aventura, inmortalizaron en el Peine del Viento el paso de la 'Correcaminos' por la capital guipuzcoana
Joseba Zubialde
Lunes, 11 de agosto 2014, 08:06
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Viernes, 22.15 horas. Una luz redonda y anaranjada se abre paso en la oscuridad de la noche mientras se aproxima al restaurante Branca de San Sebastián. Se trata de una Vespino. A sus mandos está Kenia Oteiza, que conduce con el objetivo de llegar hasta el Peine del Viento. Una vez que se acaba la carretera, la conductora apaga el contacto, pone la pata de cabra y se quita el casco. Tras aparcar el coche, Oscar y Víctor se unen a ella para llevar la Vespino, sin arrancarla, hasta el Peine del Viento.
Esta escena no tendría nada de especial si no fuera porque la 'Correcaminos', nombre con el que ha sido apodada la moto, no fuera la protagonista de la segunda Vuelta a España en Vespino. El ciclomotor inició su peculiar viaje el pasado 31 de julio, en San Pedro del Pinatar, en Murcia. El objetivo es simple: recorrer la geografía española por etapas, pasando por 47 ciudades, para volver al punto de partida el 16 de agosto. Esta segunda edición ha sido organizada por Run Run Clásicas y Vespinos.net, que con la ayuda de 130 voluntarios, ven como la meta está cada día más cerca.
Oscar y Kenia son los que representan a Gipuzkoa en este peculiar viaje, una experiencia que les ha maravillado y retrotraído a su juventud. Los dos, junto con Víctor, iban a la caza de una foto muy especial el pasado viernes. En plena oscuridad, y con la única ayuda de un pequeño foco y el flash de la cámara, los tres inmortalzaron la proeza con la Vespino con la escultura de Chillida a sus espaldas. "Es un guiño que queremos hacer porque una de estas esculturas aparece en el logo de esta edición", cuenta Oscar.
Volver a experimentar la inestabilidad
"La Vespino es como una bici con motor", explica Kenia. Donostiarra nacida en Aiete, recuerda que no tuvo moto pero que "siempre me las ingeniaba para robársela a mis amigos". Aunque condujo muchas Vespino, la experiencia del viernes le hizo volver a sentir algo que tenía practicamente olvidado: "Notas como tiembla todo, ha sido como recuperar esa inseguridad al conducir; ¡hasta cuando estornudas se mueve!". Esa sensación se hizo más latente cuando tuvo que bajar el puerto de Orio, donde tuvo que "cortar gas" porque la moto se aceleraba.
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Quien sí tuvo una Vespino y guarda un buen recuerdo de ella fue Oscar. "Lo bueno de estas motos es que con un destornillador y una llave de bujías podías arreglarla, y eso hizo que todo el mundo pudiera tener una moto", explica mientras Víctor pone a punto a la 'Correcaminos' en el parking que hay cerca del Branca.
Además de esa facilidad en cuanto al mantenimiento, recuerda la picardía que había a la hora de 'conseguir' piezas: "Si te quitaban el tapón del depósito se lo cogías al de al lado, y así hasta que el último en irse se quedaba sin tapón".
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Él fue el encargado de tomar el relevo en Ermua y llevar la moto hasta Getaria, donde le esperaba Kenia. Tras la escala en Donostia, el plan de la décima etapa era llegar hasta Pamplona, donde les esperaría Víctor. Pero el recalentamiento que sufrió la moto cerca de Laredo hizo que la entrega, prevista para las 16.30 horas, se retrasara y que Oscar no pudiera ponerse en marcha hasta las ocho de la tarde.
Una casualidad llamada Pingüinos
¿Qué lleva a una persona a enrolarse en esta aventura? Hace unos meses Oscar acudió a la clásica concentración motera de los Pingüinos, donde la casualidad quiso que conociera a un verdadero apasionado de las Vespino. Era un loco que se había ido con una de estas hasta Finlandia, cuenta. Hablando con él, de sus viajes con el ciclomotor por multitud de lugares, le contó que se estaba organizando una vuelta a España con esta moto.
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Con la idea rondándole en la cabeza, hace unos meses se enteró que peligraba la realización de la vuelta porque faltaban relevistas para la zona norte y Zamora, y me puse en contacto con ellos. Así empezó este viaje, en el que Oscar destaca la confianza que ha habido desde el principio tanto por parte de la organización como de los participantes: No nos conocían de nada y desde el primer momento se han fiado de nosotros.
Y es que estos apasionados por las Vespino son un grupo abierto a todo el que quiera participar recalca el donostiarra. La organización no les ha pedido nada, es más, nos han dado la moto por la cara, con seguro y todo, y yo solo tengo que preocuparme de ponerme el chaleco y echar gasolina.
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A modo de agradecimiento, cada relevista recibe un diploma cuando entrega la 'Correcaminos' al siguiente conductor. Un detalle certifica la pertenencia a un grupo que ha sabido sacar lo mejor de sí para coordinar sus esfuerzos y hacer que un clásico como la Vespino vuelva a devorar kilómetros por la carretera.
Una buena muestra de esa confianza de la que habla Oscar, ese abrazo de oso como lo define él, es que Víctor tomara el relevo de la 'Correcaminos' en Donostia y no en la capital navarra. Pero no solo eso, ya que el viernes no fue la primera vez que este mecánico pamplonés se manchó las manos de grasa con la mato. Fue la segunda.
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El pasado miércoles la 'Correcaminos' tuvo un problema mecánico a su salida de Valladolid al estallar la corredera del variador. El grupo de whatsapp de los participantes comenzó a echar humo pidiendo una pieza para poder continuar con el viaje y el único que tenía una nueva y estaba más cerca era yo, explica Víctor. No se lo pensó dos veces. Cogió el coche y se fue hasta allí para montar él mismo la pieza y solucionar el problema. Ese trabajo en equipo es lo que más valora Oscar de toda esta aventura.
El viernes era el carburador del ciclomotor el que necesitaba de los cuidados de Víctor. Bajo la pobre luz de las farolas de la zona del Branca y con la ayuda de un destornillador, en menos de cinco minutos sus expertas manos pusieran a punto a la 'Correcaminos', para salir hacia Hernani para repostar y poner rumbo a su siguiente destino: Vitoria.
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Para evitar que Víctor se perdiera a la hora de salir de Donostia, Oscar se pudo a los mandos de la Vespino por última vez. Arrancó la moto y deshizo el camino que apenas media hora antes había hecho Kenia. En Villabona se hizo efectivo el relevo, que no estuvo exento de anécdotas, entre ellas, saciar la curiosidad de una patrulla de la Ertzaintza atraída por los colores amarillo y naranja de la 'Correcaminos'.
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