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Mi amiga Cristina me contó ayer que hay algún animal, insecto o ave que se come la cáscara de los limones de sus limoneros. Según ... dice, este hurto es un hecho novedoso, algo que hasta ahora no había ocurrido nunca. Estamos por tanto ante un nuevo misterio ligero. ¿Orugas? ¿Mirlos? ¿Ratones? Todo me resulta extraño. En internet tampoco he encontrado ninguna indicación sólida. Soy consciente de que la intriga no es poderosa, además, yo no tengo limonero, ya me gustaría; sin embargo, cada dos por tres me paro a pensar en cómo puede ser que esos cítricos aparezcan mondados. Los misterios ligeros, así como los problemas leves que Pedro Ugarte denomina 'desgracias de tercera', cumplen una función de higiene mental en las personas que, como yo, tendemos a la neurosis. Pensar en ciertos asuntos impide que pensemos en otros más graves. La vida resulta a veces amarga, y es saludable que, mientras nos resulte posible, nos entretengamos con su cáscara, más aromática.
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