Paz o armisticio en Gaza tras la liberación de los rehenes
Cabe preguntarse si la reconstrucción contemplará los derechos de los gazatíes
Las negociaciones diplomáticas han conseguido lo que no lograron dos años de asedio y bombardeos en Gaza: la liberación de los rehenes que Hamás capturó ... hace dos años durante la incursión terrorista que no supo detectar el usualmente bien informado servicio secreto israelí. Trump se entrevistó con familiares de los liberados e hizo coincidir su llegada con esa entrega, cuya puesta en escena difiere sobremanera de las anteriores, que Hamás utilizó como deplorables actos de propaganda. Tardarán en dar con los cadáveres de los rehenes muertos por 'fuego amigo'. A cambio abandonaron la cárcel casi 2.000 prisioneros palestinos, entre ellos condenados a cadena perpetua, junto a mujeres o niños apresados a lo largo del conflicto bélico que se salda con miles de palestinos muertos incluso por hambre, civiles inofensivos considerados efectos colaterales de una 'guerra defensiva'.
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Aunque no se lo hayan concedido, Trump ha decidido comportarse 'como si' mereciera el Nobel de la Paz y proclamó desde su avión presidencial que «la guerra ha terminado». Ojalá –vocablo que proviene del árabe 'washa Allah 'y significa que 'así lo quiera Dios'– estas expectativas no queden frustradas nuevamente. Trump ha demostrado que podía contribuir a propiciar un alto el fuego por parte del ejército israelí. El mundo quiere creer que por fin pueda ser estable y así lo plasma esa multitudinaria cumbre donde líderes mundiales asistieron a la solemne firma en Egipto del acuerdo de paz, sin presencia de Netanyahu.
En el Parlamento israelí, el primer ministro declaró que Trump es el mejor amigo del Estado de Israel en la Casa Blanca y le dio las gracias por desmentir las calumnias contra el país. También recordó el salvaje ataque del tenebroso 7 de octubre, que no supo prevenir, y a los héroes caídos de su ejército, sin olvidarse de las 'turbas antisemitas' del orbe que protestan contra una insufrible masacre.
No se habla de que Netanyahu convoque elecciones para que la democracia israelí lo refrende o lo despida
Trump se refirió a una Tierra Santa que por fin está «en paz», porque finaliza una era de terror y comienza un «amanecer histórico» del nuevo Oriente Próximo, gracias a «la valentía» del primer ministro israelí. Dio las gracias a su amigo promotor inmobiliario y a su yerno, que convirtió al judaísmo a su hija, por auspiciar los Acuerdos de Abraham. EE UU ganó sendas guerras mundiales y en ocho meses él ha terminado con otros tantos conflictos. La paz se consigue con la fuerza: celebró facilitar todas las armas que le pide 'Bibi'. ¿Cuántos 'Martillos de Media Noche' promoverá en el futuro este pacifista confeso? El dinero es la solución para todo, y finalizó pidiendo el indulto para su amigo Netanyahu.
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Falta saber cómo se cumplirán los otros puntos del acuerdo. Por ejemplo, el repliegue del ejército israelí o la destrucción de los túneles utilizados por Hamás. De momento está entrando una insuficiente ayuda humanitaria para paliar el hambre y las enfermedades de la población gazatí. Quienes han sobrevivido buscan sus casas entre las ruinas, pero les cuesta reconocer sus aledaños, al haberse destruido el 90% de las viviendas.
Cabe preguntarse si la reconstrucción contemplará los derechos de sus antiguos moradores o se propiciará una nueva diáspora de signo inverso, para que se instalen nuevos habitantes cual colonos con gran poder adquisitivo. Algunos extremistas del actual Gobierno israelí alegan que su Dios prometió esas tierras al 'pueblo elegido' y jalean una cruzada contra unos infieles a los que consideran potenciales terroristas. El plan de paz contempla que Hamás desaparezca del escenario político y entregue sus armas. E igualmente que la zona quede administrada por un protectorado interino, liderado por el británico Tony Blair y el propio Trump para supervisar a un gobierno tecnócrata.
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Sin embargo, no se habla de que Benjamín Netanyahu deba convocar elecciones para que la democracia israelí lo refrende o lo despida. Esto último significaría rendir cuentas por las causas de corrupción pendientes ante la justicia de su país y eventualmente ante la Corte Penal de La Haya, donde se juzgarían los presuntos crímenes de guerra cometidos.
El problema es que Hamás no quiere desmilitarizarse por completo hasta que se reconozca un Estado palestino y Netanyahu repite que nunca lo admitirá, pese a que lo haya hecho una inmensa mayoría de la comunidad internacional. Un buen comienzo sería poner en práctica la resolución adoptada por la ONU que aboga por dividir el antiguo mandato palestino de Gran Bretaña en un Estado judío y otro árabe. Lo contrario seguirá dado pie a cruentas guerras y la execrable violencia del terrorismo. En esta espiral nadie sale victorioso, ni siquiera quienes acaban imponiendo sus reglas por la fuerza. Como señala Kant en su ensayo filosófico 'Hacia la paz perpetua', los que se llaman tratados de paz suelen dar pie a meros armisticios temporales cuando no eliminan las condiciones que rodean al conflicto bélico en cuestión.
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