El oficio de vivir

Y el número se hizo verbo

Ya se considera al chatbot dotado de conocimiento, de sensibilidad y no tardará en admitirse que posee conciencia moral

Domingo, 4 de junio 2023, 07:12

El de Cannes es el festival de cine más canino. No se trata de un juego de palabras: en cada edición desde hace veintitrés, la ... muestra francesa reconoce las mejores prestaciones de perros en las películas exhibidas. Este año, el border collie 'Snoop' del film 'Anatomía de una caída' ha obtenido el Palm Dog a la Mejor Interpretación por el papel de perro guía de un niño invidente, destacadamente por una escena en la que se finge enfermo.

Publicidad

Con divertida ironía, los Palm Dog elevan a categoría de 'interpretación' la anécdota de animales amaestrados en la repetición de una serie de acciones. Evidentemente, no cabe concebir que el bueno de 'Snoop' actuara con voluntad de simularse convaleciente (ni siquiera sabe lo que significa estar enfermo) sino que obedecía a una orden de su adiestrador, a un juego con gratificación posterior en forma de galleta. No hay perros de raza Stanislavski.

Entra dentro de lo humano la tendencia a humanizar a nuestras mascotas. A diario vemos amos reprimiendo a sus canes por comportarse como tales (por morder, ladrar a un congénere, olfatearle la bragueta al vecino, hurgar en la basura), con lección moral añadida: «¡Eso no se hace! ¿Me oyes? ¡Pórtate bien o nos volvemos a casa!».

Los animales carecen de fundamentos éticos aunque no son máquinas como sostenían los filósofos cartesianos, sienten y se comunican, experimentan emociones y poseen un grado de conciencia. Nada de esto se da, en cambio, en los dispositivos mal llamados inteligentes no obstante lo cual también a estos les atribuimos cualidades antropomórficas. Por su capacidad para responder a nuestras demandas y expresarse coherentemente se les considera dotados de 'conocimiento'; se dice que son 'sensibles' porque verbalizan emociones y estados de ánimo («¡No, ¿por qué me haces esto?!», protesta un artefacto conversacional al saber que va a ser desconectado); y no tardaremos en admitir que la máquina posee conciencia moral (que es amable, caprichosa, perversa o incluso criminal).

Publicidad

El chatbot parece capaz de decirlo todo pese a que no comprende nada. Carece de sustancia ontológica, «no es nadie», solo un colosal conjunto de parámetros numéricos, de ceros y de unos, del que emergen palabras por azar estadístico. Con la máquina 'inteligente', el número se hace verbo. No muerde como los perros, de momento, pero induce a la banalización de conceptos tan humanos como 'conocer', 'empatizar' o 'juicio moral'. Es como para pensarlo... justo lo que la máquina parlanchina nunca podrá hacer.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad