Nadie lo entiende. «Si sabes que te hace daño ¿por qué lo haces? o ¿por qué lo tomas?». Estas son frases habitualmente comentadas por las ... mismas personas que, cuando uno deja de hacerlo, le preguntan repetidamente ¿por qué no lo haces?, ¿por qué no lo tomas?, ¿qué te pasa?, ¿estás enfermo? Y que cuando les respondes que sí, que estás enfermo, te contestan que eres un exagerado. Y que, si dices que no te pasa nada, te preguntan que cuál es el problema.
Quien suscribe lleva ya más de 24 años intentando auto responderse a estas incógnitas y sigue sin dar con la tecla que permita conseguir que quienes no entienden, entiendan. Porque yo, al fin, creo que lo he entendido, por eso no consumo ninguna droga (legal o ilegal), ni me permito caer, «ni siquiera en la duda», que pueden llegar a generarme las preguntas bienintencionadas (o no), de quienes no se explican, ni aceptan que se les explique, una situación de vida tan compleja como es padecer una adicción del tipo que sea.
Me atraen las piedras. Siempre he admirado la fuerza de los 'harrijasotzailes' y he sido consciente de que mis características fisiológicas nunca me permitirán alzar ni cúbicas, ni cilíndricas, ni redondas. Eso es algo que no está en mi mano y que, por mucho que me insistan conocidos o desconocidos, ni siquiera me atreveré a intentar. Esa es mi realidad sin ningún lugar a dudas. De la misma manera, mi naturaleza me impide consumir con «normalidad» sustancias adictivas (legales o no) dado que soy absolutamente incapaz de manejarlas con la naturalidad con la que otras personas lo hacen. Soy diferente. Eso es todo. Hay mucha gente que ve a los levantadores de piedra competir y admiran su fortaleza y capacidad, y muy poca la que se remanga a tirar de ellas. Eso, todo el mundo lo comprende, las capacidades no son las mismas. De la misma manera, hay muchas personas que consumen sustancias alteradoras del estado de ánimo sin que eso les produzca mayores problemas, «salvo ocasionalmente» y, muy pocas (una de cada diez, aproximadamente) que no pueden consumirlas, («salvo ocasionalmente») sin problemas. ¿La razón? La misma. Una serie de «diferencias estructurales, metabólicas y psíquicas» nos hacen diferentes a pesar de habernos creído durante demasiado tiempo que nuestras dificultades con ellas (con las sustancias) eran meramente «circunstanciales», dado que, otras veces, no perdíamos el control y, sobre todo, que todo el mundo lo hacía sin mayores problemas. Y que, hasta cuando generábamos problemas por causa de su consumo, todo el mundo restaba importancia al asunto, lo cual nos convencía de esa característica «circunstancial» (ya no me ocurrirá más, la próxima vez lo controlaré).
Cuando respondes que sí a la pregunta ¿qué te pasa?, ¿estás enfermo?, te dicen que eres un exagerado
Esa era la gran trampa. Lo realmente triste de esta parábola es que después de acabar con la causa que me generaba tanto daño, siga habiendo quienes se empeñan en demostrarme que estoy en un error, que de haber sido como yo digo, hubiera caído presa de la falta total de control (¡qué sabrán!), o del deterioro progresivo terminando como un indigente (¡qué sabrán!) que hubiera dañado mi salud y a mi familia sin remedio alguno (¡qué sabrán!), que mis borracheras, no fueron significativas (salvo ocasionalmente) (¡qué sabrán!), que no hay que olvidarse de los buenos ratos (¿buenos?, ¡qué sabrán!) que no era un bebedor obsesivo, sólo un poco cabezón (¡qué sabrán!) que mis arrebatos emocionales no fueron para tanto (¡qué sabrán!). En fin, que si quiero levantar la piedra de 100 kilos sólo tengo que ponerme a ello, que todo el mundo puede hacerlo si se lo propone. Pero los levantadores de piedra saben que eso no es cierto, que la gente se imagina y cree lo que quiere creer, pero sabe poco de lo que hay saber (sobre piedras, digo). Y que una cosa es querer y otra, muy diferente, poder. Y que, en la rehabilitación de las adicciones, los levantadores somos las personas adictas y sabemos muy bien qué podemos levantar y qué no, a pesar de los cantos de sirena que intentan confundirnos haciéndonos creer que podemos manejar pesos con los que no podemos... Así es la vida. Cada cual lleva su (o sus) piedras.
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