Ilustración: Josemari Alemán Amundarain
Opinión

La vida. Algo tan valioso

Rompamos con el egoísmo que asola nuestra sociedad y seamos auténticos con nosotros mismos, sin tener que esperar a un nuevo drama humano para sobrecogernos y sacar de dentro nuestra solidaridad, empatía y humanismo

Jorge Arévalo Turrillas

Domingo, 10 de noviembre 2024, 07:54

Muchas y muchos de nosotros hemos escuchado la frase de que la vida es eso que va pasando mientras nosotros estamos a otras cosas. Y ... seguro que en algunos momentos hemos pensado que esa afirmación es muy cierta. Frases como «qué rápido va todo», «está pasando el tiempo sin enterarnos» o «para cuando quieres darte cuenta ya estamos acercándonos al final de nuestra vida» son comentarios muy habituales en nuestro día a día.

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En la actualidad, la sociedad está viviendo momentos muy convulsos. La pandemia trastocó nuestras vidas, y en muchos aspectos, también nuestra forma de pensar y de afrontar la vida. Vivir el ahora, buscar el placer del momento, aspirar a una felicidad ficticia, genera, en muchos casos, una frustración creciente que nos deriva hacia un gran malestar emocional, y en algunas ocasiones, hacia depresiones severas.

Además, el rápido avance de la tecnología, la interconexión global en tiempo real a través de internet, los dispositivos digitales, la gran influencia de las redes sociales, la digitalización, la inteligencia artificial y los sistemas inteligentes, están transformando la sociedad en todo su conjunto, derivándola hacia una cultura de la inmediatez que se está convirtiendo en prioritaria. Nos empujan a consumir contenidos, productos y otros elementos de forma constante, sin tener tiempo para profundizar en muchas de las cosas a las que accedemos, no pudiendo evaluar su impacto ético, personal y social.

Es muy importante anteponer lo que suponen los valores humanos sobre el materialismo y su precio

En su libro 'Proverbios y Cantares', Antonio Machado, dice que «todo necio confunde valor y precio». Y en la vida, es muy importante diferenciar y anteponer lo que suponen los valores del ser humano sobre la confusión del materialismo y su precio. Este pensamiento adquiere aún mayor importancia cuando el hacer o el tener sustituyen al Ser.

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Este planteamiento se vuelve relevante cuando, por ejemplo, la tecnología, con todas sus promesas de progreso, la calidad de las relaciones entre las personas y la naturaleza efímera de las interacciones en redes sociales, rompen con la autenticidad de las relaciones personales. Los valores del ser humano son la garantía para que la tecnología no erosione la realidad ni frustre nuestras relaciones, asegurando que el auténtico contacto humano siga siendo una prioridad en nuestra vida. No debemos confundir todo lo material y su precio, con el verdadero valor de lo que hacemos o podríamos hacer como seres humanos.

Estamos viviendo de nuevo una situación dramática, terrorífica, que ha afectado a varias comunidades autónomas, pero en especial a algunas poblaciones de la Comunidad Valenciana. Hemos visto lo peor del ser humano, gente robando en viviendas, tiendas y coches, afectadas y destruidas en esta catástrofe. Hemos comprobado la falta de empatía y la incompetencia por parte de algunas autoridades y una increíble ausencia de visión constructiva y de colaboración entre los partidos políticos en una situación tan brutal como ésta.

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Pero a su vez, en esta situación de inmenso dolor por la pérdida de vidas humanas, de hogares, de negocios y de recuerdos irrecuperables, ha vuelto a surgir la figura del ser humano en todo su esplendor.

Pero permítanme que me centre en las muestras de solidaridad generalizada que estamos viendo y que nos muestra lo mejor de las personas, con esos ejemplos de humildad, de respeto, de generosidad, de altruismo y de ayuda. A pesar de las dificultades para acceder a las zonas afectadas, miles de personas voluntarias han recorrido kilómetros para llegar a donde se les necesitaba, llevando comida, agua y elementos de limpieza, con la sola intención de que sus convecinos se sintieran apoyados en una situación tan límite.

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Y otros miles de personas que desde otras comunidades autónomas han ayudado y siguen ayudando enviando ropa, alimentos y dinero para paliar esta catástrofe sin precedentes. Esa emoción que produce ver esas imágenes de solidaridad y de compromiso hacia sus semejantes, sean quienes sean, te reconforma y te devuelve la confianza en el Ser Humano.

Pero, ¿es necesario esperar a que ocurran catástrofes de estas características brutales para apoyar y ayudar a otros? Yo creo que no. Les invito a que reflexionemos hacia dentro, a que saquemos todo lo bueno que tenemos, que, seguro que es mucho y lo enfoquemos a ayudar de alguna manera a quien lo necesite. Ampliemos el sentido que le podamos dar a nuestra vida, profundicemos en nuestro yo interior, aunque nos produzca inquietud o inseguridad. No hay nada más satisfactorio que conocer de verdad nuestras virtudes y nuestros defectos, porque es la mejor manera de avanzar por la vida mejorando.

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Démosle el valor que se merece a la vida. Rompamos con el egoísmo y el individualismo que asola en general a nuestra sociedad y seamos auténticos con nosotros mismos, sin tener que esperar a un nuevo drama humano para sobrecogernos, emocionarnos y sacar de dentro nuestra solidaridad, empatía y humanismo.

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