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Donde nace el viento

Gabarras

El fútbol se ha erigido en la religión moderna. Siempre ha habido culto al cuerpo musculado, a la prueba dura y cansada, a la demostración de fuerza y agilidad

Sábado, 13 de abril 2024, 02:00

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Nada excita tanto el ambiente como el aroma de la victoria, sobre todo si ha sido duramente elaborada y muy fatigosamente conseguida, como acontece con ... los sucesos fundamentales. Que una victoria sea justa o no lo sea, es cuestión de la conciencia, igual que la idea de la derrota. Hay derrotas que bien pueden argumentarse como victorias, y victorias que saben amargas, porque se han conseguido por azar o gracias a malas artes, que de todo hay en la viña del señor. La derrota tiene normalmente un sabor agridulce, el esfuerzo desplegado, aspecto loable, no ha conseguido su objetivo, el triunfo. Si el fútbol, fuera un juego, como el de los niños en las plazas y parques, poco importaría ganar o perder; tan importante sería la victoria como la derrota, y las jornadas posteriores al partido trascendental serían siempre alegres y jocosas. La gabarra, esa mítica embarcación, que parece que transportara al propio Odisea desde Troya a Ítaca, saldría siempre para regocijo de los bilbaínos y de gente de alrededor, o sea del orbe.

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