Elogio de la imperfección
EL FOCO ·
El miedo a fracasar y la obsesión por quedar bien nos llevan a solidificar el pensamiento, a burocratizarlo y a sentirnos en posesión de la verdad absolutaVivimos en un mundo dominado por la superficialidad y la inmediatez, que alimentan una cultura del 'solucionismo' –la búsqueda de la solución rápida y fácil ... de implantar que se ofrece como 'bálsamo de Fierabras'–, de forma que todo parece posible y al alcance de la mano, sin riesgo aparente y sin esfuerzo. Por otro lado, las expresiones sobre cualquier tema se proyectan de forma cerrada, sin matices, sin margen para la duda o el error, sin fisuras, como si fuesen perfectas. O sea, que estamos rodeados de supuestas manifestaciones de perfección que no admiten replica alguna. Todo esto resulta devastador para el impulso y desarrollo de una verdadera cultura de innovación.
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En realidad, no hay nada más contradictorio con el concepto de innovar que el concepto de perfección. Ya que lo perfecto es inmejorable, no admite el progreso y solo proyecta la nada para el momento de después. Así que es mejor asumir el mundo de la imperfección, pues es donde la innovación tiene sentido. Por eso, nos debería motivar la perfección como anhelo, pero sabiendo que es inalcanzable.
Los principios que inspiran la innovación nos ayudan a comprender que el verdadero protagonista de la innovación es la persona; la persona que es capaz de atreverse, superar los miedos y cambiar de perspectiva. Y ahí, la posibilidad y la aceptación del fracaso, como algo positivo, es uno de los retos más importantes que tenemos. Por otra parte, además de superar los miedos, debemos superar las trampas de la inercia que a todos nos acompañan. Cuántas veces nos empeñamos en ver las cosas de la misma manera, sin darnos cuenta de que cambiar de perspectiva es un ejercicio fundamental para ver lo que antes no veíamos, para ver lo que otros no ven. Vamos por la vida con nuestro mapa de ruta sin pensar que puede haber otros mapas, otros enfoques de la misma realidad. Ser conscientes de qué mapa es el que incorporamos en nuestro pensamiento es el primer paso para relativizar las cosas y cambiar de perspectiva.
Toda apariencia de perfección encierra una verdadera trampa y, sobre todo, es sospechosa porque es imposible
En realidad, el miedo a fracasar y las dificultades para superar las rutinas que nos atrapan tienen mucho que ver con que llevamos muy mal lo de asumir la imperfección. No nos gusta quedar de imperfectos y nos obsesiona proyectar una imagen de perfección en lo que hacemos, entre otras cosas, porque no asumimos el fracaso. Esa obsesión por quedar bien, por proyectar marcos perfectos de referencia que resulten inatacables, nos lleva a solidificar el pensamiento, a burocratizarlo y a sentirnos en posesión de la verdad absoluta.
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Así, resulta curioso observar que en muchas organizaciones se dan comportamientos perfeccionistas, dentro de una realidad que es imperfecta. Es verdad que nuestros comportamientos, nuestras actitudes conviven mal con la sospecha de la imperfección, cuando más que sospecha es certeza. Nos olvidamos de que asumir la imperfección como parte de nuestra vida nos abre unas posibilidades infinitas de mejorar, de transformar, de innovar. Por eso, bienvenida sea esa imperfección, porque el día que, supuestamente, alcancemos la perfección estaremos acabados. Sin embargo, lo de asumir la imperfección como parte de la vida y de la búsqueda del progreso es algo que nos incomoda, Buscamos círculos perfectos, en vez de espirales creativas. Nos comportamos como si tuviésemos todas las respuestas a todas las preguntas posibles, cuando lo importante es buscar nuevas respuestas, que sean mejores y nos permitan evolucionar, y, sobre todo, tener nuevas preguntas a las que enfrentarnos, para abordar procesos de innovación verdaderamente revolucionarios, que cambien el mundo.
Esa obsesión, no por perseguir la perfección en una actitud de mejora permanente, sino por pretender haberla atrapado, tiene relación con el desafío al que se enfrentan los proyectos empresariales que han alcanzado el éxito y se convierten en una referencia, en un cierto canon de perfección. Si Winston Churchill animaba a ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo para conseguir el éxito, podríamos decir que cuando el proyecto empresarial se instala en una cultura de victoria en victoria, y se lo cree, solo le quedará la derrota final. Algo así como una paradoja, que proyecta en la victoria, entendida como canon de perfección, la semilla de la derrota. Este tema lo trata Donald N. Sull cuando plantea el peligro de la trampa de la 'inercia activa', que acecha a las empresas de éxito. La trampa que encierra el éxito –la victoria– es que si no asumes una actitud de revisión permanente, porque crees que ya has alcanzado la perfección, la inercia te llevará indefectiblemente al fracaso, de manera que todo aquello que explicó tu éxito, si no lo renuevas, acabará explicando tu fracaso.
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Así que cuidado con la apariencia de perfección, porque encierra una verdadera trampa. Por eso, toda apariencia de perfección es sospechosa. Es sospechosa porque es imposible.
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